CUÁNDO LLEGASTE
Un matrimonio
corriente. Ella es risueña, encantadora y todo el mundo dice que es una persona
que vale oro. Él la ama, con todas sus fuerzas.
Por las noches,
Cristina se queda dormida en el sofá antes de que acabe la película, y su marido
la lleva a la cama y le sube la manta hasta el cuello, porque así se siente
protegida. Tienen dos hijas. Dos preciosas niñas de pelo rizado y metro
setenta. Parecen una familia feliz, una familia de cuento.
En verano se van de
vacaciones a una casita que tienen a pie del mar Mediterráneo. Por las mañanas
van a la piscina a ponerse morenos, por
la tarde a la playa y cuando cae la noche a dar un paseo por el paseo
marítimo para sentir esa brisilla de agosto que tanto se agradece. Charlan y
ríen. Las mañanas de domingo son algo distintas; se van al centro y luego toman
el aperitivo en la terraza del bar de la esquina. Cristina no consigue decidir qué
bolso comprarse y le pregunta a su marido con voz dulce: -Carli, ¿el negro o el
azul? Él se queda embobado, mirándola dubitativo. Últimamente duda de todo
porque ella es lo único que tiene claro. –El azul va más contigo cariño, le
sugiere finalmente.
Lo bueno dura poco.
Llega septiembre. Vuelta a la dura realidad. Vuelta a la ciudad y a la rutina.
Y entonces él se cruza en el camino de Carlos. No tiene buen aspecto, le hace
sufrir.
Le hace la vida
imposible, le quita las fuerzas, y hasta las ganas de comer. –Tan malo no puede
ser, le dice Cristina. -Sí cariño, me quita las ganas de todo, créeme. Pese a
eso, Carlos continúa luchando contra él. Se siente impotente y de vez en cuando
se pregunta a sí mismo: ¿Por qué me haces esto? ¿Por qué a mí? Pero él sigue
empeñado en hacerle sentir como una mierda. Llega a pensar que todo es oscuro,
que no hay luz al final del túnel y que todo está perdido. Es lo peor que ha
conocido en su vida. Su peor enemigo.
Le aborrece, le
aborrece con todas sus fuerzas, él y cualquiera en su sano juicio.
Su mujer y sus hijas
tampoco lo entienden, ¿por qué le haces sufrir a
él? Que siempre ha llevado la primavera en sus ojos. Anda que no hay que ser
malo y no tener escrúpulos para hacer sentir de tal forma a un hombre tan noble
como es Carlos. Anda que no hay que ser malo para tener jodida, a saber cuánto
tiempo, a una familia entera, a una familia feliz. Anda que no hay que ser
malo, jodido cáncer, para acabar con la vida de tantas y tantas personas.
Carlos es mi padre. Y
hace ocho meses le diagnosticaron un tumor en el páncreas con metástasis en el
hígado y hace poco le detectaron metástasis en el hueso. Pero, Dios da sus
peores batallas a sus guerreros más fuertes, ¿no? O eso dicen. Pues bien, mi
padre es la persona más fuerte que nadie pueda conocer. Sigue riendo a pleno
pulmón, peleando seguro de su victoria contra el cáncer y disfrutando cada día
como si fuera el último. Es una persona verdaderamente valiente y admirable.
Ojalá algún día mi hermana y yo podamos encontrar a alguien que le llegue a él
a la suela de los zapatos.
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