Elena Blanco (Un sueño de papel)




UN SUEÑO DE PAPEL (ELENA BLANCO)

Hace frío, mucho frío. Me agarro a la almohada con todas mis fuerzas a ver si entro en calor. Las goteras de la cocina caen a una velocidad que parece que estén marcando el segundero de un reloj, oigo un pitido constante que poco a poco se va apagando. No me consigo dormir. No veo la hora de que por fin sean 1 de septiembre, un momento aún no me he presentado, me llamo Lucas, aunque todos suelen llamarme Lucky. tú puedes llamarme como quieras. Vivo a las afueras de un pueblo pequeño, bueno en realidad no es tan pequeño, todas las mañanas voy caminando al colegio, es un poco cansado pero te acostumbras. Mis padres tienen una panadería en el pueblo y soy el pequeño de cuatro hermanos. Mi casa no es muy grande que digamos, vivo con mis padres, mis hermanos y mi abuela.


Ahora sí, ahora mucho mejor, ahora que ya sabéis un poco más de mí, puedo invitaros a escuchar mi historia… ¿por dónde iba? ¡Ah sí! Me muero de ganas de que sea 1 de septiembre y poder soplar las velas junto a mi abuela, ella cumple 82 años y yo 13.Mi abuela dice que 13 años no se cumplen todos los días y en eso tiene razón, también me dice que ya estoy hecho todo un muchachito aunque yo me veo igual que el año pasado y que el anterior, en fin, cosas de mayores nunca las entenderé, por eso no quiero crecer, pero aún así me encanta el día de mi cumpleaños suena contradictorio ¿verdad? Sí, un poco sí pero qué más da.


Al día siguiente mi abuela me despertó felicitándome y me dijo que tenía algo muy especial que darme, rápidamente me vestí y salí al jardín, y allí estaba tejiendo como tanto le gustaba hacer, a su derecha había un periódico y a su izquierda un ovillo de lana, miré una y otra vez en busca de que podía ser aquella cosa tan especial que me quería dar, me acerqué y me dio un periódico.


No os voy a engañar, no me esperaba nada del otro mundo, pero… ¿un periódico? No quería sonar descarado asique le di las gracias y la abracé.


Ábrelo –me dijo sonriendo.

Lo abrí y dentro había una chocolatina, le di las gracias sonriendo y la abracé.

Mirando al cielo como solíamos hacer cada mañana vimos como pasaba un avión, siempre me han gustado los aviones, desde pequeño mi sueño siempre ha sido ser piloto, volar descubriendo nuevos lugares, nuevas costumbres, conociendo gente nueva, pero por ahora tengo que conformarme con verlo por la tele. Una de las razones por las que me gustaría ser piloto es por mi abuela, está enferma, aquí no disponemos de medios para operarla, siento que se acaba el tiempo, lo que más me duele es que no hay nada que yo pueda hacer.


Antes de bajar a la plaza, decidí comerme la chocolatina que mi abuela me había regalado, me disponía a tirar el periódico que la envolvía a la basura cuando leí la portada que decía:
¨Concurso de aviones de papel,
él ganador recibirá dos billetes para viajar
 a cualquier lugar del mundo¨
Sin ninguna esperanza decidí participar, mi abuelo siempre decía que un avión de papel lo sabía hacer cualquiera, pero un buen avión de papel no lo sabía hacer casi nadie.
Tenía una semana para preparar ese avión, que probablemente iba a ser nuestra última oportunidad, cogí el periódico y haciendo uso de cada unas de sus páginas con ayuda  de mis hermanos fui probando hasta conseguirlo, sabía que ese avión podía ser la puerta que devolviese la felicidad a mi familia, pero sobre todo la que pudiese curar a mi abuela. Una abuela es felicidad, es luz, es un tesoro y mi abuela el más preciado de todos, necesitaba ganar ese maldito concurso.
Llego el gran día, había que lanzar el avión hasta que cruzase una línea. Llegó mi turno, cogí aire cerré los ojos y deje que el avión saliese disparado. La gente de las gradas se levantó de golpe, abrí los ojos y entre gritos y aplausos vi como mi avión cruzaba la línea y como se iluminaba la mirada de mi abuela y la de toda mi familia. No me lo podía creer, lo habíamos conseguido.
Sigue haciendo frio mucho frío, o por lo menos esa es la temperatura que suele hacer en el hospital, un goteo producido por la lluvia golpea la ventana, un pitido constante poco a poco se va apagando y poco a poco va apagando su corazón, así es, mi abuela se fue, se fue y no hay ni un solo día que no me acuerde de ella, ni de aquel regalo que me hizo, ese regalo que para muchos es un simple trozo de papel, pero así es amigos, gracias a ese trozo de papel yo estoy hoy aquí.
Querida tripulación, veinte años después es todo un honor para mí decirles una vez más, bienvenidos a bordo no olviden abrocharse el cinturón durante el despegue, las salidas de emergencia están marcadas en ambos lados respectivamente, está terminante prohibido levantarse durante el despegue y él aterrizaje, no olviden poner el móvil en modo avión, nos embarcamos una vez más en un nuevo viaje de papel, un nuevo sueño de papel, disfruten del vuelo.

Elena Blanco Cuesta 1ºA (01/1118)

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