Elena Blanco (Cóseme a botones)


CÓSEME A BOTONES

Creo y afirmo sin miedo a equivocarme que todos tenemos alguien en quien confiar, en quien apoyarnos, si ahora yo os invito a cerrar los ojos, y pensar en esa persona, todos tenemos claro cuál es, yo por lo menos siempre lo he tenido claro.

No recuerdo cómo le conocí, tampoco recuerdo cómo ni porque me lo presentaron, lo único que sé es que desde ese momento no me separe de él, él se llama Steve.

Aquí todo se magnifica, por las noches hace bastante frío, nadie se queja, porque te acostumbras, te aburres cuando te quedas solo, ver la tele cansa, y ya no sabes que más hablar con tu compañero de habitación, cada minuto se hace más eterno que el anterior, y ya no sabes cómo colocarte para no estar incomodo a la hora de dormir, supongo que ya sabréis en qué lugar me hallo, pero… ¡eh! no todo es malo aquí. Desde que llegó Steve las cosas han cambiado mucho por aquí, si hace frío le abrazo, ya nunca me aburro ni estoy solo y ya no me hace falta la tele ni hablar con mi compañero de habitación.

La gente dice que estoy loco y que Steve no habla, pero lo que ellos no saben es que es muy tímido, muchos dicen que no saben cómo me divierto con él si ni se mueve, pero yo se que Steve es muy vago ¿sabéis que ni si quiera abre la boca para comer? Todos dicen que no cierra los ojos para dormir y que eso da mal rollo, pero yo sé que si los cierra pero cuando nosotros no le vemos, además de ser tímido Steve tiene un miedo terrible a las alturas.

Steve ha ido pasando de generación en generación por mi familia, primero pasó por mi bisabuela, luego por mi abuela, después por mi madre y ahora a mí, quién sabe si el siguiente puedes ser tú.

Tiene cosidos tres botones en el centro de su barriguita, cada botón se lo cosió cada uno de mis familiares cuando superaron una dificultad, mi bisabuela tenía su marido muy enfermo, esperó mucho tiempo hasta que se curó y pudo coserle  el  primer botón a Steve, mi abuela cosió el botón cuando mi bisabuela superó una de las etapas más difíciles de su vida, no sé muy bien que le pasó, papá y mamá no hablan de ello cuando estoy delante, mi madre.... mi madre nunca me contó porque cosió el botón.

Cuando uno tiene una herida la cose ¿no? Pues así lo han ido haciendo ellos, yo aún no lo he cosido, pero estoy seguro que dentro de muy poco lo podré coser.

Steve aunque es muy tímido con todo el mundo conmigo no lo es, cuando estoy tumbado y él estar a mi lado no para de entrar y salir gente que bueno no sé muy bien que hacen aquí, pero yo ya estoy cansado de que entren y nos molesten porque a Steve no le gusta hablar cuando hay gente ya que, como os he contado, le da mucha
vergüenza.

Cuando esta gente sale y por fin nos quedamos solos hacemos lo que más nos gusta hacer, soñar, si, si soñar mucha gente dice que es una tontería, pero cuando uno sueña puede imaginar lo que quiera, soñar es gratis ¿no? o eso dicen.

Suena irónico ¿verdad? pero amigo mío las cosas en los sueños cambian, en los sueños tú eres el que decide lo que pasa, eliges que quieres y que no y haces muchas cosas que probablemente no puedas hacer en la vida real pero en un sueño sí. Steve y yo siempre soñamos juntos, él me cuenta sus cosas y yo las mías, sus secretos sus aventuras, disfrutamos un montón pero siempre esa gente vuelve a entrar y nos interrumpe, a veces me regalan chuches después de hacer esas cosas que me hacen, ya no me duele casi, eso es porque me estoy curando, Steve va a poder tener su cuarto botón! y menos mal, porque una camisa queda más guay con cuatro botones que con tres, las chuches se las doy a Steve pero no se las come, ya os he dicho que es muy vago y no abre la boca para comer, yo creo que no le gusta engordar, asique me las como yo.

El día sigue pasando y yo voy contando los minutos para que vuelva a llegar la noche y Steve y yo volvemos a viajar, y hacer lo que más nos gusta hacer, soñar, viajamos, reímos, cantamos, yo no sé cantar pero en los sueños lo hago bastante bien ¡es tan divertido soñar! Esta vez Steve aparece en mi sueño con su 4 cuarto botón! Eso significa que ya queda poco para que me cure.

Steve y yo planeamos el color del botón que le voy a coser cuando me cure, y una cosa tengo claro el mío tiene que ser el más chulo, el color que más le favorece es el azul, va a juego con sus ojos y los míos, asique el azul va a ser el que mejor le quede.

Otra vez me vuelve a despertar esa gente esta vez traen mas chuches de las normales y la gente llora, ahora sí que sí ¡estoy curado!.

Mi padre llevaba una chaqueta con botones azules, asique le pedí que si podía arrancar uno.

Ya le queda poco- dijo una de esa gente-este es su último sueño.

¿Oyes eso Steve? ¡Ya estoy curado!
Aún no era la hora de dormir, porque había luz pero yo tenía mucho sueño.

¡Steve, Steve! Nos vamos a jugar otra vez, abracé a Steve y otra vez volvimos a nuestro
 mundo de los sueños.

Esta vez Steve no tenía mi cuarto botón, miré mi mano y el botón azul ya no estaba
¿Qué estaba pasando? No entendía nada.

¿Por qué ya no nos despierta esa gente? ¿Por qué ya no nos traen chuches? ¿Por qué ya
no tenía el botón azul en mi mano? ¿Por qué Steve sólo tenía tres botones en su
barriguita?

Oye Steve ¿no se te está haciendo un poco largo este sueño? Él se limitó a sonreír. Le
fui a abrazar pero Steve ya había desaparecido.

Hace mucho tiempo que no veo a Steve y le echo de menos, la vida desde aquí arriba es
 muy diferente, mi mamá decía que para venir aquí arriba hay que coger un avión pero
¿cómo va a coger Steve un avión para venir a verme si tiene miedo a las alturas?
Supongo que ahora me toca cuidarle yo a él, aquí ya no viene esa gente, nadie me trae
chuches y ya nada me duele, ya no necesito la tele ni a mí compañero de habitación,
sólo me hace falta Steve.

No sé quién será el próximo que me cosa mi cuarto botón, lo único que espero es que
me cosan con un botón azul, y si eso no pasa siempre podré soñarlo.















Elena Blanco Cuesta 1ºA


Comentarios

  1. Elena muy bonito tu relato. Tú lo tienes fácil, te pones a dormir... y ya está, relato de economía. Nos gustaría tener también esa capacidad.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario