Anabel Domingo (La dura realidad)




LA DURA REALIDAD

En una calurosa mañana de verano, un padre, despertó a su hijo de 10 años, diciéndole que se iban a pasar unos días de vacaciones, era un viaje solo de padre e hijo, por lo que su madre y su abuela, no se podían enterar.

Cogieron lo necesario, pocas cosas. Y aun sin salir el sol, se dispusieron a caminar. Se dieron cuenta de que no iban solos, mucha más gente había decidido salir ese mismo día. El niño no podía dejar de pensar cual sería el destino final de esas vacaciones y el padre pensaba si todo iba a salir bien.

A lo lejos se veía el mar, y ya por fin el sol salía. Había mucho ruido, niños, adultos e incluso personas mayores. Estuvieron esperando mucho rato, nadie sabia que pasaba ni que tenían que hacer. Allí conocieron a otra familia, la madre y dos niños más pequeños.

 Los niños estuvieron jugando juntos hasta que la voz del padre les hizo volver donde estaba toda la gente. Empezaron a avanzar, la gente gritaba y se tiraban unos encima de otros, los niños no entendían nada.

Tras muchas horas de pie, sin comer nada y con mucho calor, les repartieron chalecos salvavidas. Eliniko y sus nuevos amigos se pusieron el chaleco rápidamente emocionados y consiguieron montarse en una barca con la madre de Saín y Cela, sus amigos. Su padre, como sabía nadar, lo primero que hizo fue tirar su documentación y la de Eliniko para que cuando llegasen a España no les puedan deportar a su país de origen. Seguidamente se despidió de su hijo ya que la barca tenía que salir y él iría nadando.

Tras varias horas en la barca, consiguen ver algo de tierra, allí les están esperando voluntarios de la Cruz Roja para ofrecerles todo lo necesario. Todos los de la barca habían conseguido llegar, aunque no siempre es así. Primero pasaron por un control para ver que todos están bien, les dieron algo de comer y mantas, ya que en España hacía más frío.

Ya era por la noche, estaban en un polideportivo y habia mas gente que no venían con ellos. Los niños no eran conscientes de donde estaban ni por qué ni para que estaban ahí. Eliniko no sabía nada de su padre ni de el resto de personas que iban con él, su padre, ha España no habia llegado.

A la mañana siguiente seguía llegando mas gente, cada vez eran más. Los que tenían suerte después de pasar los controles necesarios, se montaban en autobuses y les llevaban a diferentes ONG. Ellos estaban en Almería, allí mediante la ONG, los niños consiguieron ir a la escuela para poder formarse. Cada día seguía llegando más y más refugiados.

Eliniko por las tardes, ya que por las mañanas iba a clase, ayudaba en la ONG con todo lo que podía. Daba charlas contando su experiencia, apoyaba a los que habian llegado recientemente a España, etc…

Cuando terminó sus estudios se dedicó plenamente a ayudar a los demás en la ONG. Sus amigos, Saín y Cela, eran imprescindibles para él, los tres trabajaban juntos. Con el paso del tiempo, Eliniko consiguió un puesto importante en esta ONG. Y decidió ir a su país a visitar a su familia y amigos.

A su vuelta se dio cuenta que España y su país son mundos paralelos, allí seguían en guerra, aunque más controlada que cuando el tuvo que huir. Desgraciadamente las cosas no estaban como deberían estar. Se dio cuenta que en España y en otros países del mundo las necesidades de las personas respecto a su país, no son las mismas, aunque deberían serlas.

 Eliniko no volvió a saber nada de su padre como muchos otros niños, por eso ahora en esta ONG intenta que todos los que tengan que huir de su país, sobrevivan y consigan su único objetivo final que es llegar a otro país donde puedan vivir mejor.

Anabel Domingo N.º 9, 1º B. noviembre 2018

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