NUNCA MÁS
Adiós,
me marcho.
Espero
que cuando leas esta carta este muy lejos de ti. Seguro que te estás
preguntando por qué no me has encontrado hoy en la cama y ya estarás ideando lo
que me harás por desobedecerte cuando me encuentres. ¿Qué será está vez, me
pegarás hasta saciarte o me encerrarás durante dos días seguidos como aquella
vez?
Es
curioso lo que se puede cambiar en tan poco tiempo. Parece que aquella persona
a la que conocí a los 17 se hubiese desvanecido y hubiese sido sustituida por
ti. ¿Qué fue de aquel chico dulce y cariñoso, de mi mejor amigo y de la persona
en la que más podía confiar? ¿Dónde fueron a parar todos aquellos “te quiero” y
“jamás te haría daño”?
Durante
mucho tiempo me lo creí y te perdoné una y otra vez diciéndome a mí misma que
estabas así por el estrés de terminar la carrera y buscar trabajo, pero ya han
pasado 4 años, Jaime, y sigues igual.
No
puedo decir que no te quiero porque no solo te estaría mintiendo a ti, sino a
mí. Nunca olvidaré ese 2 de julio en Barcelona, ni el día en el que hablamos
primera vez; nuestras primeras vacaciones juntos, o cuando conocí a tus padres.
Aquellos momentos en los que todo el mundo envidiaba nuestra perfecta relación.
Una relación que parecía no tener fin, una relación sana en la que ninguno era
superior.
No
puedo ni quiero hacer que todos estos bonitos recuerdos desaparezcan así de
repente, pero tampoco puedo hacer que lo hagan otros. La primera vez que me
pegaste estará siempre grabada en mi cabeza. Nunca te había visto tan enfadado,
no podía creerme que de verdad lo hubieses hecho, incluso pensé que yo estaba
haciendo algo mal y que era todo mi culpa. Esa primera vez por lo menos me
pediste perdón e intentaste echarle la culpa a tus amigos que, supuestamente,
te habían hecho enfadar. Pero ¿ qué tenía eso qué ver conmigo? Te perdoné de
todas formas pensando que no lo volverías a hacer, que había sido una cosa
eventual. ¡Qué equivocada estaba! Eso solo era el principio.
Me
gustaría decir que no fue a más, que solamente me pegabas muy de vez en cuando
y en momentos eventuales, pero no fue así. Tan solo pasaron tres días y la
historia se volvió a repetir, pero esta vez multiplicada por 2 y así
sucesivamente. La cosa subió de nivel cuando tuve que ir incluso al hospital y,
al preguntar los médicos cuál había sido el motivo de mi caída, les contestaste
que había sido un mareo y que cuando llegaste yo ya estaba en el suelo. Atónita
yo no dije nada. Error mío. Lo viste como una aprobación y subiste el nivel.
Y
así seguimos actualmente. Estoy cansada de que todos los días suene la misma
canción, de vivir atemorizada con pavor de cómo llegarás a casa, y yo no diga
nada por miedo a las consecuencias, a que te crezcas aún más.
He
estado dándole vueltas a la cabeza y me he dado cuenta de que no tiene sentido
que yo me deje la piel por tí y tú las pagues todas conmigo. No me gusta
sentirme el juguete de nadie y menos ser menospreciada por alguien que es mucho
peor que yo.
Aunque
no debería, te pido perdón. Siento no haber sido tan paciente y al parecer no
ser como tu querías que fuese pero, como tu decías, no tengo que cambiar por
nadie.
Pero
esta vez ya es la definitiva. Ahora hay otros que viendo lo que me has hecho, no
me dejan volver y quizá tengan razón.
Por
eso te escribo esto para decirte que soy yo la que debo elegir cómo vivir, y
tus maneras no son mi elección. Elijo una vida en la que sea yo quien manda
sobre mí y en la que nunca más nadie me trate como un objeto de provecho sobre
el que desahogarse. Espero que te des cuenta de en qué te has convertido y
cambies. Lo hecho, hecho está, pero, por favor, no le hagas pasar por esto a
nadie más.
Nunca más.
Sandra
LEIRE PÉREZ NÚNEZ 1ºB BACHILLERATO
Mayo 2018
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