Querido nieto, Antonio
Soy Manuel tu abuelo,
te escribo al estar preocupado por vosotros y sobre todo por tu abuela. Estáis
todos muy tristes para mi gusto demasiado parece haber sido una muy mala
noticia la que acabáis de recibir pero estad tranquilos que yo estoy bien estoy
con todos mis amigos que hace mucho tiempo que no les veía a la mayoría los
conocéis pero a algunos no porque no lo pudiste conocer.
He tenido la suerte de
coincidir con ellos en alguna parte de mi vida que por cierto ha sido maravillosa,
no me arrepiento de nada de lo que he hecho y ojalá lo pudiese vivir todo otra
vez desde el primer momento hasta el último por malo que fuese. Tengo decir la
suerte que he tenido en la vida gracias a ella he vivido momentos inolvidables
como cuando me casé con tu abuela o como cuando nacieron tus tíos y por
supuesto tu padre.
La familia que he
tenido ha sido formidable, una mujer estupenda, unos hijos más buenos que el
pan, unos nietos tan brillantes como soles y unas nueras espectaculares no lo
puedo describir bien con palabras. Para que entiendas lo que he sentido con
vosotros a mi lado te voy ha contar mi vida.
Mi vida ha sido como
una montaña rusa llena de emociones y de altibajos. Todo comenzó el día 17 de
octubre de 1935 cuando este largo y emocionante camino comenzó con mis primeros
llantos. Nací hijo de Saturnino y María Dolores dos personas con un corazón
enorme. Yo era el hermano pequeño los tres. Pero eso no me importaba mas bien
lo prefería porque era al que más cuidaban de entre los tres.
Mi infancia fue
tranquila y un periodo lleno de alegrías. Yo vivía en Madrid en la calle Génova
era una casa espaciosa aunque suficiente para los 5. Yo dormía con mi hermano
mayor llamado Juan mientras que mi hermana dormía en la habitación de al lado.
Inicié mis estudios en del colegio del liceo francés donde me encantaba ir
sobre todo porque me lo pasaba genial con mis compañeros.
Una vez terminada mi
etapa colegial iniciaba una nueva etapa de mi vida por fin ya era mayor de edad
pero antes de estudiar mi carrera tuve que hacer la mili en la que fui
destinado a un pueblo de los pirineos llamado Jaca, ese viaje me uniría a ese
pueblo durante toda mi vida. Allí conocí a una jacetana llamada Lola la cual
sería más tarde mi esposa y contra todo pronóstico me enamoré perdidamente de
ella.
Todo fue cuesta arriba
durante mi noviazgo con Lola. Por fin llegó el día de mi boda el 24 de Junio de
1965, el cual fue un día inolvidable. Después de ese maravilloso pero agotador
nos movimos a Santander donde tuve mi primer
y segundo hijo llamados Antonio y Paco. Los días de sus nacimientos
fueron los mejores de mi vida, nunca imaginé haber tenido tanta ilusión por
algo. Como me decían mis amigos nunca sabes lo que se siente al ser padre hasta
serlo.
Después de estar una
larga temporada en Santander nos mudamos a Madrid donde me saqué la oposición
como inspector de hacienda. Allí tuve mi tercer y último hijo llamado Daniel.
La infancia de mis hijos es un momento que personalmente disfruté mucho, por
fin había terminado la oposición y tenía más tiempo para dedicar a mis hijos y
eso es lo que hice. Mis hijos se llevaron siempre muy bien. Entraron en un
colegio llamado virgen de Europa que estaba situado en las afueras.
Una vez mis hijos
terminaron el colegio todos fueron admitidos en ICADE una universidad con
bastante prestigio en la que estudiaron derecho y empresariales. Al terminar la
universidad se colocaron rápidamente en buenos puestos de trabajo y sin darme
cuanta en unos pocos años se casaron con unas chicas estupendas a la par que
atractivas.
El día de mi jubilación
lo esperaba ansioso, después de largos años de trabajo y de esfuerzo cumplí con
los años mínimos y me jubilé. A partir de ahí comenzaba una etapa de mi vida
bastante incierta pero a la vez apasionante. En unos años llegaron todos mis
nietos lo que me recordó al sentimiento que tiene uno al ser padre por primera
vez. Crecieron rápidamente a la par que me hacía más mayor. En 2014 tuve un
cáncer de piel que gracias a Dios fue eliminado. Durante ese año preparaba con
una tremenda ilusión el día de mis bodas de oro que significaba que había
compartido 50 años con la persona que más feliz mi mujer.
Pasados unos años el 30
de octubre de 2018 desaparecí de este mundo que me llevó a donde estoy ahora.
Ya habiendo contado mi vida aprovecho para decirte que la vida está llena de
altibajos, alegrías y penas pero ante todo nunca pierdas la sonrisa ni el
entusiasmo .Quiero decir gracias a vosotros por haberme dado mucho más amor del
que hubiera imaginado.
Gracias por todo y
hasta siempre.
Firmado Jesús
Daniel Rodríguez
Noviembre de 2019
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