UN
TREN, UNA VIDA
Hace
no mucho tiempo tendría yo 8 años o algo parecido, pregunte a mis padres porque
la gente se moría, porque abandonaban a las personas a las que querían en la
tierra, porque se iban sin que le diesen la oportunidad a esas personas de
acompañarlas, a lo que mama me respondió con un cuento de esos que me contaba
cada noche, se tumbo en mi cama y comenzó, fue algo así:
Erase
una vez había dos trenes uno era el de iras y nunca volverás y el otro lo
llamaban el de los años.
Decían
que uno era el contrario del otro, el de los años iba el que más rápido pero tenía
una facultad que las personas que estaban dentro no eran capaces de ver lo
rápido que se movía a diferencia de las de fuera, cuando te subías al tren te
sentabas y simplemente esperabas a que llegase tu parada, durante el viaje se
iba subiendo diferente gente, algunos pasaron desapercibidos y cuando se
bajaron del tren dejaron un vacio que en tu vida no significo nada, otros sin
embargo subieron y ocuparon ese lugar al lado del tuyo, ese vacío sí que se
noto cuando se dejo, pero no te preocupes porque durante tu viaje en ese tren
subirán más personas que harán lo mismo y te acompañaran una parte del camino
hasta que su viaje haya finalizado o simplemente tengan que hacer un transbordo,
ese es el de los años.
Pero
el de iras y nunca volverás es otro distinto es uno que no lo pueden coger
todos a la vez porque no hay sitio para tanto, es la continuación del anterior
y ahí va la gente que ya a estado mucho tiempo en el de los años y ya no puede
recorrer mas, ahí va la gente que ya a dejado marca en varias personas y dejado
varios vacios, en este todo el mundo acaba subiendo tarde o temprano pero al
final siempre sube?
Y
tu dejaras de acompañarme en el de los años mama? Pregunto Patricia.
Hija
tu tranquila yo me asegurare de emprender mi viaje en el de iras y nunca
volverás cuando yo ya no te haga falta y no pueda enseñarte nada mas, cuando
sepas todo lo que tienes que saber y ya puedas seguir tu yo partiré.
Al
finalizar el cuento Patricia estaba dormida con los ojos cerrados y la madre
con una sonrisa en los labios la dio un beso y salió de la habitación dejando a
su hija dormir.
Patricia
Ruiz
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