LA
POBREZA FRENTE AL IVA
Todo empezó un lunes
lluvioso, no solo por el día, sino porque sobre el rostro de mi madre caía una
pequeña lagrima. Al mirar me di cuenta de que estaba mirando una pequeña moneda
dentro de su cartera; no podía entender la situación, no la comprendía. Solo el
llanto de mi madre ya provocaba que mi alma estuviera agonizando, de por qué no
la entendía -le pregunté- el porqué de llantos. Ella sonrió y me dijo: tu
tranquilo, toda ira bien. Pero en el fondo de mi corazón sabía que no era verdad,
pero igualmente sonreí para consolarla. Al día siguiente la acompañé a la
compra para pasar un tiempo juntos. Tomé la lista de la compra con una alegría
que las personas se sorprendieron, y sonrieron a la vez que confundidos, pero
cuando vi los precios, la verdad me fue revelada, una daga fría y certera me
enseñó el motivo de las lagrimas de mi madre. No podía creerlo ¿cómo era que
hasta ahora podíamos comer con el sueldo de mis padres? Sonreí falsamente, me dirigí
a mi madre y la abracé más fuerte que en toda mi vida.
Terminamos de comprar y fuimos a casa para hacer
la cena, cuando me di cuenta solo había un plato y le pregunté a mi madre ¿Por
qué?, pero ella respondió que no tenía hambre, no lo comprendía en ese momento,
pero lo que si veía eran las delgadas líneas que tenía en su cuerpo provocadas
por no comer. Un día, cuando entré en mi cuarto encontré a mi padre colgado de
la pared. Paralizado por la confusión y la tristeza, solo hice una cosa, gritar
una palabra ¡MAMÁ!, ella vino corriendo y al verlo me tapo los ojos y me llevó
a la cocina. Le pregunté si estaba bien ella, y con una sonrisa manchada por las
lágrimas dijo que solo estaba durmiendo. Después de ese día dejé de hablar con
nadie, ni con mi madre, solo escribía, pero ella era una mujer fuerte igualmente,
nunca dejo de sonreír, sonreía porque ella decía que mientras mantuviera su sonrisa
yo estaría junto a ella. Cuando me dirigía al colegio unos martes por la mañana
dieron en clase que hay muchos tipos de impuestos, pero que había dos muy
importantes: el IVA y el IRPF pero que el IVA no tenía en cuenta la situación
de cada persona en ese momento. Pregunté confundido a mi profesor: ¿porqué los
que cobran más pueden tener el mismo IVA que los que tienen menos? Se me quedó
mirando y dijo: No lo sé. Era la primera vez que escuchaba a un profesor decir
eso.
Cuando volví a mi casa
pensativo, dije inocentemente a mi madre: ¡Ya sé porque estamos así mamá, es
por el IVA, no le caemos bien! Mi madre se rio por primera vez desde hacía
mucho tiempo. Lo que me atormentaba todos los días era que el rostro de mi
madre era cada vez más pálido y delgado con el tiempo. Hasta que un día, cuando
estábamos caminado por el parque, se desplomó antes mis ojos lentamente sobre
el suelo; antes que llegaran los médicos me dijo una cosa, con voz temblorosa: “Mi
vida, te encargo la tarea de sonreír pase lo que pase”. Después de eso, pasara
lo que pasara, siempre sonría, porque cada vez que lo hacía, veía a mi madre
junto a mi padre sonriéndome. La conclusión a la que yo llegué era que, el IVA no discrimina de razas o de clases, el IVA era el que se
quedaba mirando expectante mientras la pobreza sollozaba de dolor y suplicaba
ayuda.
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