Beatriz Sobera (relato de Buenos días)




TENEMOS UNA MISIÓN- BUENOS DÍAS

Esta es la historia de Pedro y Pablo, dos amigos inseparables que se encontraban en la maravillosa juventud, esa que una vez que marcha no vuelve. Eran los típicos mejores amigos que quedan para salir, tomar algo, hablar... Pedro estaba haciendo unas prácticas en una asociación mientras acababa el máster en la universidad, el pobre no tenía tiempo para permitirse hacer vida social más allá de sus quedadas con Pablo. Ninguna chica se le había cruzado en el camino, pero tampoco lo necesitaba ya que llevaba enamorado más de 5 años en secreto de Marina, la hermana de Pablo, nunca había confesado sus sentimientos a nadie, tenía miedo, no se podía permitir perder al único amigo que tanto había vivido junto a él.

Pablo había decidido pasar sus años de universidad con calma, sin tener que hacer prácticas en ninguna empresa y solamente preocupándose por sus aprobados. Nunca había estado muy unido a su hermana Marina. Tras la muerte de sus padres habían decidido tomar caminos distintos y simplemente llamarse de vez en cuando para saber un poco de sus respectivas situaciones

Marina llevaba unos días muy ausente y preocupada porque no conseguía recordar cosas simples, pero no decidió darle importancia. Un día se levanta y no consigue recordar ni su nombre, ni donde está, ni nada sobre ella; asustada decide sentarse en el taburete de su cocina y respirar hondo, todo el mundo tiene lagunas y se olvida cosas. Tras tomarse unos minutos empieza a ser consciente de todo de nuevo y decide llamar a Pablo, aunque sabe que no le cogerá la llamada.

Asustada, decide ir al médico, pero antes le pide a Pedro que la acompañe, ya que no quiere ir sola. Nunca le han gustado los hospitales, los dos odian lo limpios que están siempre. Tras las pruebas, Marina tiene el presentimiento de que algo en su interior no funciona bien, y se lo hace saber a Pedro que rápidamente le asegura que no tiene nada de qué preocuparse, que después irían al cine a ver esa película que tantas ganas tenía de ver.

El médico sale con los resultados en la mano y de pronto  Marina empieza a encontrarse mal y ausente, como si no estuviese allí. Oye palabras sueltas como: padece problemas neurológicos, pérdida de memoria… Se va yendo poco a poco, hasta que se duerme.

Despierta minutos después en una camilla de hospital, llama al enfermero y trata de buscar a Pedro, quiere salir de ese sitio inmediatamente, no lo soporta. Pero en vez de entrar el enfermero, entran dos niños rubios, corriendo hacia ella con los brazos abiertos, uno de ellos grita: ¡Mamá!

La cabeza de Marina hace un clic instantáneo, y lo único que tiene que hacer es unir conceptos. Le pesan los huesos y tarda unos segundos en ubicarse. Encuentra la triste mirada de Pedro, que según la ve, pinta en su cara la sonrisa más grande que ha visto en su vida. Le ve mucho mayor, algunas canas y lo único que se le ocurre preguntar es que tal le va en la universidad con Pablo. Pedro decide no contestar, se sienta en el sillón de al lado de la cama, coge a los dos pequeños, los sienta en sus piernas y los niños empiezan a leer un libro titulado: Paseos por mi memoria.

Marina sin saber quiénes son, decide escuchar mientras leen los relatos, y enseguida se encuentra atrapada por las múltiples historias contadas en ese libro, ríe e incluso llega a derramar alguna que otra lágrima por ciertas historias.

Pedro con una mirada de orgullo enorme, se levanta como cada miércoles y sábado y coge ese mismo libro de siempre y empieza a leer de nuevo para complacer a Marina y ver esa gran sonrisa que se le instala en el rostro cada vez que oye los relatos de aquel pequeño libro que es capaz de unir miles de letras, cientos de palabras y desencadenar grandes historias.

Como Marina y Pedro existen miles de personas que pasan por la misma situación cada día, y en los 3 días de las fiestas del colegio, podemos aportar nuestro granito de arena comprando el libro de relatos, porque aunque a muchos les cueste acordarse de las cosas, nuestra ayuda la recordarán siempre.

Muchas gracias. Buenos días.

Beatriz Sobera

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