Marta Velasco (Una buena obra)



UNA BUENA OBRA

Durante el verano de 2016…un pequeño ser se cruzó en nuestras vidas para quedarse para siempre.

Una tarde de agosto María decidió salir a dar un paseo con su amiga. Fueron al centro de Denia y tomaron unos helados. A su vuelta escucharon a lo lejos unos maullidos débiles y casi apagados. Se fueron moviendo y cada vez los escuchaban más cerca. Cuando quisieron darse cuenta tenían al lado a un pequeño gatito abandonado en muy malas condiciones. Decidieron ir a casa y coger un poco de leche para el gato.

Cuando llegaron a casa sus padres estaban con amigos jugando a las cartas por lo que entraron disimuladamente, cogieron la leche y se fueron de nuevo al lugar donde habían encontrado al gato. La sorpresa fue que el gato no estaba solo si no que había una mujer que era de la protectora de animales y se lo iba a llevar.

Se acercaron a la mujer y esta les dijo si se lo querían llevar a su casa. Ellas no sabían qué hacer ya que una ya tenía gato y María no sabía si sus padres la iban a dejar, por lo que lo único que hicieron es coger el número de la mujer y decirle que mañana la daban noticias.

María llegó a casa entusiasmada porque tenía muchas ganas de adoptar al gatito asique se puso a hablar con sus hermanas de cómo conseguir que sus padres aceptasen al gato en casa.

Lo estuvieron pensando todo, desde quién le llevaría al veterinario, dónde colocar sus cosas en la casa, cómo transportarlo hasta Madrid, que es donde vivían, cómo su abuela, la cual tiene temor a cualquier tipo de animal, iba a ser capaz de convivir con el gato durante 15 días que iba a pasar en la casa de Denia e incluso pensaron en el nombre y dijeron si es chica Dory porque viene de la casa de la playa y si es chico Nemo.

Había muchas dudas y nervios incluso una de sus hermanas decía que no iba a salir bien ya que su madre iba a decir que sí y su padre que no por lo que no tendrían más opción que no cogerle. Pero María no perdió la esperanza.

Llamó a la mujer y le pidió que mañana por la mañana le dejase al gato para que sus padres lo viesen y si lo veían lo más probable es que se encariñarían.

A la mañana siguiente María y su amiga madrugaron para ir en busca del gato, nadie en la casa se esperaba lo que iba a suceder esa mañana.

Pasada media hora María entró por la puerta con el gato en brazos. Su padre que estaba desayunando bajó la cabeza y empezó a moverla de lado a lado con resignación. Su madre no tardó ni un segundo en verle, acariciarle y ponerse a llorar ya que sabía que la respuesta de su marido iba a ser que no. Y así fue, el padre no dejaba de repetir que no lo quería a pesar de que María estaba preparada para cualquier tipo de dificultad que opusiese el gato.

El gato indiferente a lo que pasaba entre las personas se acercó al felpudo e hizo pis. En ese mismo instante el padre le miró y le empezó a coger más cariño. Después de bastante rato debatiendo el padre dijo:

-Nos lo quedamos pero que sepáis que yo no me pienso ocupar de él ni le voy a dejar que se suba a la cama ni que se acerque a mí.

Todas contentas empezaron a saltar e incluso Nemo se puso contento. Le llevaron al veterinario, le desparasitaron, le curaron de su gripe, le limpiaron y le compraron comida.

Este día María hizo una buena obra a pesar de que nunca tuvo afinidad con los gatos y consiguió que un gato desnutrido tuviese un hogar en el que alimentarse y superar tanto el frío como el calor.

Cuando todo parecía perdido para Nemo llegó su ángel de la guarda.



Marta Velasco. 4ºE (15 de enero de 2018)

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