José María Pérez Piqueras (Un soldado en el frente ruso)




UN SOLDADO EN EL FRENTE RUSO

Todo esto empieza aquel dichoso 6 de octubre de 1939 la Wehrmacht alemana había invadido por completo aquel país llamado Polonia que muy pocos de nosotros conocíamos. Todos los noticiarios alemanes hablaban de las gestas del ejército del Führer, por la radio sonaban canciones ensalzando a todos esos héroes que dieron su vida por este gran país la Gran Alemania, esos soldados que luchaban contra los enemigos del III Reich. Salíamos a la calle y todas las grades avenidas de Berlín estaban empapeladas con esos bonitos carteles en los que se veían a soldados alemanes aplastando la hoz y el martillo, todos sabíamos que esos malditos comunistas estaban en contra de todos nuestros grandes valores nacionales, pero que eran realmente esos comunistas, solo nos decían que había que aplastarlos que eran enemigos de nuestra Gran Alemania. Yo simplemente soy un chaval de 17 años que acudo a las juventudes hitlerianas para dar toda mi vida por el Reich, allí nos enseñaban técnicas de lucha y nos adiestraban para en un futuro poder ser soldados de la Wehrmacht.

Han pasado ya unos cuantos meses de la firma del pacto de no agresión con la URSS, es todo muy extraño aquellos carteles de las avenidas de Berlín ya no se ponían y en los medios y en las juventudes ya no nos hablaban de los comunistas, que extraño es todo, no eran nuestros enemigos, no querían destruir este país, por qué ya no se hablan de ellos. Qué extraño todo. Bueno eso ya daba igual habíamos invadido Francia y nuestras fronteras se extendían desde Polonia hasta las fronteras con España, en Berlín millones de personas acudían a escuchar las grandes palabras de nuestro Führer en las que apelaba por el patriotismo alemán, en Berlín solo se hablaba de Hitler y su perfecta campaña en Francia.

En aquellos momentos me alisto en el ejército de la Wehrmacht alemana todo es perfecto, desfilamos por Berlín al paso de la oca con grandes bandas de músicos tocando a nuestro alrededor la gente nos aplaude y somos la envidia de todos. Presumo de tener un uniforme militar en el que está bordado Hermann, mi nombre, un mes después me destinan a Polonia en el 6º ejército junto a 650.000 soldados, en nuestro viaje nos dicen que debe ser secreto, que no contemos a nadie a donde vamos. Durante nuestro traslado nos tememos lo peor, que nos vamos a meter en guerra contra la URSS pero nuestros oficiales nos lo niegan, dicen que nos envían a supervisar la ocupación en Polonia.


Estamos en 1941 y nuestros superiores nos comunican que en junio de este mismo año empezará la operación Barbarroja contra la URSS, empezamos con todos nuestros preparativos y bel ambiente durante esos días es distinto, la gente habla menos y envía mas cartas a su familia por si será la última vez que hablen con ellos.

Empieza la ofensiva y la guerra no es lo que nos habían contado, tengo mucho miedo cuando lucho, hay amigos que veo morir frente mis ojos, pero aun así hay que continuar no podemos detener a llorar, el primer mes de guerra es bastante favorable a nuestro favor hemos llegado a Ucrania donde la población nos recibe en las calles con flores somos recibidos como liberadores, la campaña va de maravilla hemos captura a miles de soviéticos de los cuales se encargan los oficiales de las SS destinados en Rusia. Seguimos con nuestro avance hasta nuestro objetivo que es Stalingrado, hemos oído hablar de que la resistencia será feroz en esa ciudad. Parece que los rusos  se han reorganizado porque ahora nos cuesta más avanzar y mueren más de los nuestros bajo bombardeos aliados.

Finalmente llegamos a Stalingrado y empieza el frio invierno soviético, la invasión se ha paralizado nos hemos quedado a apenas 5 kilómetros de la línea defensiva soviética en la ciudad. Montamos campamentos para resguardarnos durante lo que parece una tregua de invierno, la vida es durísima apenas hay comida para llevarse a la boca, el frio se está cobrando aun más vidas y yo hago todo lo posible para calentarme.

Empieza a llegar el buen tiempo y con ello el deshielo, retomamos las ofensivas y conseguimos penetrar en la ciudad de Stalingrado pero la resistencia es durísima, pero tras meses de combate conseguimos despejar toda la ciudad excepto un reducto en la zona más alejada de la ciudad. Un mes después vemos como ofensivas rusas empiezan a cercar la ciudad y consiguen dejar a nuestro 6 Ejército cercado en Stalingrado muchos soldados alemanes se rinden y se entregan a los soviéticos. Ya quedamos muy pocos y muy debilitados, pero finalmente nuestro general Paulus se rinde y capitulamos, muchos serán fusilados con un tiro en la nuca en plena ciudad. Pero yo soy enviado a un Gulag donde trabajé durante 20 años, a mi vuelta a Alemania con 39 años y habiendo fastidiado mi mejor etapa de la vida todo había cambiado, todos odiaban a Hitler y al Nazismo.


José María Pérez Piqueras 1ºB  20/02/2018

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