ODIO
Era un día cualquiera. Habían
pasado un par de meses desde que había llegado a Londres, pero todavía no me
había acostumbrado. En España los horarios son muy diferentes, no hace tanto
frío y sobretodo, allí comía en condiciones, porque como la comida que me hacía
mi madre no hay ninguna. Como iba diciendo, aún no me había adaptado a mi nueva
vida.
Hacía dos años que
había terminado la universidad. Estudié un doble grado de Administración y
Dirección de Empresas con Marketing en una universidad de mi ciudad natal,
Madrid. Nada más sacarme el título, comencé a buscar trabajo. Envié mi
currículum a varias empresas y también realicé numerosas entrevistas, pero no
conseguía más que trabajos precarios en bares y restaurantes que apenas me
aportaban algún beneficio. Nunca perdí la esperanza, así que seguí insistiendo
durante casi dos años. Mi único objetivo era conseguir los recursos económicos
necesarios para poder independizarme de mis padres. Siempre me he considerado
una chica suficientemente responsable como para vivir por mis propios medios.
Según pasaba el tiempo,
cada vez lo veía más difícil. Hasta que hace unos 5 meses, mi padre, me
presentó la oportunidad de emigrar al Reino Unido para trabajar en una empresa
de publicidad de un conocido suyo. En ese momento, se me pasaron mil cosas por
la cabeza. Siempre había querido independizarme, pero, ¿sería capaz de hacerlo fuera
de mi país?, ¿sería capaz de manejarme
con el idioma?
Tras varias semanas de
discusiones con mis padres, llegamos a la conclusión de que era una gran
oportunidad y que no la podía dejar pasar. Además se me ofreció volver a España
si no estaba a gusto, lo cual me alivió bastante.
Mis vacaciones de
verano fueron un poco más cortas de lo habitual, ya que a finales de agosto
tenía que volar hacia el Aeropuerto de Gatwick, para comenzar el 1 de
septiembre a trabajar en mi nuevo puesto. Ya en Londres, unos días antes de
empezar me reuní con el que sería mi jefe a partir de ahora. Se llamaba Edward.
Tenía casi 50 años, aunque aparentaba bastantes menos. Quedamos en una
cafetería, y allí me explicó todo lo básico que necesitaba saber. Me explicó
que iba a trabajar en el sector de estadística de la empresa, que se encargaba
principalmente de estudiar al consumidor. Me presentó a uno de mis compañeros,
Francisco, un americano de origen mejicano, por lo que hablaba perfectamente español.
Se le veía que era muy buena persona, además de ser muy atractivo físicamente,
la verdad.
En pocos días cogimos
mucha confianza el uno con el otro. Cuando estaba con él me sentía como en
casa, ya que era de las pocas veces del día que podía desconectar del inglés
durante un rato. Al tener el mismo horario, quedábamos todas la mañanas para ir
al trabajo los dos juntos en metro, y si podíamos también volvíamos juntos a la
vuelta.
Entonces, una mañana, como
cualquier otra, Francisco y yo nos dirigimos hacia el metro. Nada más meterme
en el último vagón, como solíamos hacer habitualmente, noté que un hombre corpulento
no dejaba de mirarme con una cara que no me transmitía muy buenas sensaciones. Aun
así, yo le ignoré y seguí charlando con Francisco con tono despreocupado. Pero
un par de minutos después, cuando solamente quedaban dos paradas para llegar a
nuestra estación, este señor se acercó a mí de forma agresiva y comenzó a
gritarme. Difícilmente pude entender que decía
algo así como “Habla en inglés, joder, que para eso estás en
Inglaterra”. Me asusté tanto, que inconscientemente, le respondí en español. El
hombre, respondió con varios puñetazos que me dejaron inconsciente en el
instante. Francisco pulsó el botón de emergencia y el metro se paró, pero las
puertas se abrieron y el hombre huyó corriendo.
Dos días después, aquí
estoy, ingresada en un hospital a las afueras de Londres. Me acompañan mis
padres y Francisco, quien llamó urgentemente a los servicios de emergencia, ya
que del resto de pasajeros apenas alguno se preocupó. Simplemente salieron del
vagón y continuaron su trayecto. Ya hemos denunciado los hechos a la policía. He
respondido a una serie de preguntas aunque, por alguna razón, han llegado a la
conclusión de que hubo algún tipo de provocación oral por mi parte. Así que esa
persona, lo más seguro, es que no sufra ningún tipo de consecuencia por lo
ocurrido. Me parece muy injusto, y a mi padre más, quien se ha pasado
discutiendo con la policía casi 20 minutos, pero es inútil.
Nosotros, los
extranjeros, aquí ya no valemos lo mismo que antes, cuando todavía no se había
firmado la salida del Reino Unido de la Unión Europea. El BREXIT, de alguna
forma, ha producido una generalizada aceptación del racismo que es cada vez
mayor, y yo la he vivido en persona. El Gobierno ha dicho que nuestros derechos
se seguirán manteniendo esté Reino Unido dentro o fuera de la Unión Europea,
pero yo ya no me siento segura estando aquí, por lo que he decidido volver a
España.
César García
Calvo, 1º B
Noviembre,2018
Comentarios
Publicar un comentario