Diego Sarrais (Énfasis de vida)




ÉNFASIS DE VIDA

Camino por la vida, no sé dónde voy, a donde me dirijo, solamente pienso en todo aquello que va pasando en mi vida, a lo lejos veo un camino y parece que al fondo está iluminado, brilla mucho, y tengo que ir para allá. No me puedo imaginar qué será, pero solo sé que me encarrilará y me dirigirá a una vida mejor…

Cae la noche y como siempre me vuelvo a casa, siempre la misma rutina, siempre el mismo camino, la monotonía ya cansa; pero hoy algo ha cambiado, me suena el móvil y parece ser que el emisor está muy impaciente por que le coja el teléfono, miro el móvil y es aquella persona que me dio todo los que necesitaba y que he querido, sin tener conocimientos de nada, cojo el teléfono muy emocionado, pero al oír la voz de mi madre con tanta angustia, me empiezo a preocupar, no sé qué pasará pero parece algo grave. La primera palabra que dice mi madre es: “Ha ocurrido algo terrible”, mi pregunta fue directa y concisa, y su respuesta fue la que me hizo pasar toda esa conversación como si fuese a cámara lenta.

Salgo corriendo, quiero llegar ya a casa, pero el cansancio se empieza a notar, una fatiga que no me deja avanzar más rápido, sino que me empieza a ralentizar, pero al minuto de intentar esforzarme pienso en que todo vale la pena y que la recompensa será equiparable con el esfuerzo. Cuando llego a casa veo a mis padres llorar, voy a abrazarles mientras lloro con ellos. Cojo el coche y me dirijo al único lugar donde nunca vas a querer visitar, nunca querrás estar tumbado en esas frías camas, rodeado de personas que intentar salvarte de cualquier manera.

Pasa unos días y ahí estoy, en aquel sitio donde tu sueño será eterno y donde dormirás para el resto de los años. Y ahí estoy, con todas aquellas personas que sabes que siempre van a estar ahí contigo, apoyándote, queriéndote y que siempre te ayudarán tanto en los buenos como en los malos momentos.

Estoy en frente de la tumba, y empiezan a venir todos aquellos recuerdos con esa persona que tanto querías, que tanto apreciabas y que ya nunca podrás volver a ver, porque todo aquello que empieza también acaba y al igual que hay buenos momentos, hoy es el día en el que tienes que llorar, y sufrir, porque ya no vas a poder hacer nada.

Cojo una rosa, la tiro a esa lápida fría y me derrumbo por completo, es inevitable, no puedo hacer nada, solo llorar, pero noto una mano que me agarra del hombro y entre lamentos y sufrimiento me dice: Ya no hay nada que hacer, solo estar con la gente que tienes y que te va a ayudar a pasar todo esto. Parece que esto es una despedida, y así es, es la hora de irse.

Y aquí estoy, con el frío, caminando solo, necesito mi espacio y respirar fuerte, no es algo que se pueda asumir tan rápido, sino que es como una cerilla, al principio prende rápido pero luego tarda en arder. Pasa el tiempo y ya está asumido, porque todas aquellas personas que están contigo te han dado su apoyo y su cariño sin pedir nada a cambio.

















Diego Sarrais Rodríguez Grau Ruza
1ºA Bachillerato

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