Joaquín Fernández Navarro (Las decisiones que nunca tomé)





LAS DECISIONES QUE NUNCA TOMÉ

Otro día mas y todo continua igual, los mismo sonidos: disparos, bombardeos, gritos… Todo es un martirio, te preguntas porque todo ha llegado hasta el extremo en el cual no se aprecia la vida, la cual vale una miseria, ya que es tu vida o la del otro. Cada día pasamos hambre, frío y dolor al ver como matas a personas y como muchos compañeros son asesinados.

Pasas las noches sin dormir entre los constantes disparos y sobre todo preguntándote como estará tu familia, pensando cómo estarán tus hijos, tu mujer…. Así todos los días, hasta que una mañana de intensos tiroteos ves como algo que no sabes lo que es se acerca a ti lentamente y, en ese momento, notas como todo se detiene, el tiempo, las personas, los disparos…

Entonces te das cuenta,  lo que veías acercarse era una bala de un kalashnikov ruso directa a tu cabeza. Parpadeas y los segundos eran horas y justo en ese preciso instante te pones a pensar en tu familia, en que ellos no te van a volver a ver más, piensas en todo lo que has vivido, en tu infancia en la cual no tenias ninguna preocupación más que divertirte, ayudar en casa y estar con los amigos.

Piensas en porque las personas están peleando entre en ellas, por unos principios que un líder les ha inculcado utilizando la demagogia y haciendo falsas promesas al pueblo, las cuales nunca se cumplen. En ese preciso momento te das cuenta de que millones de personas estamos dando la vida por algo que realmente no sabemos si pensamos o  apoyamos.

Uno se pregunta a sí mismo, porque estamos asesinando a personas por ser de diferente raza, si al fin y al cabo todos somos humanos, todos tenemos sentimientos.  Por todo esto empiezas a pensar que la muerte es lo mejor que te puede llegar,  que hasta que no acabe todo no vas a ser feliz y que desaparecer es lo mejor.

Y justo ahí, empiezas a sentir rabia ya que sientes que gran parte de tu vida ha sido una mentira, que has estado haciendo algo que nunca has querido hacer, que morirás  por algo que no piensas sino que simplemente te han manipulado.

Vuelves a parpadear y en tan solo en un instante, en un mísero instante, esa bala penetra tu cabeza lentamente y ves todo lo que has vivido pasar, sabiendo que nunca fuiste lo que quisiste ser y que nunca fuiste realmente feliz. La impotencia se apodera ti, pero piensas que no debes sentirte impotente cuando te das cuenta de que esta derrota acerca a otros muchos a una victoria.

En ese momento cerré los ojos para siempre sabiendo que iba a un sitio mejor.

                                                                                         Joaquín Fernández Navarro. 1ºB

Comentarios