El juez es la persona que resuelve una controversia o que
decide el destino de un imputado, tomando en cuenta las evidencias o pruebas
presentadas en un juicio, administrando justicia…. Ja, ja, nada más y nada menos. Me da la risa.
Sois unos inocentes e
incautos. ¿Creéis en la imparcialidad de
un juez? somos seres humanos, con nuestras virtudes y nuestros defectos y en mi
caso, uno muy grande LA AMBICIÓN.
Todavía no me juzguéis, terminar de escuchar mi historia y me
podréis entender, estoy segura que algunos me odiarán, ..aunque yo sé que en su
interior me envidian.
He sido una persona con una vida bastante normalita. Familia
media-baja, varios hermanos, padre funcionario y madre ama de casa. Los años
iban pasando y con ellos todas las etapas que les correspondían. Nunca tuve
demasiado claro qué quería hacer con mi vida, pero igual que la vida fue
normalita, el colegio e instituto también pasaron sin sorpresas.
Quizá por pura casualidad o por influencia de las series de
tv, me metí a estudiar la carrera de derecho y ahí comenzó a despertar mi
verdadera e ingenua vocación. No podía permitir que todos esos sinvergüenzas
que salían en los telediarios, salieran impunes de todos sus delitos,… no podía
ser… así que tras mucho no, muchísimo trabajo, por fin ya era jueza, comenzaba
mi propia aventura.
Los inicios fueron difíciles, no podía entender por qué lo
que parecía justo no podía aplicarse, la decepción apareció en escena, se deben
cumplir las leyes y éstas no siempre son justas. Familias abandonadas a su suerte por amorales
despidos. Campesinos que se quedan sin tierras por embargos indecentes, y un
largo etc que hacía que cada día entendiera menos el sentido del trabajo de mis
compañeros…. Yo no podría ser así, imposible… qué equivocada estaba.
Todo comenzó con un sobre recibido en mi despacho, algo tan
inocente y simple como una invitación a una cena en casa del alcalde para la
celebración de las fiestas locales, abrió la caja de los truenos.
No fue una sorpresa compartir mesa con la cúpula política y
empresarial de la zona, la sorpresa llegó tras el postre. Con una naturalidad
impresionante, uno de los comensales me recomendó que podría ayudar con mis
sentencias a un grupo de empresarios y que a cambio el beneficio sería para
todos, claro que con total discreción…. Fue el inicio de una muy ventajosa
colaboración con todo aquel que pudiera ofrecer algo que me pudiera interesar.
Qué peligrosa y agradable espiral de corrupción había germinado en mí.
Cada día lo tenía más claro, quería vivir bien y para eso
necesitaba las herramientas necesarias para conseguir “El Poder” para dominar
todas las posibles situaciones que se presentaban y controlar a todas las
personas implicadas. Y “Poder” nunca me ha faltado, soy jueza, todos se sienten
obligados a tenerme a su favor, por su propio bien. Tarde o temprano me
necesitan.
El alcalde, el dentista, el empresario, el farmacéutico, todos
necesitan que la señora jueza les ayude un poquito. Cuando no es una recalificación
es una pequeña estafa o un embargo por impago. Siempre hay algo que puede
convertirse en un nuevo, interesante y lucrativo negocio.
Los años van pasado en esta pequeña ciudad, y todos, con
mucha discreción, hemos conseguido un muy buen equilibrio. Nadie sospecha,
todos me respetan o temen, ya que tienen mucho más que perder que yo. Todo lo
he hecho con mucha calma, paciencia e inteligencia, no hay errores.
No han desaparecido mis sueños de juventud, mi empeño por
castigar a los maltratadores, violentos y traficantes ha hecho que muchas
personas se vean un poco recompensadas por su sufrimiento, por esta razón
también me he ganado a esta pobre gente que han tenido la mala suerte de ser
objetivo de estos delincuentes. Ejercer
el poder de privar de libertad a estos degenerados, provoca mayor satisfacción
en mí que el resto de casos mucho más lucrativos, pero estos juicios,
afortunadamente no proliferan por esta ciudad.
No podré olvidar a una joven que en defensa propia hirió a su
marido mientras la propinaba una buena paliza, parece ser que bastante habitual
en sus costumbres. Nunca lo había denunciado porque no tenía medios económicos
suficientes para poder dar a sus hijos
una calidad de vida igual a la que les proporcionaba los ingresos
conjuntos. Él la denunció y yo le envié
a la cárcel por maltratador. Uno de mis contactos la proporcionó un nuevo
empleo, pudiendo independizarse y dirigir su vida.
Últimamente la cúpula del poder de la provincia me propuso, meterme en política. ¡Qué poco inteligentes! No se dan cuenta que ya lo tengo todo, tengo
sus carreras en mis manos, su futuro. No me hace falta más.
María Gutiérrez Rico,
1º B bachillerato, Mayo 2018.
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