LA HISTORIA DE ÁNGELA
Nací un 23 de febrero,
en un hospital de Barcelona, pero mis padres decidieron mudarse a Valencia a
los pocos años, tenía yo 8 años cuando tuve que comenzar una nueva vida en
aquella ciudad , pasé el resto de mi infancia y adolescencia allí, hasta que me
mudé a Madrid, pero antes, pasé una de las mejores etapas de mi vida en aquel
lugar, nada más entrar en el colegio empecé a hacer amigos y más tarde hice la
comunión, cuando nos hicimos más mayores, salíamos todos los días, aquella
gente se convirtió en parte de mi familia, a pesar de que al principio me
sentía algo apartada, pronto conseguí sentirme como si llevase allí toda la
vida.
Más tarde me saque la
carrera de derecho y me fui a trabajar a Madrid, lo más duro fue dejar toda la
vida que tenía allí, mi familia y mis amigos, pero yo era consciente de que en
la vida hay que hacer sacrificios que debemos afrontar de la mejor manera
posible, por lo que nada más terminar mis estudios me fui a vivir a Madrid, cuando
ya llevaba 3 años allí, conocí a vuestro padre y dos años más tarde, en una de
mis muchas visitas a valencia durante todos esos años, les entregué aquel sobre
a los abuelos, la boda sería en octubre, aquel día fue realmente especial,
marcó un antes y un después en mi vida. Todo en mi vida iba como todo el mundo
esperaba que fuese.
Un año y medio más
tarde aquí estabas tú, Laura. Y casi sin darme cuenta ya estamos celebrando tu
decimoséptimo cumpleaños, y dentro de unos años esta historia continuará, y tu
se la podrás contar también a tus hijos.
Una mujer mayor trataba
de articular palabra mientras miles de lágrimas recorrían sus mejillas
arrugadas ya por la edad.
-Si desea abandonar la
sala puede hacerlo sin problema.
Pero aquella mujer
continuó hablando, sentía la necesidad de concienciar a todos aquellos que la
estaban observando y escuchando en aquel momento y necesitaba contar lo que
todos aquellos años se había guardado para ella.
-El mundo está repleto
de utopías, continuó, esta es la historia que a muchos nos habría gustado
escuchar saliendo de la boca de Ángela y más tarde de la de mis nietos. El 10
de noviembre de 2008, llegué a casa del trabajo, como habitualmente, saludé a
mi marido, a mi hijo y fui a preguntarle a mi hija que tal le había ido el día,
llamé a la puerta pero no obtuve respuesta, una caja de pastillas, esa fue la
única respuesta que obtuve aquel día.
Dos años de insultos,
peleas, burlas y más insultos, todos y cada uno de ellos apuntados en un libro
que se había quedado sin páginas en las que escribir.
Esta es la historia de
Ángela, o parte de ella.
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