José Luis Gardón (Visito a los abuelos)






VISITO A LOS ABUELOS

Martes, 2 de octubre de 2018. Es un día de mi rutina como otro cualquiera, me despiertan y me pongo a  llorar un poco como diciendo “Que pereza”, que queréis que os diga, con 1 año aún no sé hablar muy bien, tras esto, me dan de desayunar, me visten y me despido de mis 3  hermanos con la clásica sonrisa que ponemos los bebés. Pobrecitos ellos, tienen que ir al cole mientras que yo estoy pasándolo bien en la guardería, ¡y encima me lleva mamá!

Tras un gran día, viene de nuevo mamá, en este caso a recogerme. Llegamos a casa y mientras me tomo un yogur espero a que lleguen mis hermanos deseando volver a escuchar todas las cosas que se cuentan del cole, porque no sabré hablar aún, pero soy un bebé, ¡me entero de todo!

Y por fin llegan, me saludan y meriendan en la mesa donde previamente había merendado yo, pero ahora yo estoy en la trona poniendo la oreja escuchado lo que dicen.

Han tenido un día intenso los tres por lo que se ve y tienen  mucho que trabajar esta tarde, esto a mí no me gusta, porque cuántas más cosas tienen que hacer menos juegan conmigo.

 Acaban de merendar y me hacen los típicos cariñitos, que si me cogen el moflete, que si me dan un beso… pero yo noto que me miran como diciendo: “que morro  tienes, nosotros a hacer deberes y tú a no hacer nada en  toda la tarde”. Lo que ellos no saben es que yo hay veces que prefería tener algo que hacer para no aburrirme  tanto, aunque bueno, es cuestión de tiempo que Mamá empiece a enseñarme el álbum de fotos de la familia(cosa que me encanta), donde por ejemplo, le pongo cara a mis abuelos, a los que desgraciadamente no conocí.  Pasa la tarde y llega papá, nos saluda como de costumbre y mamá empieza a hablar con él. Al parecer,  no me puede llevar mañana a la guardería y me va a tener que llevar papá, y yo me pongo muy contenta.

A ver Mama, que yo te quiero mucho pero es que a Papá no le veo casi nada, cuando me levanto, él ya no está y cuando me voy a dormir hay veces que él no ha llegado. Yo estaba en el salón viendo una peli, entonces llegan  y me confirman la noticia: ¡mañana me lleva papá! Así que me voy a dormir pronto porque va a ser un día especial y quiero que llegue ya.

Miércoles, 3 de octubre de 2018. Hago lo de siempre, y cuando está todo hecho,  papá me sube a la sillita del coche rumbo a la guardería, yo le noto más agobiado de lo habitual, debe de estar muy liado en el trabajo. Llegamos y aparca en la puerta, Justo en ese momento le llaman al teléfono y lo coge, sale del coche y comienza a andar, al principio no le pierdo la pista en ningún momento, es más, yo pienso que en algún momento vendrá corriendo a darme un susto por la ventanilla que es un juego que me encanta, pero esta vez lo está alargando mucho,  tanto que le pierdo la pista y comienzo a llorar, ¿Qué bebé no llora cuando se siente completamente sólo?

Pasan las horas y papá no vuelve, yo me estoy empezando a marear porque dentro del coche hará como unos 40ºC y hace que no tomo nada desde el “bibi” del desayuno. No puedo más y me desmayo. Un par de horas después vuelvo en mí misma, pero con sensaciones extrañas. Estoy en el regazo de 1 hombre que me suena mucho su cara, pero que no sé muy bien por qué, a su lado hay otro hombre que parece estar muy emocionado. Comienzo a pensar y lo recuerdo, ¡son mis abuelos! Pero hay cosas que no me cuadran.

No  sé dónde estoy pero si sé que en este lugar, de repente, sí sé hablar así que les pregunto ¿Dónde están Papá, Mamá y mis hermanos? Quiero saber qué tal les ha ido hoy el día y seguir viendo el álbum con mamá.

 Me quedo asombrada con la respuesta, al parecer, morí asfixiada dentro del coche  y cuando mamá vino a buscarme a la guardería le dijeron que yo no había ido hoy. Entonces  llamó a papá y éste se dio cuenta de que me había dejado olvidada en el interior del vehículo, mamá fue a buscarme  y me encontró desfallecida en mi sillita, hizo de todo por intentar salvarme, pero era imposible, yo ya llevaba 7 horas encerrada  y unos 30 minutos muerta.

Cuando los médicos del Samur oficializan mi muerte, mis padres sufren ataques de ansiedad muy fuertes y se tienen que ir al hospital.

Mi caso sale en la prensa y se entera todo el mundo. Acusan a mi padre de homicidio imprudente y es posible que pase un tiempo en la cárcel. Toda mi familia está destrozada, mis hermanos lloran desconsoladamente, mi madre aún ni se lo cree y mi padre no para de culparse. Pero desde aquí papá, desde arriba, te quiero decir una cosa. TE PERDONO, fue un despiste. Y para toda mi familia, OS QUIERO, os espero aquí con los abuelos.

Jose Luis Gardón Izquierdo. 1º bachillerato B. 11/2018






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