UNA
LLUVIA EN PARTES
Todavía recuerdo aquel día
lluvioso cuando la lluvia golpeaba a la ventana, estaba tumbado en mi cama a las 2 de la
mañana escuchando el agua golpear. Empecé a pensar sobre la lluvia y me
pregunte él porque…
Pensé en todas esos momentos en los que la lluvia
no existe, cuando todo va bien no tienes ninguna preocupación y deseas que todo
sea siempre así, deseas seguir viviendo en un mundo en el cual parece que los
problemas no existen, un mundo en el cual no ves ni los problemas acercarse ya
que estas viviendo un verano constante.
Me di cuenta de que en
ese verano siempre algún día se acerca una lluvia, y haces todo lo posible para
evitarla pero sabes que tarde o temprano va a llegar. Esa lluvia puede estar
provocada por diferentes cosas, como puede ser echar de menos a alguien, una acumulación
de cosas, perder un amigo, es decir problemas. Te extrañas al ver como en
verano una lluvia golpea tan fuerte a la ventana. Pero me sirvió para darme
cuenta que no siempre todo iba a ir bien y que la lluvia siempre va a acabar
llegando.
De todas formas
desearía que la lluvia no llegara nunca, sin embargo aprendí que a veces esa
lluvia era necesaria ya que una sequía nunca es buena y de vez en cuando lo
mejor es que llueva y asi de esta forma abres los ojos y vuelves a la realidad,
evadiendo así el mundo del verano constante.
También hay épocas en
las que la lluvia es constante, todos
los días viene una lluvia y cada día esa lluvia va a más. Cada día se te
acumulan más cosas y todo va a peor. Ves como hay veces que estás en el ojo de
la tormenta y también, como cada vez que miras o imaginas los ojos de esa
persona que echas de menos, que ya no está, es ahí cundo la tormenta se acerca más
a ti, la forma en la que ves esos ojos hace que la lluvia cada vez sea más
fuerte. Para evitarlo recurres a distracciones como pueden ser los amigos o
estar con la familia. Pero sabes que esos ojos siempre estarán ahí, sabiendo
que esos ojos pueden provocar la mayor lluvia.
Por último hay momentos
en los que la lluvia aparece de vez en cuando y el sol también, ese sol que
puede hacerte la persona más feliz, pero también esa lluvia que puede
arrancarte toda esa felicidad. En estos momentos llegas a un punto en el que no
sabes ni cómo estás, en el cual odias el verano pero también la lluvia y solo
quieres encontrar un punto intermedio.
Gracias a esta reflexión
me di cuenta de tres cosas:
La primera es que la
lluvia a veces es necesaria, y que el
verano también es necesario, pero que no es bueno vivir uno de los dos constantes
ya que ambos pueden afectarte. El verano hace que ignores cosas que pueden ser
importantes, mientras que la lluvia hace que te preocupes por cualquier cosa,
ya que la mayor tontería puede provocar esta lluvia en el cualquier momento.
La segunda es, que el pensar en esta lluvia
también me sirvió para saber que muchas veces está provocada por nosotros
mismos, por nuestra forma de pensar o de ver las cosas. Esto lo podemos ver
reflejado en nuestros propios ojos, si, esos los cuales mencionaba antes, los
cuales son el ojo de la tormenta. Podemos observar y sentir como el mero hecho
de ver los ojos de esa persona que echas de menos pueden provocar en tus ojos,
los ojos de la tormenta, la mayor lluvia vista nunca.
Y por último, me di
cuenta de que la lluvia es nuestro interior, que las lagrimas son las gotas de
agua, que los ojos son el origen de ella, que ese ruido provocado por las gotas
de agua al chocar con la ventana, es el ruido de nuestro corazón, ya que cuando
la lluvia aumenta, más se acelera y más
ruido hace, y esa ventana donde golpean las gotas es nuestro cuerpo el cual
hace que las lagrimas no entren dentro.
Joaquín
Fernández Navarro, 1ºB, 20-05-201
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