Jose Casals (Perrerías las justas)




PERRERÍAS LAS JUSTAS

Hola, buenos días, hoy os voy a hablar de como cambio mi vida, yo era bastante normal de joven, un poco travieso a veces, el caso es que yo me había escapado de casa porque estaba harto de todo y necesitaba más libertad y un día cualquiera estaba yo solo tranquilamente en el parque, acababa de conocer a una chica muy simpática y estábamos hablando de la vida un poco cuando de repente llegó la policía. Tengo que admitir que me asusté un poco, me puse a correr como loco durante dos calles, pero me estaban siguiendo con el coche y finalmente me alcanzaron, me metieron en la parte de atrás del coche, me ataron con una cuerda y me llevaron allí.

Os estaréis preguntando donde me llevaron, pues acabé en la cárcel, el peor sitio en el que he estado en mi vida, es un verdadero rollo, mis compañeros no podíamos hacer nada en todo el día, y solo nos dejaban salir a la calle un par de horas al día. La verdad no tenía muchos amigos allí, pero yo era el más duro, a mi no se me acercaba nadie, solo tuve problemas una vez con un tal Junior.

Este tal Junior llego nuevo, se creía que por ser grande podía hacer lo que le diera la gana, pero eso no iba a ser así. Un día intento quitarle la comida a uno de los presos del área 3 y eso es una de las cosas que nadie en la cárcel puede hacer sin mi permiso previo así que fui a hablar con él.

¿Quién te has creído que eres novato?, ¿de verdad crees que puedes hacer lo que tú quieras sin mi permiso?” le dije. Y se dio la vuelta, me echó una mirada de arriba abajo y me dijo: “no me hace falta tu permiso ni el de nadie?”. Eso acabó mal, yo me hice un par de cortes en el cuello y él se llevó un par de derechazos en la cara.

A Junior y a mí nos quisieron castigar los guardias y nos llevaron a una celda separada del resto y n os metieron allí a los dos, solo podíamos salir dos veces al día y nos pasaban la comida por una rendija que había en la puerta. Al principio fue horrible pero luego nos acabamos acostumbrando el uno al otro, empezamos a hablar de vez en cuando y me estuvo contando su vida.

Junior había nacido en Estados Unidos, en la Gran Manzana, de lo cual yo estaba completamente fascinado, pero no se llevaba muy bien con su familia, y en un viaje a Europa decidió escaparse, e igual que a mi le pilló la policía que llevaba unos días buscándole por un soplo que había hecho alguien por teléfono. Había estado ya en otro par de prisiones, pero no caía demasiado bien por esa cicatriz enorme que tiene y que le cruza toda la cara. Al final acabamos siendo buenos amigos.

Todo fue normal los dos siguientes años, había presos nuevos, otros se marchaban, pero Junior y yo seguíamos allí y por nuestro buen comportamiento nos dejaban pasar las tardes en el patio, incluso nos regalaron un balón para que pudiéramos echarnos unos pases y matar el tiempo.

Una tarde, había unos señores dándose una vuelta por la prisión, a lo cual ya nos habíamos acostumbrado pero esta vez fue diferente. Unos guardias nos dijeron que unas personas querían hablar con nosotros, que era urgente. Junior y yo fuimos a una sala donde estaban las personas que habíamos visto antes. Y por algún extraño motivo me empezaron a señalar con la mano. Ese día cambió mi vida, dos guardias me llevaron a la fuerza a la enfermería y me estuvieron lavando y haciéndome una revisión, aunque me extrañe porque ese día no tocaba médico. Después me llevaron a la sala donde estaba antes.

“Yo creo que estas personas te van a llevar a otra prisión diferente”, me dijo Junior, la verdad es que tenía toda la pinta y parecía que me iba a ir solo, y eso no lo podía permitir, me tuve que pelear con un par de guardias hasta que al final las personas aceptaron trasladar también a Junior.

Nos metieron en un coche, parecía un coche de lujo, no era el típico coche de policía, la situación era un poco incómoda había una pareja joven sentada en los asientos delanteros, me extrañó que no llevaran uniforme ni nada¸ de pronto se puso a hablar la señora con nosotros. Nos dijo: “No os preocupéis por nada, todo va a salir bien, al lugar al que vais es mucho mejor que del que venís”. Me parecía super raro que un policía fuera tan amable durante un transalado, me dijo Junior que estaba muy asustado porque no era lo habitual, ya que a él le habían transladado un par de veces,

Llegamos a una casa muy amplia y con un jardín enorme, y allí esperando estaban Lucas y Jaime unos desconocidos que yo no me imaginaba que iban a ser mis mejores amigos durante toda la vida. Los primeros días fueron un poco incómodos, pero conseguimos adaptarnos muy bien a la que ya era oficialmente, nuestra nueva familia de adopción.

Por cierto, no me he presentado, me llamo Pumba, y esta es mas o menos mi vida, un poco de todo, he tenido épocas mejores y peores, pero ahora soy el perro más feliz del mundo viviendo en Madrid, la ciudad en la que nací.


Jose Casals Jiménez 1ºB Nº5  4/02/19

Comentarios

  1. Ha sido muy buen relato aguacate me ha gustado mucho la verdad porque me amolado el rollo que ha seguido y y como lo ha leído también

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  2. Buen relato, interesante y divertido.

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  3. Muy buen relato, final inesperado

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