ÉNFASIS DE VIDA
Camino
por la vida, no sé dónde voy, a donde me dirijo, solamente pienso en todo
aquello que va pasando en mi vida, a lo lejos veo un camino y parece que al
fondo está iluminado, brilla mucho, y tengo que ir para allá. No me puedo imaginar
qué será, pero solo sé que me encarrilará y me dirigirá a una vida mejor…
Cae
la noche y como siempre me vuelvo a casa, siempre la misma rutina, siempre el
mismo camino, la monotonía ya cansa; pero hoy algo ha cambiado, me suena el
móvil y parece ser que el emisor está muy impaciente por que le coja el
teléfono, miro el móvil y es aquella persona que me dio todo los que necesitaba
y que he querido, sin tener conocimientos de nada, cojo el teléfono muy
emocionado, pero al oír la voz de mi madre con tanta angustia, me empiezo a
preocupar, no sé qué pasará pero parece algo grave. La primera palabra que dice
mi madre es: “Ha ocurrido algo terrible”, mi pregunta fue directa y concisa, y
su respuesta fue la que me hizo pasar toda esa conversación como si fuese a
cámara lenta.
Salgo
corriendo, quiero llegar ya a casa, pero el cansancio se empieza a notar, una
fatiga que no me deja avanzar más rápido, sino que me empieza a ralentizar,
pero al minuto de intentar esforzarme pienso en que todo vale la pena y que la
recompensa será equiparable con el esfuerzo. Cuando llego a casa veo a mis
padres llorar, voy a abrazarles mientras lloro con ellos. Cojo el coche y me
dirijo al único lugar donde nunca vas a querer visitar, nunca querrás estar
tumbado en esas frías camas, rodeado de personas que intentar salvarte de
cualquier manera.
Pasa
unos días y ahí estoy, en aquel sitio donde tu sueño será eterno y donde
dormirás para el resto de los años. Y ahí estoy, con todas aquellas personas
que sabes que siempre van a estar ahí contigo, apoyándote, queriéndote y que
siempre te ayudarán tanto en los buenos como en los malos momentos.
Estoy
en frente de la tumba, y empiezan a venir todos aquellos recuerdos con esa
persona que tanto querías, que tanto apreciabas y que ya nunca podrás volver a
ver, porque todo aquello que empieza también acaba y al igual que hay buenos
momentos, hoy es el día en el que tienes que llorar, y sufrir, porque ya no vas
a poder hacer nada.
Cojo
una rosa, la tiro a esa lápida fría y me derrumbo por completo, es inevitable,
no puedo hacer nada, solo llorar, pero noto una mano que me agarra del hombro y
entre lamentos y sufrimiento me dice: Ya no hay nada que hacer, solo estar con
la gente que tienes y que te va a ayudar a pasar todo esto. Parece que esto es
una despedida, y así es, es la hora de irse.
Y
aquí estoy, con el frío, caminando solo, necesito mi espacio y respirar fuerte,
no es algo que se pueda asumir tan rápido, sino que es como una cerilla, al
principio prende rápido pero luego tarda en arder. Pasa el tiempo y ya está
asumido, porque todas aquellas personas que están contigo te han dado su apoyo
y su cariño sin pedir nada a cambio.
Diego Sarrais Rodríguez
Grau Ruza
1ºA Bachillerato
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