FAMILIA,
DROGAS, Y TRES VIDAS ACABADAS
Era una noche de
verano, en la cual, un padre viudo salió con sus amigos de fiesta, dejando a su
hijo de 13 años en casa, solo, sin nadie para cuidarle e incomunicado ya que no
tenía teléfono debido a la situación económica en la que se encontraban. Su
madre había fallecido hace dos meses y su padre se estaba volviendo un
alcohólico, ya que no podía aguantar la realidad y ser consciente de su
perdida. Esto tuvo repercusiones en su trabajo y fue despedido por poca
eficiencia, ausencias, y faltas de disciplina hacia sus superiores. Así que,
cuando sus amigos le ofrecieron salir de fiesta para olvidarse un poco de todo,
su respuesta fue un inmediato sí.
Al verse influenciado
por las figuras de sus compañeros, bebieron y bebieron hasta no ser conscientes
de sus actos, al menos, por esa noche, ya daba todo igual. No se veía capaz de pensar en claridad, pues
los efectos del alcohol eran muy altos y le hacían encontrarse en un modo
físico y mental relajado, sin pensar en su vida, en su hijo, en su futuro.
Debido a su estado de
pasotismo absoluto y de defensas, o reflexiones mentales nulas, cuando sus
amigos le ofrecieron tratar con drogas, él también accedió a esto, otra vez,
sin pensar en su hijo, y lo que podría ocurrirle a él o a su futuro.
Así que la noche siguió
su curso de drogas, alcohol y descontrol.
Este padre se dio
cuenta por fin de lo que estaba haciendo, y de que, si seguía así, esa misma
noche su hijo pasaría de no tener madre a ser huérfano, pero ya era demasiado
tarde, estaban tan tocados que parar ya no estaba entre las opciones, además de
que sus amigos iban igual que él, o peor.
Pasaron las horas y la
fiesta se empezaba a acabar, pero estas cuatro personas seguían bajo la
influencia del alcohol y las drogas que habían consumido. Salieron del bar en
el que se encontraban y se fueron en busca del coche para volver a casa. Una vez
lo encontraron, el padre de este niño decidió escribir una letra antes de
subirse al coche pidiendo perdón a su hijo por sus acciones...
“Hola hijo, poniéndonos en el mejor de los
casos, cuando llegue a casa, si es que llego, esta carta no tendrá sentido
alguno y mañana seguiremos con nuestras vidas. Pero, poniéndonos en una
situación algo más probable, si no llego a casa, quiero pedirte perdón, porque he
bebido y tomado drogas, y todo lo que se me ha puesto delante de mí a lo largo
de esta noche lo he probado, he de decir que me siento avergonzado de mis
actos, pero no podía seguir actuando como si nada hubiera pasado, pues la
muerte de tu madre,
la mujer a la que amaba
me ha destrozado. Ojalá no hubiera sido así y ella hubiera regresado a casa sin
ningún problema es día, pero no fue así, y sé que la decisión de hoy ha sido
cobarde, y egoísta, pero por más que lo he intentado no consigo sobrepasarlo. Y
una cosa es actuar y otra lo que de verdad sentimos por dentro. Bueno, solo
quiero pedirte perdón, por si de camino a casa, tengo un accidente, o me para
la policía y me detiene, y me quitan tu custodia. Se que esto ha sido duro para
ti también, y solo quiero decirte que lo siento. Si algo me pasa, por favor
sigue con tu vida y no dejes que esto te afecte, aunque a mi me haya afectado
lo de tu madre. Acaba el colegio, estudia, ten éxito, aprende, viaja, sueña, y
sobre todo no cometas el error que he cometido yo, no lo des todo por perdido
en un arrebato sentimental.”
El padre llegó a casa,
no tuvo ningún accidente, ni le detuvo la policía, pero lo que sí ocurrió fue
que a la mañana siguiente el padre no despertó, y se metió en un coma etílico
al cual, sumándole las drogas que había consumido, se volvió mortal, y el padre
acabo falleciendo al día de estar en el hospital.
El niño estaba dolido,
estaba muerto por dentro, no quería hablar con nadie, y entonces en sus
pantalones encontró la carta la cual su padre le había metido sin que él se
diera cuenta la noche anterior, la leyó y le ayudó a comprender porque su padre
saldría así, sin pensar, y el niño intento salir adelante, esta vez, viviendo
con sus tíos.
Pasó un mes y el niño
parecía que lo estaba superando, ya no lloraba todos los días, empezaba a
hablar con gente, se relacionaba, e iba a comenzar a ir al psicólogo.
Pero dos días antes de
su primera sesión con el psicólogo, el niño compro unas cuchillas y escribió
otra carta, una carta antes de suicidarse, en la que decía: “Hola,
para el que la lea, tío, tía, lo siento mucho, pero a veces cuando uno parece
que esta bien, esta destrozado, roto por dentro, y la única salida que ve es
quitarse la vida. Y como leí en la carta de papá, una cosa es actuar y otra es
como te sientes por dentro, y yo ya no siento nada. He tomado esta decisión por
mi cuenta, me ha tomado un mes, pero al fin he encontrado el tipo de valor que
necesitaba para llevarla a cabo. Sí, esto es por las perdidas que he tenido, y
sí, me afectaron de una manera que mi padre no se podía haber imaginado. Pero
bueno, supongo que aquí se acaba mi sufrimiento, y empieza mi diversión y
felicidad ya que me reencontraré con mis padres. No ha sido una estancia muy
larga, pero fui feliz la mayor parte de ella, y ahora toca retomar esa
felicidad y dejar a un lado mi dolor. Nos vemos más adelante.”
Esa misma noche al
regresar sus tíos de la cena se encontraron a su sobrino en la bañera
desangrado y con cortes en las muñecas, y en el entierro, leyeron su carta, y
entendiendo su situación se despidieron de él, añadiendo un:” no todo lo que
ves es lo que está pasando, preocúpate más por lo que pasa a tu alrededor y a
tus seres queridos, pasa tiempo con ellos, porque un día se puede torcer todo y
que no haya más tiempo para disfrutar.”
Arturo Meras 1ºB
3/11/18
Es duro salir de ese mundo... Mucho animo Arturo!!
ResponderEliminarJAJAJAJJAJAJAJAJAJAJ
ResponderEliminarBuenisimo, @carlosvirum
ResponderEliminarBuen relato tere
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