UN OBJETIVO CLARO
Hola
mi nombre es Radu Salah y os voy a contar mi historia. Nací el 3 de junio de
1990 en Siria. En este país permanecí poco tiempo ya que mis padres tenían que
trabajar en el restaurante familiar de comida árabe que tenían en Londres. Mis
padres no eran bien recibidos por los ciudadanos londinenses y esto era debido
a ser de origen árabe.
Cuando
yo tenía 13 años mi madre decidió asistir a una gran manifestación en la cual
se protestaba por el racismo que había en el Reino Unido. En un momento dado de
dicha manifestación la policía decidió cargar duramente contra los
manifestantes. A partir de ahí paso de ser una manifestación a una lucha contra
la policía. Mi madre que decidió permanecer en la pelea salió herida gravemente
por un golpe en la cabeza. Tras esto mi madre se quedó tirada, sin poder
moverse del sitio. Desde ese momento supe que mi madre había fallecido.
En
lo que a mí respecta, mi vida no fue nada fácil, debido al acoso escolar que
tuve, la escasez de amigos y que por el hecho de tener una religión distinta y
ser de origen árabe me hicieran valer menos que ellos.
Estos
problemas sociales conllevaron cambios continuos de colegio, problemas con la
policía, continuas visitas al psicólogo y discusiones con mi padre. Pero esto
no iba a durar mucho tiempo pues ya había decidido que cuando cumpliese 18 años
me volvería a mi país de origen.
Mientras
tanto mi vida en Londres continuaba siendo igual de mala. Seguía sin amigos y
con continuas faltas de respeto hacia mi persona por parte de mis compañeros de
clase.
A
la edad de 16 años dejé de lado los estudios y decidí ponerme a trabajar con la
esperanza de que algo cambiase, y así fue. Empecé lavando los platos sucios de
un bar, aunque esto solo duro dos meses, ya que me ascendieron a camarero por
mi gran esfuerzo y dedicación en lo que hacía.
Un
día de verano, me encontraba atendiendo las mesas cuando por la puerta del bar
entra la que sería la mujer de mi vida. Recojo los platos de las mesas y me dispongo
a tomarle nota: “¿Qué va tomar?” ella me respondió: “un café por favor”. Y este
fue el primer intercambio de palabras que tuve con ella. A partir de este día
empezó a venir al bar de forma continua, siempre a las 17:00 estaba en la mesa
esperando a que yo la atendiese.
Y
así es como se formó la relación que ahora tengo con ella de pareja. Lo malo de
todo esto es que yo sabía que la relación tenía un punto y final y que ese
momento llegaría cuando yo tuviese 18 años.
Y
efectivamente, cuando cumplí 18 años, dejé todo lo que tenía en Londres,
incluida a mi pareja y a mi padre y puse rumbo a Siria. Una vez allí me costó
un poco adaptarme, debido a los constantes conflictos por la guerra.
Una
vez dentro de la guerra lo ves todo desde otro punto de vista. Y esto es lo que
me paso a mí. Un chico que conocí en Siria que luchaba en la guerra, me empezó
a hablar de las causas por las que luchan y de por qué atacaban ciudades
europeas. Tal fue su poder de convicción que me hizo formar parte del Estado
Islámico y así luchar por la causa por la cual ellos lo hacían.
Al
año de formación que me hicieron pasar, volví a Europa para cumplir con la
misión que me habían encomendado. Dicha misión consistía en matar al mayor
número de personas posibles, esta iba a ser realizada por las calles de
Londres, pero algo lo cambio todo.
Cuando
me disponía a cumplir mi misión me encontré con la que antes fue mi pareja de joven.
Esta según me vio, vino corriendo para abrazarme, pero su sorpresa fue aún mayor
cuando vio el cinturón de explosivos que llevaba puesto alrededor de mi cuerpo.
Esta
rápidamente me intento convencer de que no lo hiciera, de que todavía podíamos
formar una familia y tener una vida tranquila. Y cierto es que el señor que me
hizo hacer esta misión tenía un gran poder de convicción, pero el amor que yo tenía hacia esta persona podía con todo.
Y
así fue como podía haber tirado mi vida de no haber visto a la mujer de mis dos
hijos Juan y Marta.
Jose
Antonio Gallardo González, 1ºB.
3
de junio de 2017
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