Juan Fco. Cebrián Rodríguez (El día del juicio final)




EL DÍA DEL JUICIO FINAL

6 de junio de 1944, 8 de la mañana, siento la suave brisa marina que golpea mi cara, de fondo oigo unas pequeñas explosiones, pero pensé: ¨Serán los niños que estarán tirando piedras en el mar¨ De repente escuché la voz de mi mujer invitándome a entrar a cenar. Me levanté y entré en nuestra pequeña casa, “Hmm, huele delicioso ¿Qué tenemos hoy en el menú?”- le pregunté. Pero desgraciadamente nunca oiría su respuesta porque después de ese instante ya no volví a pisar aquel lugar.

Volví a sentir esa brisa, pero esta vez era mucho más fuerte y fría, justo después de eso oigo alguien que me grita: “! Mike, Mike despierta que vamos a llegar a Omaha!” Ese nombre me sonaba de algo creo que nuestro capitán lo había mencionado antes de que partiéramos de Dover. El caso es que conseguí desperezarme y lo que veían mis ojos no era nada esperanzador. Delante de nuestros ojos teníamos a un mar desbocado, una lluvia incesante y lo peor eran las expresiones de mis compañeros. Todos sabíamos lo que nos esperaba a escasos kilómetros de nuestra posición, alemanes.

Nuestra misión era neutralizar las posiciones defensivas alemanas y asegurar una cabeza de puente. A pesar de las circunstancias adversas todos estábamos confiados porque sabíamos que la noche anterior nuestra aviación había bombardeado la zona por lo que quedaría muy pocas fuerzas enemigas, además si eso no hubiera sido suficiente teníamos a nuestros acorazados que limpiarían la zona antes de que desembarcáramos así que las probabilidades de que fuera un éxito eran muy altas.

Pocos minutos después ya vislumbrábamos nuestro objetivo, todos estábamos impacientes por llegar, ansiosos por ganar a los alemanes y liberar Europa del yugo nazi. Pero nada mas llegar nuestra lancha a la playa un diluvio de balas llovió sobre nosotros, varios compañeros ya habían muerto, pero no podíamos quedarnos quietos, debíamos salir lo antes posible de aquella lancha para que pudieran llegar más tropas. Salimos todos corriendo y saltamos al agua porque la marea había subido y teníamos que nadar un trecho hasta llegar a la playa.

El espectáculo era desolador miles de soldados estaban nadando a duras penas en un mar desbocado y jalonado de cuerpos de compañeros suyos que habían muerto por un disparo o ahogados por el peso del equipo que llevábamos. En frente nuestro teníamos varios nidos de ametralladoras alemanas que nos estaban diezmando poco a poco pero afortunadamente una salva de nuestros acorazadas dejo inutilizados dos de ellos.

Después de un esfuerzo titánico conseguí llegar a la playa donde me refugié en un agujero provocado por un obús. Desde ahí puede observar como poco a poco las fuerzas americanas se reagrupaban en una delgada línea de playa bajo el intenso fuego alemán. Nuestro regimiento fue enviado a una zona donde había un acantilado para ayudar a los heridos.

Cuando llegamos ahí vimos a miles de soldados agonizando, pero lo pero estaba aún por llegar. Delante de nosotros teníamos una pared de piedra de 30 metros de alto y por el otro lado un mar que cada vez se estaba acercando más y más. Solo había una solución posible y era escalar la pared neutralizar el bunker alemán y subir a los heridos en camillas. Me ofrecí voluntario, y unos minutos después ya estaba escalando la pared. La ascensión resultó ser más complicada de lo que parecía por que el mal tiempo había convertido la roca en una superficie resbaladiza y afilada.

Nada más llegar a la cima oí una potente explosión y de repente mi vista se nubló y solo oía un zumbido incesante dentro de mi cabeza. Cuando por fin recuperé la vista vi que me faltaba un brazo y que tenia una pierna rota, desgraciadamente el resto de mi grupo no había tenido tanta suerte, los que no habían llegado se estrellaron contra el suelo en una caída de mas de 20 metros y los que habían llegado a la cima estaban desperdigados por todos lados.

Haciendo acopio de mis últimas fuerzas cogí una granada y la lance por la puerta trasera de bunker. Segundos después vi como una enorme mole de cemento estallaba en mil pedazos, la fuerza de la explosión fue tal que fui propulsado 3 metros hacia atrás al borde del precipicio. Entonces fue cuando, agotando mis últimos minutos de vida plante una bandera de los estados unidos como símbolo de victoria.

Juan Fco. Cebrián Rodríguez 1ºA 17 de febrero 2018

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