Nicolas Andreu (8 de septiembre de 1915)



8 DE SEPTIEMBRE DE 1915


Iba caminando por la calle tranquilamente cuando sonaron las sirenas, no sabía ni lo que significaba ni lo que iba a pasar, hasta dentro de un rato. Mi madre me cogió del brazo y me dijo que empezásemos a correr. Íbamos hacia el metro al igual que más gente, yo no entendía nada no sabía en que pensar yo solamente hacia lo que mi madre me decía.


Cuando llegamos al metro la gente no paraba de entrar y gritar, la gente estaba llorando y lamentándose, pero yo no entendía por qué. Entonces me acorde de mi hermano Jaime y de papa, que estaban en casa. Me pregunte que estarían haciendo ahora o dónde estarían.


De repente empezaron a sonar ruidos muy fuertes y sonidos de ráfagas continuos, no pararon durante toda la tarde, cuando por fin pudimos salir al exterior todo había cambiado totalmente, ya no estaba la tienda de juguetes donde yo solía ir con mi hermano, tampoco estaba el quiosco donde papa iba a por el periódico ni tampoco estaba el supermercado al que íbamos con mama. Es mas ya no estaban ni las casas de los vecinos y no conseguía ver mi casa. Más tarde me di cuenta que la calle estaba lleno de gente en el suelo y todo lleno de sangre, pero yo no acaba de entender lo que había pasado. En la calle había gente en uniforme con escopetas y cosas parecidas. Cuando me di cuenta que mi madre no estaba me puse nervioso y la empecé a buscarla entre la multitud, cuando la encontré estaba en el suelo junto a mi hermano y a mi padre, los dos estaban en el suelo llenos de sangre y no se despertaban. Mama no paraba de llorar y me dio un gran abrazo. Más tarde mi madre me explico todo, que los alemanes nos habían bombardeado nuestra ciudad.


Esto se repitió durante unos cuantos días, a partir de ese momento mi vida cambio totalmente, ahora nos pasábamos todo el día en casa de la vecina escondidos en el armario, por las noches podíamos salir a cenar y a jugar un poco y luego por las mañanas volvíamos al armario.


Hasta que un día llegaron unos soldados con uniformes diferentes y nos cogieron, hablaban de manera distinta, un idioma que yo no entendía. Estos soldados nos llevaron junto a otras personas a un sitio cerrado todos llevamos un brazalete en el brazo con un símbolo. Todos fuimos a un descampado donde no nos daban mucho de comer y la gente iba desapareciendo y otros iban llegando.
Llegó un día en el que nos tocó a mí y a mi madre ir a esa misteriosa habitación en la que la gente desaparecía, nos dijeron que nos quitásemos la ropa y que entrásemos. Lo siguiente que recuerdo fue caer al suelo y no volver a despertarme nunca más.

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