LAS SOMBRAS OLVIDADAS
Cuando
oyes las noticias sobre los atentados islamistas siempre te llenas de tristeza
y dolor, te desgarra saber que unas personas normales han muerto simplemente
por estar en el lugar y menos indicado y en la hora más inoportuna. Pero esto
solo dura unos minutos, horas o incluso si eres muy empático puede durar unos días,
pero no más. Salvo que seas esa persona que estuvo en el lugar y a la hora en
lo que todo sucede, si eres unos de esos, la experiencia te persigue durante el
resto de la vida.
Soy
una de esas personas con un nombre del que ya la gente ni se acuerda, una de
esas sombras sin ninguna relevancia que suena un rato en el telediario de
turno. Soy una de las razones por las que la gente hipócrita sube fotos a
Instagram diciendo lo mucho que lo sienten y enviando mensajes de animo a mis
familiares. Uno más de esos miles de personas que sufren las consecuencias de
un terrorismo presente en todo el mundo.
Pero
lo que la gente se niega a ver es que tanto yo como otras víctimas teníamos
unas vidas normales. Yo era un chico con mis problemas, inquietudes y sueños.
Con una familia maravillosa que siempre me apoyaba y con una novia que me hacía
sentir lleno de vida, a la que quería tanto que accedí a ir a ese mercadillo
navideño de Estrasburgo que tanta fama tiene, a pesar de hacer un frío
espectacular y odiar estar rodeado de un montón de gente. Pero bueno estaba
enamorado y no iba a negar la posibilidad de hacerla un poco más feliz. De
hecho, iba a aprovechar la oportunidad y la iba a llevar a un buen restaurante.
Más tarde iríamos al mercadillo navideño que tanto le gustaba y si la cosa iba
bien tenía planeado de pedirla matrimonio.
Pero
todo esto eran simples ilusiones que se desvanecieron el 13 de diciembre de
2018, el día que a un yihadista se le ocurrió ir al mercado navideño de
Estrasburgo y empezar a disparar a los civiles, hiriendo a 11 personas y
matando a 5 personas. Bueno o al menos eso es lo que nos cuentan en la
televisión, pues a estas cifras no se le suman todas las personas que se quedan
traumatizadas y el dolor que causa a todos los familiares y personas queridas
de estas víctimas.
Durante
los pocos minutos que dura te sientes impotente, hasta que en un momento te das
cuenta de lo que está pasando, es en ese momento cuando me puse delante de mi
novia y noté un fuerte dolor acompañado con una pérdida de memoria. La
siguiente vez que me recuperé la consciencia estaba en el hospital con mi
familia rodeándome y llorando, más tarde me explicaron que la bala me había dado
en la médula espinal y no volvería a volver a andar.
Me
costó mucho tiempo acostúmbrame a la idea de no volver a andar, todo parecía
una pesadilla de la cual no podía despertar, desde entonces mi vida ha
consistido en la constante superación de mis dificultades, pero gracias a Dios,
a mi familia y a mi mujer tengo todo lo que necesito.
Yo
fui uno de los afortunados que logro sobrevivir, pero con daños irreparables
que me harán permanecer en una silla de ruedas para el resto de mi vida. Yo
tuve suerte, pero hoy escribo por parte de los que no la tuvieron, por aquellos
que perecieron no solo ante este ataque terrorista en Estrasburgo, sino por
todos aquellos que sufren las consecuencias de estos ataques que cada vez son
más frecuentes en nuestras sociedades. Llevados acabo por personas que no
encuentran su sitio en la sociedad y que han sido excluidos de esta,
encontrando consuelo en estas ideologías radicales.
Es
por esto por lo que debemos mantenernos unidos ante el terrorismo y no olvidar
nuestras historias, sino aprender de ellas y luchar todos juntos ante esta
amenaza que nos podría afectar a todos, aunque pensemos que estamos seguros.
Porque yo puedo aseguraros que no es así, que todos somos vulnerables y que
debemos de plantar cara a esta amenaza unidos, sin miedo.
Yo
no he mencionado mi nombre porque ya no tiene importancia, estoy dejando hueco
para los nombres de aquellas personas que estén dispuestos a trabajar por la
paz y hacer de este mundo un lugar mejor y más seguro.
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