Estaba
nervioso, no lo voy a negar pero por suerte no era el único. Los días atrás
solamente pensaba en si lo haría bien o mal, si mis compañeros lo harían bien o
mal. No sabía lo que me esperaba porque era diferente a cualquier exposición en
clase o negociación con tus padres, esto requería mucho más.
La
noche anterior estuve hasta tarde buscando información o cualquier información
que pudiera desarmar al rival; un rival que podía ser mejor o peor que yo o que
los nervios le estuvieran matando al igual que a mi, pero eso no lo sabía.
Llegó
el día, y por la mañana hablaba con mis compañeros y los del otro equipo sobre
lo que nos esperaría esa tarde. Después de la quinta clase le hago una señal a
mi compañero y salimos de la clase con la chaqueta ya puesta dirigiéndonos a un
lugar que ninguno de nosotros sabemos lo que nos esperaría.
Nos
metemos en la boca de metro y decidimos que ruta tomaremos, pero tenemos un
pequeño susto al comprobar que una compañera se olvidó la autorización para
participar; pero fue gracias a nuestros espías que volvieron y la recogieron.
Toda
la gente en el metro nos miraba, miraba a una docena de adolescentes trajeados
unos memorizando, otros discutiendo sobre el tema y algunos solamente querían
estar en su mundo. Ya dentro del vagón una de esas personas que nos miraban no
aguanto más y decidió preguntarme a donde íbamos. Yo le contesté que íbamos a
hablar, hablar mediante argumentos, evidencias y palabras usadas de una manera
políticamente correcta para defender o atacar lo que usaron personas como
Gandhi, Nelson Mandela o Rosa Parks. El hombre al oir esto solo sonrió y me
deseo suerte, una suerte la cual necesitaría más que nunca.
Llegamos
al lugar y vemos a más chicos y chicas de nuestra edad, unos en traje y otros
en simples camisetas, ¿pero las apariencias engañan no? Nos inscribimos y
esperamos a que llegue nuestro turno; decidimos hacerlo en un aula donde
repetimos una y otra vez lo que íbamos a decir en nuestras intervenciones.
Cuando
llegaron las 3:10 nos levantamos y fuimos al aula asignada. Esperando fuera
vemos al otro grupo del colegio que acababan de pasar por lo que nos deparaba
justo después. La comapñera de ese grupo que tenía la misma parte que yo me
dijo que no me preocupara que sería fácil. Así que con más esperanzas entre en
esa clase, saludé al equipo contrario y me senté en unas mesas demasiado
pequeñas para todo lo que te habías preparado.
Los
capitanes de ambos equipos se levantan y cogen un sobre, lo abren y el nuestro
dice con voz tiritante pronuncia A FAVOR, a favor de defender algo que para ser
políticamente correcto no compartía.
Salen ambas presentaciones iniciales, la
enemiga se pasa de tiempo y la nuestra la termina a tiempo. A continuación las
refutaciones argumentativas en las que todos poníamos toda atención para
contraatacar. Y al final llego mi parte, la dialéctica una parte en la que
lanzabas y recibías cuchillos los cuales tenías que intentar esquivar mediante
la retórica. Mi primera intervención la realizo de forma normal aunque tenía
que aguantar el nerviosismo expresado en mis manos, concluyo mi primera salida
demasiado pronto por lo que recibimos una amonestación del jurado. Realizo en
total tres salidas más pero en la tercera a falta de diez segundos nombro mis
argumentos pero al querer decir el ultimo mi mente se paraliza e incapaz de
nombrarlo me quedo en silencio sintiéndome que estaba en el ojo del huracán. Y
al ver que me veía capaz de decir integridad personal solo me quedo pedir
perdón y sentarme pasándome del tiempo y recibiendo una amonestación de menos
cinco puntos y yo queriéndome morir.
Por
último salgo mi cuarta vez terminando en tiempo justo y con un final
contundente. Pero si ser eso suficiente para ganarlo terminado con una
diferencia de cinco puntos.
Pero
esos desánimos desaparecieron cuando practicamos para la segunda oportunidad. A
la cual llegamos con otra cara, mucho más sonrientes y alegres. Los capitanes
se vuelven a levantar y cogen de nuevo los sobres tocándonos de nuevo la
postura A FAVOR. Como antes salen ambas exposiciones iniciales, luego las
argumentativas y de nuevo mis intervenciones. En la primera de nuevo vuelvo a
pasarme de tiempo, pero no se volvería a repetir porque en las otras tres
restantes usaría el tiempo justo debatiendo y refutando las ideas contrarias
dejando al otro equipo muchas veces en evidencia. Termino mi última
intervención con la frase “Es más importante hacer lo correcto que hacer las
cosas bien” y nuestro grupo hizo todas las partes de forma correcta.
Ya
terminada todas las intervenciones de los dos equipos nos dimos la mano nos
deseamos suerte y abandonamos el lugar.
En
el camino de vuelta hablábamos con el otro grupo de cómo les había salido a
ellos e intercambiamos con el profesor las opiniones. Al día siguiente
recibimos la triste noticia que a pesar de nuestra buena actuación que
realizamos el segundo debate tampoco pudo ser esta vez por un ajustado
marcador. Pero en cambio nos enteramos que nuestros otros compañeros si habían
pasado de fase, así que lo único que nos falta es ir y apoyar a ese grupo de
las chaquetas rojas. Porque en ellos si hay esperanza de que consigan lo que
nosotros no pudimos.
Es
por todo ello que ese debate de Mayo de 2019 fue una discusión muy difícil.
Y
aquí estoy de nuevo haciendo uso de mi libertad de expresión pero respetando
unos límites dados por lo políticamente correcto
Juan de Laburu Castellanos
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