SALDREMOS
DE ESTA
Mi familia nunca
destacó por la cantidad de dinero que teníamos, pertenecíamos más bien a una
clase acomodada. Mi madre se había pasado toda la vida trabajando como contable
en una oficina pero hace unos meses la despidieron. El motivo, querían renovar
la plantilla y para eso necesitaban gente más joven.
Por otro lado, estaba
mi padre. Mi padre era un hombre canoso de mediana edad, concretamente 50 años
y que había vivido infinitud de experiencias. Lo que le caracterizaba era su
gran sentido del humor y es que siempre estaba bromeando, por eso la gente le
quería tanto.
Se tomaba su trabajo
realmente en serio e intentaba que sus clientes se sintieran siempre a gusto,
pero últimamente las cosas no iban muy bien, cada vez recibía menos clientela,
cada vez menos gente acudía a él y eso iba haciendo mella tanto en él como en
la economía de nuestra familia.
A pesar de todos los
baches por los que pasábamos él no hacía nada más que repetir: “Tranquila,
saldremos de esta”
Por fin llegó el día
que tanto llevaba esperando, ese 21 de enero. Ese día iniciaría un movimiento
junto con todos sus compañeros para reivindicar sus derechos como trabajador.
Ese día el sector del taxi se había movilizado.
Los siguientes días
fueron duros, cuando yo salía de casa para ir al colegio mi padre ya se había
ido y cuando volvía él todavía no había llegado, no era hasta casi las 12
cuando entraba por la puerta de casa.
Seis días después del
comienzo de la huelga y todo seguía igual, no estaban consiguiendo cambios. Los
taxistas estaban cada vez más enfadados y los VTC habían empezado a sufrir
algunas agresiones por parte de los compañeros de mi padre, pero él siempre se
mantuvo al margen de ellas.
28 de enero, séptimo
día de la huelga. Esa noche todos los taxistas habían decidido irse a la A-2
para seguir con la huelga allí. Así que mi padre decidió que sería una buena
idea ir con ellos.
La noche era fría pero
tranquila, como cualquier otra noche de enero en Madrid, los taxistas estaban
repartidos en pequeños grupos de unas cinco personas cada uno hablando de temas
que no tenían una gran importancia.
A mi padre le pareció
ver unas luces a lo lejos, pero no les dio importancia. A medida que pasaban
los segundos la intensidad de las luces iba aumentando.
Sus compañeros
empezaron a gritarle que se abalanzase encima del coche, que lo parase, que era
un conductor de VTC, algunos llegaron hasta decir que sino lo paraba le
pegarían un tiro al coche.
Mi padre guiado por las
voces de aquellas personas a los que alguna vez había llamado amigos se tiró
encima del coche esperando que este parara pero no lo hizo, siguió andando
llevándose a mi padre por delante.
Esa noche el teléfono
de mi casa empezó a sonar más fuerte que nunca despertándonos a mí y a mi madre
de un susto. Mi madre descolgó el teléfono y pude ver como le cambiaba la cara
a una que reflejaba un miedo que no se podía explicar con palabras.
Acto seguido mi madre
me llevó corriendo al hospital sin darme explicaciones, al llegar me sentaron
en una sala de espera mientras mi madre se metía en una habitación seguida por
uno de los médicos del hospital.
Un rato después me
dejaron pasar pero antes de entrar el médico me cogió y me dijo: “Tu padre ha
entrado en un coma inducido y no sabremos cuando despertara, no sabemos
siquiera si lo hará”
Entré corriendo en
aquella habitación mientras sentía como el mundo se caía encima. Me senté en
una silla al lado de la cama donde se encontraba tumbado, le agarré la mano y
dije:
Tranquilo, saldremos de
esta.
Muy buen relato para mi gusto zanahoria porque habla de un tema que es muy actual ni idea el que estado el tiempo pomelo caliente
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