INSTANTES
Instantes,
eso es lo que somos. Me recuerdo ahí entre esas cuatro claustrofóbicas paredes
de aquel frío hospital, donde cada vez que el doctor pronunciaba una palabra
las paredes se hacían cada vez más y más pequeñas. Solo recuerdo esa frase que
no he podido olvidar desde hace 65 años “eso es lo que somos, instantes” y sin
remordimiento alguno, se dio la vuelta y no volví a saber nada de el.
Aquel
hombre al que ese doctor llamaba “instante” era mi abuelo. Un hombre increíble
en todos los sentidos, podía sacarte una sonrisa hasta en tú peor momento.
Supongo que es algo que hacen todos los abuelos, tienen ese don…
Él
es una persona imposible de olvidar. Tenía esa manía de decirte que debes hacer
para ser mejor persona en todo momento, y de darte esos consejos que en su
tiempo no supe aprovechar. Él es sin duda el hombre más generoso, bueno, amable
y feliz que he conocido y conoceré nunca.
Una
persona difícil de vencer pero… no imposible, al parecer. El cáncer lo mató.
Siempre pensé que no se iría nunca, que sería eterno… es entonces cuando te das
cuenta que nada es como piensas, todo se acaba. Hasta lo que más queremos.
Ese
momento injusto en el que ves que se está yendo, y lo único que puedes pensar
es que esa persona te ha visto nacer y crecer dándolo todo por ti sin saber cómo
serías en un futuro, ese hombre que querías con toda tu fuerza pero que nunca
te acordabas de llamar por teléfono para preguntar que tal, pero que cada vez
que le llamabas te respondía con esa voz tan tierna… y un “¿Qué tal todo
princesa?”, ese “superhéroe” que te arropaba por las noches cuando estabas
dormida y que rezaba por ti todas las mañanas como si fuera tú ángel de la
guarda, y en cierto modo siempre lo ha sido. Ese hombre nos saca sonrisas al
escuchar una risa que nos recuerda a el, o un sonido, o un paisaje, esa persona
con la que tenemos nuestros mejores recuerdos y a la que pensábamos que nunca
perderíamos, se ha ido…
Y
de pronto eres consciente de que tendrías que haber llamado más, decirle todas
las veces que podías te quiero, preguntarle por su juventud, agradecerle todo y
más, ser la mejor nieta del mundo, porque eso es lo que se merece, pero cuando
te das cuenta es demasiado tarde…
Entonces
empiezas a entender que el tiempo pasa mucho más rápido de lo que parece, y que
ahora eres tu ese superhéroe y ángel de la guarda de ese pequeño que tienes
entre tus brazos, y recuerdas a aquel hombre del que tanto has hablado toda tu
vida, y sonríes.
Para
mi ese hombre, mi abuelo, no era un instante, es una eternidad, que no se
olvida… porque al fin y al cabo eso es lo que somos, recuerdos. Aquel doctor
estaba muy equivocado.
Te
echo de menos abuelo.
Gracia
de Teresa 1ºB 4/10/2017
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