UN PUEBLO PARTIDO
29
de Septiembre
Salimos
del cuartel a las 6:00 PM. A mi lado conduciendo, el Teniente Márquez. Los dos
íbamos al frente de la furgoneta, ambos fuimos formados en Zaragoza y juntos
nos ofrecimos voluntarios para ayudar. Al abrirse las puertas, veíamos la gran
manifestación formada, la calle llena de banderas ondeando, oíamos los sonidos
de los cánticos mezclados entre los aplausos.
Desde
pequeño, me inculcaron valores, entre ellos, la fe, el
amor a mi familia y a mi Patria. En la Academia, nos enseñaron a todos
principios fundamentales, entre los cuales estaban: la lealtad, la austeridad,
y la disciplina. Por eso escogí esta profesión, para servir a mi país y a sus
ciudadanos. Mi deber es velar por el cumplimiento de la ley y defender la
convivencia y el orden de la sociedad.
A
las 10:00 PM llegamos a Barcelona. De camino al hotel, mientras algunos
aplaudían por la calle, otros pitaban, gritando “¡Fuera!”. Desde luego, un
escenario diferente al del cuartel.
30
de Septiembre
Salí
a desayunar con Márquez a la cafetería cruzando la calle. Me pedí lo simple,
pan tumaca con zumo de naranja. Ahí pensé, “El tomate, sería de Murcia, el
aceite, de Andalucía, y la naranja, de Valencia. Encima, plato típico catalán.
Nos
llevaron a la comisaría de los mossos en la Plaza de Cataluña. Ahí, asignaron
las unidades, las localidades correspondientes y dieron instrucciones, además
de repasar maniobras y las precauciones en casos extremos.
Al
finalizar la tarde volvimos al hotel, muchos después de cenar directos al
cuarto para descansar, mañana iba a ser un largo día.
1
de Octubre
A
las cinco ya estábamos despiertos. Nos dirigimos al cuartel, donde tenían
preparado desde ayer el equipamiento de cada unidad.
En
principio, nuestras instrucciones eran patrullar por la zona de Sant Andreu. Mi
unidad estaba compuesta por quince efectivos de policía y ocho guardias
civiles, todos de mi cuartel. A Márquez le habían asignado el colegio de La
Fontana, en otro distrito.
Hasta
las 10, todo estaba más calmado, hasta que recibimos órdenes de dirigirnos al
colegio Bon Pastor. Según un compañero mío, algunos mossos habían abandonado
sus puestos, dejando las entradas completamente abiertas.
Tardamos media hora en llegar, los
manifestantes obstruían el paso tumbándose en la carretera, o haciendo bloqueos
en la calle. Llegamos al colegio donde se veía la larga cola desde fuera. Las
órdenes eran confiscar el material y desalojar la localidad. Abriendo paso, nos
dirigimos diez hacia la cafetería mientras el resto empezaba a desalojar hacia
fuera. Entramos, cogimos las urnas, y comenzó la gente a gritar aterrorizados
como si fuéramos terroristas, durante todo ello oíamos los cánticos de fuera.
Desalojamos rápido el interior de la primera planta, y al salir fuera nos
juntamos con nuestros compañeros. Nos pusimos en formación, pero nada más
empezar a desplazarles, la masa se volvió loca. Los de atrás comenzaron con los
cánticos, los de enfrente gritaban enfurecidos, insultando, empujando...
Aquello
me hizo reflexionar, cómo se puede expresar tanto odio ante alguien que ni
conoces… Esta gente es inocente, manipulada por políticos que quieren, por su
propio beneficio, romper la unión de un país con siglos de historia, provocar
una guerra sin sentido. Mi deber es proteger a todos los españoles, con mi
vida. Pero, ¿qué sentido tiene defender un castillo, cuando el enemigo está
dentro?
Jaime
Muriel López, 4ºESO E Octubre, 2017
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