Alejandro Flecha (Ha llegado mi hora)



HA LLEGADO MI HORA

Mis pies golpean el barro cuando corro, mis manos tiemblan sosteniendo el rifle y mis ojos se asombran al ver  el horror de la guerra; yo estaba en mi mundo, era como un lobo perdido en lo más profundo de una gran cueva, recorde la cara de mis hijos James y Allan y fue cuando escuché a Mills gritarme ¡Hay que avanzar Tommy!

Salí de ese limbo en el que había estado perdido y volví a la realidad salí de mi mente y corrí junto a mi pelotón corriendo hacia las trincheras alemanas que tan espeluznantes se veían desde lejos, Tras unos minutos corriendo hacia delante rezando para que no me atravesasen las piezas de metralla que disparaban las ametralladoras alemanas, llegamos, era como un gato entrando en la madriguera de un ratón, Mills y yo nos juntamos y disparabamos a todo lo que se movía hasta que una bala atravesó a Mills intenté salvarlo, pero antes de que puidera cogerlo para llevarlo a cuestas lejos de allí un alemán le volvió a disparar en la cabeza.

Me quedé paralizado y no reaccione hasta que me dispararon, pero esta vez yo tuve más suerte que Mills, ya que logré esconderme entre unas cajas y escapar por el lateral de la trinchera me sentí un hombre con suerte pero tenía un disparo en el costado y era imposible para mí volver hasta nuestra trinchera en esas condiciones, de esta forma salí de el campo de batalla hacia un frondoso bosque que había por detrás pensé que quizás rodeándolo podría volver a la trinchera, pero estaba equivocado, tenía una hemorragia con la que no duraría vivo mucho más de tres días.

Por suerte me quedaba algo de comida en la mochila, así qie todo lo que tenía que hacer era rezar para que apareciése algún soldado Británico y sobrevivir el mayor tiempo posible. A la mañana siguiente escuché un gran estruendo, ¡Son tanques!, me dije a mí mismo, se dirigían hacia las trincheras alemanas, viendo de donde salían los tanques alemanes deduje que el lugar de asentamiento de los refuerzos alemanes no se encontraba muy lejos, pero yo era el único soldado que lo sabía y no tenía fuerzas para ir a avisar a mis aliados.

Estaba débil pero el ver a un pelotón alemán correr hacia bosque adentro me despertó la curiosidad y decidí seguirlos, tras un rato corriendo vi un campamento perdido en medio del bosque, ¡los había encontrado!, pero cada vez estaba más lejos de mi trinchera aunque pensé que si me infiltraba en el campamento de los alemanes podría curarme con las medicinas que almacenaban, era arriesgado, pero era mi única esperanza, así que me dormí junto a un árbol y esperé a que fuese de noche para atacar.

Ya era de noche decidí entrar en el campamento, estaba cada vez más débil, pero volví a ver las imágenes de James y Allan en mi cabeza, también pensé en Mills, y decidí entrar no sólo por mi salud, sino también por ellos. Todo estaba oscuro y en mi cuerpo reinaba el miedo, vi a dos alemanes que estaban de guardia evite a uno pero al otro le asesté un navajazo en el pecho. avancé sigilosamente tapándome la herida para no dejar rastro y que los alemanes no supiesen que estaba allí.

Después de un eterno paseo por el campamento encontré la tienda en la que estaban los víveres, pero tras ver tanto soldados alemanes al entrar tuve que usar mi rifle después de disparar a los tres soldados que había en la tienda cogí los víveres, pero esta vez no logré escapar con ellos, alarmados por el ruido dos soldados alemanes dispararon contra mi pecho cuando intentaba escapar. Pensé en mis hijos y en Mills pero eso no importaba ya, mi alma pertenecía ahora a otro lugar.

Alejandro Flecha Noviembre de 2019



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