Ana Poza (Algo especial)




ALGO ESPECIAL

Era diferente a los demás; así sin más, sin preverlo, sin copiar a nadie, sin expectativas, sin pensar en lo que dirán, sin esperar nada a cambio. Desde el momento en que le vi, captó mi atención. Nunca había visto una mirada como aquella y una risa que dejaba escapar ante cualquier muestra de cariño, y la verdad es que era frecuente porque vivía rodeado de cariño. Era el mayor de tres hermanos aunque parecía el más pequeño. Se volvía loco cuando oía sus canciones favoritas y, por supuesto, como no el chocolate era también una de sus pasiones.

Un tarde me avisaron por teléfono para decirme que si podía ir para quedarme con él, ya que habían tenido que ingresar a su padre y nadie de su familia estaba disponible. Confieso que cuando me dirigía a su casa, sentía un cierto temor. ¿Sería capaz de darle lo que necesitaba?, ¿se aburriría conmigo?, ¿ se quedaría tranquilo para poder conciliar el sueño?.

Cuando al llegar me recibió con su amplia sonrisa, empezó la aventura.

Primero salimos a pasear y yo le iba contando historias sobre todo lo que veíamos y él me miraba con sus grandes ojos. Cuando empezó a refrescar volvimos al piso y ahí nos estaba esperando una sabrosa cena en la cual tardamos poco en terminarla pues el apetito era grande. Luego vino el mejor momento de tumbarnos en el sofá a ver la televisión. Cuando acabó el programa le ayude a ponerse el pijama y a acostarse. Yo también me acosté en la cama de al lado, y aunque alguna vez tuve que levantarme a colocarle la almohada los dos pudimos descansar.

No fue la única noche que pasamos juntos, hubo varias ocasiones en las que le acompañé pero no fueron tan tranquilas. Fueron noches duras, no lo voy a negar, apenas podía dormir pues sus constantes gritos de dolor me despertaban y yo la verdad es que no sabía que responder ante tal situación pues me sentía incapaz de calmarle.

 A pesar de su cara de sufrimiento, podía ver como él intentaba molestar lo menos posible, incluso en esos momentos él me ayudaba y enseñaba mucho más a mí que yo a él.


Como decían sus padres, ellos vivían con un ángel, su ángel particular. Nunca vi tanto amor, tanta entrega, tanta dedicación y tanta alegría en dar, como a pesar de sus caras de cansancio siempre estaban son una sonrisa y queriendo a su hijo como a nadie. Tantos sentimientos de admiración, ternura, asombro… que suscitaban en todos los que estábamos a su alrededor

No puedo decir que viviera grandísimos momentos con él, pero lo que seguro es que los momentos que vivimos juntos, me enseñaron a afrontar esta vida antes todas las dificultades que me ponga, pues no era un niño normal, no es normal ser tan bueno e inocente, no es normal. Él era especial.

Su nombre era Daniel y tenía parálisis cerebral.

Ana Poza López. 1ºA

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