Ana Poza López ( Un futuro esperanzador)




UN FUTURO ESPERANZADOR


Era una fría tarde, la cabeza me estallaba, iba camino al hospital donde se encontraba mi amigo Marcos.

Desde hace medio año padecía una de las enfermedades que a más personas afecta en nuestros días. Pero hace una semana nos despertamos con la noticia de que le tenían que amputar una pierna. Mientras caminaba no dejaba de pensar que palabras podía decirle para animarle ante esta tremenda situación.

Marcos tenía 18 años, le encantaba jugar al baloncesto, pertenecía a un equipo desde los 14 años en el que había ganado varios torneos. También era un apasionado de la guitarra y por supuesto salir a la montaña con su perro Yanko.

En vez de coger el ascensor, subí las escaleras para dilatar mi encuentro con él. Cuando entré en la habitación estaba solo escuchando música; al verme, me regaló una gran sonrisa y me tendió los brazos para darme un abrazo. Sin dejarme pronunciar una palabra me soltó: “¿Te has enterado de la noticia?, Me van a cortar una pierna. Pero no pasa nada; tras el primer impacto, he estado reflexionando y la cosa no es tan grave, todavía me queda la otra pierna y muchísimas cosas por hacer. Marcos prosiguió, en el hospital he aprendido muchísimo. De los médicos, enfermeras…, pero sobre todo de mis valientes compañeros. Ellos me están enseñando a no rendirse nunca, a aprovechar y disfrutar de todas las cosas que tienes en vez de quejarme y amargarme por las que no tengo”.

Yo no salía de mi asombro, notaba como mi cara se iba iluminando al ver la suya tan llena de paz. No podía parar de sorprenderme como el rostro de Marcos irradiaba alegría ante esta situación. Él siguió hablando, contándome todos sus planes; ya le habían contado cómo iba a ser su prótesis, había mirado piscinas en las que podría ir a nadar, había contactado con una asociación de niños enfermos en la que él podía ayudar… y realmente estaba emocionado con el futuro que tenía ante sus ojos, verdaderamente era conmovedor. Me impresionó como consecuencia de la pérdida de la pierna, Marcos estaba descubriendo cosas nuevas que podía ganar.                     Seguimos hablando de nuestras cosas durante un largo rato.



Yo que temía esa visita al hospital, ahora no quería salir de aquella habitación, pero llegó la hora de su cena y nos despedimos con otro fuerte abrazo. Quedé en que volvería antes de la operación para hacer una despedida en condiciones de su pierna.

Cuando bajaba las escaleras, mi corazón iba lleno, con una sensación que no sabría explicar en la que se mezclaban agradecimiento, fuerza, esperanza…, y sobre todo ilusión por todas las cosas que nos quedaban por hacer.

Ana Poza López.
1ºBachillerato A.
02/11/2018

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