UN
NUEVO MUNDO
Estábamos ahí en
medio de la nada y a la vez en medio de todo, un todo que cambiaría el
transcurso de la historia tal y como la conocemos, las olas arremetían con
fuerza contra la playa, la marea estaba baja y se esperaba una nueva pasada de
la Luftwaffe en unas horas.
Estábamos
rodeados por todos lados y desde la playa se podía ver nuestra casa, si
perdíamos la playa la guerra estaba decidida. Me senté junto a un gabacho y los
dos sin mediar palabra nos dimos un abrazo y compartimos el poco agua que nos
quedaba en las petacas, la convivencia con ellos se había vuelto algo habitual
ya que los recursos escaseaban,
En un diámetro
de más de 100 km no quedaba nada simplemente se apreciaba destrucción y muerte
todo eso generado por la avaricia de los poderosos, nosotros éramos simplemente
peones dispuestos a morir por defender a nuestra patria mientras éramos
bombardeados sin poder defendernos.
Unas horas
después escuchamos el fuerte estruendo de los aviones alemanes que como todos
los días nos bombardeaban, me puse a cubierto y por un momento no sentí nada
parecía que el tiempo se había detenido hasta que el ensordecedor pitido de los
oídos me devolvió a la realidad.
Estábamos
destrozados algunos hombres incluso se tiraban al mar con la intención de
llegar a casa, una casa que casi se podía ver, estábamos tan solo a 100 km pero
atrapados sin poder y a ningún sitio. En esa playa había más de 400.000 hombres
y desde la capital se conformaba con que volviesen tan solo 100.000, las cifras
eran escalofriantes y poco alentadoras.
Días de
incertidumbre, hambre y sufrimiento viendo como nuestros hermanos morían vimos
en el horizonte lo que parecía nuestra salvación cientos de barcos civiles de
pequeño calado que venían a llevarnos a casa.Esa gente a la que intentamos
defender con sangre y sudor eran los que nos habían rescatado.
Cuando llegamos
al pequeño pueblo de Dover no parecía que nos hubiesen rescatado las caras de
decepción y el silencio reinaba, un sentimiento que era peor que un disparo.
Habíamos perdido la playa y la guerra no parecía bien encaminada. Nos montamos
en un tren rumbo a Londres para reunirnos en los cuarteles.
Para nuestra
sorpresa cuando llegamos a la estación de Victoria la gente golpeaba las
ventanillas con cerveza y nos daban periódicos, la guerra no estaba perdida y
los aliados continuaban la ofensiva, el titular decía así: “Los héroes de
Dunkerque regresan a casa”
era complicado
contener la emoción.
Como dijo
nuestro primer ministro: “El problema de nuestra época es que los hombres no
quieren ser útiles sino poderosos” mire a mi acompañante y le dije “Cuando Dios
quiera el nuevo mundo dará un paso al frente para rescatar y liberar al viejo”
ya tenia claro quien iba a ganar esta guerra, nuestra guerra.
Rafael Martin
Ruiz 4ºF N°21
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