SILENCIO
7 de julio de 1942, estamos
escondidos, nos discriminan por ser judíos, no tenemos más remedio que escapar
de gente malvada que solo quiere maltratarnos.
Ayer nos acabábamos de acondicionar en
una buhardilla extraña, dentro de una casa de producción en la calle
Prinsengracht en el número 263.
La buhardilla es medianamente grande,
tenemos lo básico: camas, cocina y baño y la puerta de acceso está camuflada
tras un mueble. Un inconveniente es que no estamos solos, nos hemos escondido
junto con cuatro oficinistas que están con constante miedo en el cuerpo por si
son descubiertos, mi padre Otto les quiso ayudar por lo que les facilitó este
escondrijo para que no fueran descubiertos, por lo que al convivir ocho
personas juntas, mi hermana mis padres y los cuatro oficinistas, no tenemos
excesivo espacio para vivir el día día.
Al llegar, me dijeron mis padres que dejaré de
ir a la escuela durante un tiempo, pero menos mal que al venir al escondrijo me
acordé de traer mis libros de latín ya que me apasiona aprender cosas nuevas.
Otro inconveniente es el silencio total que hay que cumplir entre ciertas horas
del días ya que en la casa de producción cada día entran y salen personas.
Tampoco podemos utilizar el baño mientras haya personas en el interior de la
casa porque al tirar de la cisterna retumban las cañerías de la casa.
7 de julio de 1943, ya ha pasado un año
de cuando nos escondimos, aquí no hay novedades seguimos en silencio y por la
noche realizamos actividades de la casa y aprovechamos para ir al baño. Mi
hermana está constantemente escribiendo un diario, yo simplemente relato de vez
en cuando nuestra situación. Mi hermana y yo de vez en cuando tenemos
conflictos, o bien por espacio, o bien por Peter van Pels, uno de los cuatro
oficinistas que nos tiene enamoradas.
4 de agosto de 1944, estamos en un
tren con mucha gente, todos somos judíos, nos acaban de descubrir el
escondrijo. Estamos todos muy nerviosos no sabemos a dónde vamos.
5 de agosto de 1944, nunca había visto tantos judíos juntos en mi
vida. Aquí simplemente estamos pasando el tiempo, conversamos y en ciertas
horas del día tenemos que hacer labores para la gente malvada. No comemos
mucho, por eso yo siempre intento esconder trozos de pan para cuando nos vamos
a dormir, poder saciar ese ansia de comer que me genera el estar aquí.
3 de septiembre de 1944, vuelvo a
estar en un tren, esta vez a la única que eligieron fue a mi, mi familia se
quedó allí. Ahora somos menos judíos.
Todos estamos impacientes por ver a dónde nos llevan.
6 de septiembre de 1944, acabo de
llegar a otro lugar, aquí todos llevan un traje de rayas y parecen que están
trabajando más. Nada más llegar, me dieron un traje igual que el de los demás
que me tuve que poner.
25 de septiembre de 1944, estoy en una
sala esperando a que me elijan para ser libre, al parecer cada cierto tiempo,
eligen a un grupo de personas para liberarlas.
26 de septiembre de 1944, sigo aquí,
pero al final no me eligieron. Echo de menos a mi familia, me siento sola, sin
nadie que esté conmigo.
28 de septiembre de 1944, vuelvo a
estar en un tren con cada vez menos judíos, y yo cada vez más delgada por no
comer mucho.
29 de octubre de 1944, me reencuentro
con mi hermana en otro lugar, que al igual que en los anteriores lugares, también
tienen todos trajes de rayas.
23 de enero de 1945, nos han separado
a mí y a mi hermana, yo estoy con niños de mi edad en las habitaciones, preparándonos
para ir a ducharnos, pero yo me encuentro mal y sin fuerzas. Se me notan los
huesos. En este momento es cuando más estoy echando en falta a a mi familia.
Mis padres Edith y Otto Frank, mi hermana Ana Frank y yo Margot Frank.
Alfonso Pérez de Garrastazu
N·21
4·E
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