8 DE SEPTIEMBRE DE 1915
Iba caminando por la calle tranquilamente cuando sonaron
las sirenas, no sabía ni lo que significaba ni lo que iba a pasar, hasta dentro
de un rato. Mi madre me cogió del brazo y me dijo que empezásemos a correr.
Íbamos hacia el metro al igual que más gente, yo no entendía nada no sabía en
que pensar yo solamente hacia lo que mi madre me decía.
Cuando llegamos al metro la gente no paraba de entrar y
gritar, la gente estaba llorando y lamentándose, pero yo no entendía por qué.
Entonces me acorde de mi hermano Jaime y de papa, que estaban en casa. Me
pregunte que estarían haciendo ahora o dónde estarían.
De repente empezaron a sonar ruidos muy fuertes y sonidos
de ráfagas continuos, no pararon durante toda la tarde, cuando por fin pudimos
salir al exterior todo había cambiado totalmente, ya no estaba la tienda de
juguetes donde yo solía ir con mi hermano, tampoco estaba el quiosco donde papa
iba a por el periódico ni tampoco estaba el supermercado al que íbamos con
mama. Es mas ya no estaban ni las casas de los vecinos y no conseguía ver mi
casa. Más tarde me di cuenta que la calle estaba lleno de gente en el suelo y
todo lleno de sangre, pero yo no acaba de entender lo que había pasado. En la calle
había gente en uniforme con escopetas y cosas parecidas. Cuando me di cuenta
que mi madre no estaba me puse nervioso y la empecé a buscarla entre la
multitud, cuando la encontré estaba en el suelo junto a mi hermano y a mi
padre, los dos estaban en el suelo llenos de sangre y no se despertaban. Mama
no paraba de llorar y me dio un gran abrazo. Más tarde mi madre me explico
todo, que los alemanes nos habían bombardeado nuestra ciudad.
Esto se repitió durante unos cuantos días, a partir de
ese momento mi vida cambio totalmente, ahora nos pasábamos todo el día en casa
de la vecina escondidos en el armario, por las noches podíamos salir a cenar y
a jugar un poco y luego por las mañanas volvíamos al armario.
Hasta que un día llegaron unos soldados con uniformes
diferentes y nos cogieron, hablaban de manera distinta, un idioma que yo no
entendía. Estos soldados nos llevaron junto a otras personas a un sitio cerrado
todos llevamos un brazalete en el brazo con un símbolo. Todos fuimos a un
descampado donde no nos daban mucho de comer y la gente iba desapareciendo y
otros iban llegando.
Llegó un día en el que nos tocó a mí y a mi madre ir a
esa misteriosa habitación en la que la gente desaparecía, nos dijeron que nos
quitásemos la ropa y que entrásemos. Lo siguiente que recuerdo fue caer al
suelo y no volver a despertarme nunca más.
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