TAL
PARA CUAL
En una bella finca de
Cáceres, llamada Las Tiesas de Santa María, en diciembre de 2011 nací yo
Cobradiezmos, una mala bestia de tono de pelo grisáceo, en tecnicismos,
cárdeno. Mala bestia porque con ese nombre no tiene pinta de que soy una persona,
soy algo que seguramente lo averiguaréis a lo largo de la historia, pero hay
una cosa clara y es, que soy.
21 de agosto de 1984, nace
otro yo, sí, otro yo. Me llamo Manuel Escribano Nogales, soy de Gerena, pequeña
localidad de una de las más bellas ciudades de España, Sevilla. Me gusta mucho
la fiesta taurina y estoy muy ligado a ella desde chiquitito, tal que con tan
solo nueves años me pongo delante de una becerra y cuando tengo 14 ya empiezo a
participar en festivales como novillero sin caballos. Con 17 años debuto con
picadores, un pasito más en mi carrera y con 18 me presento en la mejor plaza
del mundo, la Monumental de Las Ventas.
Cuando yo,
Cobradiezmos, ya tenía un año o dos, no me acuerdo muy bien, me hicieron un
tatuaje grabado a fuego. Ese tatuaje constaba de una A con una corona encima de
ella, esto significaba que pertenecía a la prestigiosa ganadería de toros de
lidia de Don Victorino Martín Andrés. La otra parte del tatuaje eran unos
números los cuales eran el tres y el siete.
25 de
junio de 2016, tarde en la que toreo en Alicante una corrida de toros de Adolfo
Martín junto con dos compañeros más.
25 de
junio de 2017, celebro mi primer cumpleaños, muchos os estaréis preguntando el
por qué de este acontecimiento, y es porque en esa tarde en Alicante, al entrar
a matar, un toro me diseco la vena femoral y la vena safena, dejándome en
estado crítico durante unos días, al borde de la muerte.
Cuando
cumplo tres o cuatro años, no paro de hacer deporte con mis hermanos, otras
bestias de color de pelo cárdeno. Nos hacen correr todas las mañanas, seguramente
esto significa el principio del final de nuestras vidas, menuda paradoja. Todo
este ejercicio realizado era para que estuviéramos preparados para nuestra
aparición en los ruedos, supongo.
Miércoles
13 de abril de 2016, volvemos un poco antes de la cornada que marcó mi vida, pero
sí, aquí está la esencia de esta historia, no en esa cornada como muchos hubieran
deseado. Estoy en el hotel poniéndome el vestido de luces, berenjena y azabache,
ya que iba a torear en la Real Maestranza de Caballería de Sevilla una corrida
de toros de Victorino Martin junto con dos compañeros más.
Miércoles
6 de abril de 2016, esa preparación desde que tenía 5 años, va llegando a su
fin y el 12 de ese mismo mes, me meten en un camión y nos vamos de viaje a
Sevilla. Madre mía, no quiero que llegue este momento, vamos a morir. Llegamos
a la plaza, nos meten como en un espacio en el que solo estamos nosotros y
horas más tarde me meten a mí, solo, en un espacio de 7 metros cuadrados. En
esos momentos, yo solo pensaba en que si tenía que morir, lo tenía que hacer de
la manera más digna y honrando esa A coronada que tenía tatuada.
Eran
las cinco y media, se abría la puerta de cuadrillas de la plaza de toros,
salimos, saludamos y hacemos el paseíllo. Tras torear al primer toro y mis dos
compañeros haber toreado el suyo, me toca mi segundo toro. Decido que esta
oportunidad no la tenía que dejar pasar, y me voy directo delante de la puerta
de toriles para recibir a portagayola al toro de nombre Cobradiezmos herrado
con el número 37 de la ganadería de Victorino Martín.
De
repente, no sé muy bien por qué, me abren la puerta de dónde estaba guardado y
lo único que tengo que hacer es salir a mi ritmo y avanzar por un pasillo
oscuro, silencioso, hasta que ese silencio es irrumpido por una voz que me
llamaba “eh, eh, mira bonito”. Salgo del pasillo, veo un bulto, voy directo a
por él me engaña con algo de color rosa y todo el mundo aplaude. De mi lema
MATAR O MORIR, me quedo con la parte de MATAR, asique saco toda esa bravura que
había desarrollado a lo largo de mi vida y después de una serie de verónicas me
arranco de largo al galope a por un caballo y siento como me clavan una cosa en
la espalda, pero sigo empujándome queriendo matar al caballo que,
supuestamente, me estaba haciendo daño.
Ahora
tocaba el tercio de banderillas que en este caso lo realizaba yo, cojo los
palos y tras los dos primeros pares ajustados decido que el tercero lo voy a
poner con un quiebro hacia las tablas empezando sentado en el estribo. Casi me
coge esa belleza, pero para eso estamos, para MATAR O MORIR.
Tercio
de muleta, la cojo y empiezo con unos pases por debajo con la rodilla en el
albero y tras esta primera serie sonrío, sonrío porque vaya buen toro, solo
quería que yo se lo pusiera más difícil para que él demostrara su calidad. Así
lo hice y le pegué otras tandas por la izquierda y por la derecha. Tras el
final de la última serie, voy a coger la espada, y empiezan a asomar pañuelos
en los tendidos ya que la gente quería salvar la vida a este bello toro.
Sinceramente, desde que te vi salir por la puerta de toriles hasta este
momento, Cobradiezmos, supe que te iba a salvar la vida, porque yo lo hice por
ti, y tú lo hiciste por mí. Fuimos tal para cual, fuimos dos “yos” inseparables
el uno del otro durante esos 20 minutos. Gracias Cobradiezmos gracias, disfruta
el resto de tu vida hasta morir de viejo, si Dios quiere, donde naciste.
Este cuaderno de notas,
escrito por el verdadero yo, es para ti Cobradiezmos, que estás en los campos.
Tienen los hombres 20 años para decir quiénes son y tú solo tuviste 20 minutos.
Pienso ahora y veo en ti todas las cosas, qué es la vida si no irse de largo a
un caballo, qué es la vida si no seguir una muleta hasta el final del mañana
siempre adelante, eras futuro y presente, qué difícil ser todo aquí y ahora,
eras un toro para perder el norte, la vida y hasta las zapatillas. Hasta dónde
quería llegar tu pelea, darse por vencido no era una opción por eso te pensamos
y seguimos adelante detrás de ti contigo en tu círculo eterno de empujes y
embestidas, un toro como un Quijote. Ahora estás en el campo y aún te recuerdo
desafiante en las mecánicas de la nobleza la valentía y la bravura. Sevilla
rota a tus pies, dando la vida, has vivido y ahora que se levante todo el mundo
firme, las palmas rotas de admiración, que se escuche esta ovación en otros
planetas y que no quede en la plaza ni una sola cabeza cubierta.
Una gran historia con final feliz para ambos
ResponderEliminarBuen relato soy antitaurino pero igualmente me ha gustado.Cobra diezmos me enamorado es un buen tío repito soy antitaurino no me gustan los toros pero disfruto.
ResponderEliminarUn relato muy bueno juega con el doble narrador muy bien y es una historia emotiva .
ResponderEliminarLa verdad que es un relato que, siendo sobre la tayromtauro, se piensa que va a acabar mal. Sin embargo, acaba bien, un torero cumpliendo un sueño, un ganadero que disfrutara con ese toro hasta que se muera y un toro que sigue vivo
ResponderEliminarPorqueras escribiendo desde joven sobre la profesión que desea. Se nota que tiene las ideas claras. Enhorabuena
ResponderEliminarNo me lo he leido pero gran relato
ResponderEliminarGran relato. Futuro torero que sale del CSA, debemos estar orgullososs de lo q tenemos.
ResponderEliminarLa pregunta es: ¿CULTURA o TORTURA? No se, respondan ustedes...
ResponderEliminar