SABER
QUE SE PUEDE
Mi nombre es Irene y
hoy os voy a contar la historia que me marcó para toda la vida:
Hoy era jueves un día
como otro cualquiera tenía unas ganas tremendas de que llegase el viernes. Sonó
el despertador estaba cansadísima aquella noche había dormido muy poco,
dichosas pesadillas me decía. Me levanté, me preparé y salí de casa. De
costumbre mi madre era la que me llevaba al colegio. Nos montamos al coche,
dejé la mochila y las dos estábamos preparadas para irnos. Mi madre puso el
coche en marcha y piso el embrague en aquel momento se paró el mundo en un
instante, De repente sentí como una
llamarada y un intenso dolor me rodeaba
por las piernas , escuchaba gritos, ambulancias , todo iba muy rápido hasta que
vi todo negro.
Más tarde abrí los ojos
estaba muy confusa, aturdida me temía que algo no iba bien ¿y mi madre? ¿qué
hacía yo ahí? ¿Por qué estaba en aquel lugar? ¿Y esta cama? Tantas preguntas y
tan pocas respuestas que mi inquietud no pudo más, hice el amago para
incorporarme pero no podía no tenía fuerza suficiente, el cuerpo me pesaba.
En un instante miré
abajo y me di cuenta que faltaba algo, no se estaba incompleto, eran mis
piernas no estaban, las había perdido como si alguien se las hubiera
llevado. Entonces todo se me vino abajo
pensé que no iba a volver a caminar y
que nada merecía la pena. Me puse a
llorar desconsoladamente .Al rato, encendí la televisión para olvidarme de todo
y puse las noticias. Hablaban sobre un
atentado de un grupo llamado ETA y que había ocurrido esa mañana en Madrid, de
repente vi que salíamos mi madre y yo.
En ese momento se me vinieron imágenes fugaces por mi cabeza y justo
aquel instante en el que todo se apagó.
Pasó el tiempo, aquel
día que marcó mi vida cada vez estaba más lejos y pensé que no merecía la pena
seguir deprimida y amargada recordándome una y otra vez porque a mí. Entonces
empecé mi nueva vida. Me apunté a un deporte llamado “esquí alpino”. Era mi
nueva pasión, entrenaba duro hasta conseguir mis objetivos. Tras años de
constancia duros entrenos y sacrificios
llegó la ansiada recompensa, una medalla de oro, en ella decía Campeona
de España: “Irene Villa” Por primera vez volví a llorar… de emoción.
Cada día que me
levantaba veía aquella medalla que representaba la superación, el trabajo y su
ansiada recompensa. Mi mensaje para vosotros es que pesé a todas las
adversidades hay que levantarse porque cuanto más difícil es el objetivo mayor
es la recompensa. Tu vida empieza hoy y sólo tú tienes las riendas de tu vida.
Ese fue el final de mi
discurso. Todos los alumnos que estaban en el salón de actos me ovacionaron. Me sentí muy agradecida por
que ese jueves no impidió seguir mi vida.
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