Rafael Martín (El nuevo mundo)



UN NUEVO MUNDO

Estábamos ahí en medio de la nada y a la vez en medio de todo, un todo que cambiaría el transcurso de la historia tal y como la conocemos, las olas arremetían con fuerza contra la playa, la marea estaba baja y se esperaba una nueva pasada de la Luftwaffe en unas horas.

Estábamos rodeados por todos lados y desde la playa se podía ver nuestra casa, si perdíamos la playa la guerra estaba decidida. Me senté junto a un gabacho y los dos sin mediar palabra nos dimos un abrazo y compartimos el poco agua que nos quedaba en las petacas, la convivencia con ellos se había vuelto algo habitual ya que los recursos escaseaban,

En un diámetro de más de 100 km no quedaba nada simplemente se apreciaba destrucción y muerte todo eso generado por la avaricia de los poderosos, nosotros éramos simplemente peones dispuestos a morir por defender a nuestra patria mientras éramos bombardeados sin poder defendernos.

Unas horas después escuchamos el fuerte estruendo de los aviones alemanes que como todos los días nos bombardeaban, me puse a cubierto y por un momento no sentí nada parecía que el tiempo se había detenido hasta que el ensordecedor pitido de los oídos me devolvió a la realidad.

Estábamos destrozados algunos hombres incluso se tiraban al mar con la intención de llegar a casa, una casa que casi se podía ver, estábamos tan solo a 100 km pero atrapados sin poder y a ningún sitio. En esa playa había más de 400.000 hombres y desde la capital se conformaba con que volviesen tan solo 100.000, las cifras eran escalofriantes y poco alentadoras.

Días de incertidumbre, hambre y sufrimiento viendo como nuestros hermanos morían vimos en el horizonte lo que parecía nuestra salvación cientos de barcos civiles de pequeño calado que venían a llevarnos a casa.Esa gente a la que intentamos defender con sangre y sudor eran los que nos habían rescatado.

Cuando llegamos al pequeño pueblo de Dover no parecía que nos hubiesen rescatado las caras de decepción y el silencio reinaba, un sentimiento que era peor que un disparo. Habíamos perdido la playa y la guerra no parecía bien encaminada. Nos montamos en un tren rumbo a Londres para reunirnos en los cuarteles.

Para nuestra sorpresa cuando llegamos a la estación de Victoria la gente golpeaba las ventanillas con cerveza y nos daban periódicos, la guerra no estaba perdida y los aliados continuaban la ofensiva, el titular decía así: “Los héroes de Dunkerque regresan a casa”
era complicado contener la emoción.

Como dijo nuestro primer ministro: “El problema de nuestra época es que los hombres no quieren ser útiles sino poderosos” mire a mi acompañante y le dije “Cuando Dios quiera el nuevo mundo dará un paso al frente para rescatar y liberar al viejo” ya tenia claro quien iba a ganar esta guerra, nuestra guerra.

Rafael Martin Ruiz 4ºF N°21







Comentarios