Diego Valdés ( Aprovechar el tiempo)


APROVECHAR EL TIEMPO

Un día normal, un niño normal, una familia normal, una rutina como otra cualquiera, una historia que se repite hasta en la casa del vecino, os presento la vida de Juan, típico adolescente de 18 años.  

Sentado en el sofá, sin camiseta, solo en mi mundo, de repente interrumpe papá en el momento más desafortunado, hijo es la abuela, suspiro cansado pensando que cuelgue ya y  me deje jugar tranquilo, si total la veré el fin de semana.

Avanza el tiempo pero yo sigo en el mismo sitio, sentado, jugando. El sol desaparece, llegó la  hora de moverse, quedamos por el grupo de amigos y dicen que podemos ir a casa de Rodrigo que se van sus padres y tiene casa sola. ¿Qué es la felicidad? Para  muchos esos momentos de risas con tus amigos en el que nos  miramos entre todos y solo ves risas sonrisas y lágrimas en forma de felicidad. Por un momento se detiene el tiempo y me creo la persona más afortunada del mundo, gracias por aparecer en mi vida. Este momento único se ve  interrumpido, no me hace falta ni mirar el móvil para saber q es el pesado de mi padre, me aparto de mis amigos y decido cogerlo. Cuelgo y me preguntó que si tendrá razón mi padre, yo  no hago caso, sé que estamos aquí para pasárnoslo bien, que no sabemos cuándo nos llegará la hora de irnos asique tengo que aprovechar el tiempo al máximo. Son ya las dos de la mañana, mi cabeza bota, solo escucho ruido, mucho ruido, me noto como un pájaro en su jaula, entonces gritando debido al volumen de la  música les digo a mis amigos que ya es hora de irnos a la discoteca, ellos sin responderme salen escopetados por la puerta gritando entre risas. Ya en la discoteca miro un segundo el móvil y veo 23 llamadas de mi padre, veo la hora y me parece ver que son las cinco de la mañana, para asegurarme preguntó a mi amigo me dice q son las seis menos cuarto, creo que va siendo hora de irse a casa. El trayecto es de 15 minutos andando, se me pasó como un minuto aunque estuve 30 minutos. Abro la puerta cuidadosamente intentando hacer el mínimo ruido posible, sabía que si se despertaban mis padres acabaría todo en tragedia.

Sábado por la mañana, bueno más bien medio día, me levanto un poco desorientado, miro la hora y marca la una y veinte, avanzo por el pasillo lo único que escucho es un pequeño zumbido en mi cabeza, supongo que mis padres habrán salido a toar algo antes de comer. Llegan, tenía esa extraña sensación de que algo malo esta por suceder. Acabamos la comida con una fuerte discusión, les digo a mi padres q me da igual q ya soy mayor y que estamos para vivir la vida y aprovechar el tiempo al máximo.

Vuelve a llamar mi abuela como todos los días, tumbado en la cama descansando mi padre me dice q me ponga que a la abuela le hace mucha ilusión hablar conmigo, que ella sola en casa se aburre mucho, en mi cabeza solo rondaban las palabras que pesado, déjame en paz. Decido no ponerme, dile q ya la veré mañana.

El círculo se vuelve a completar como con un compás, cae la noche y volvemos a ir casa de Rodrigo. Una vez en su casa me doy cuenta que lo único que merece la pena son las risas, llevaba todo el deseando en quitarme de vista a mi padres y x fin encontrarme con mis amigos, esto es felicidad. Vuelve a sonar mi móvil como la noche pasada, tal y como estaban las cosas en casa decidí no cogerlo y apagar el móvil. Debido a que ya salimos ayer hoy no nos apetecía salir, enciendo el móvil y veo 32 llamadas de mi padre, en ese momento me pregunto en mi cabeza si debería dormir en casa de Rodrigo debido a la tensión que había en casa y sobre todo después de ignorar las llamadas de mi padre.

Por fin es domingo, tan ansiado domingo, pronto muy pronto, son las nueve de la mañana, desayuno con Rodrigo, entre risas hablamos de las dos memorables noches que hemos pasado, esto si es vivir la vida y aprovechar el tiempo decíamos, nos dábamos cuenta de que la felicidad es reírte, pasártelo bien, Rodrigo me decía que a él su familia le hace darse cuenta de la suerte que tiene y lo feliz que es, en ese momento  recuerdo que hoy comíamos con la abuela. Me pongo las botas rápidamente y ya de camino a casa llamo a mi padre, pensaba que cuando nada más cogiera el móvil, me gritaría y me replicaría mi actitud de ayer pero estaba equivocado, me responde con una voz temblorosa, las palabras le costaban salir de la boca, le pregunto que si esta bien, se produce un silencio como las calles de Madrid a las cuatro de la tarde en Agosto, me dice que no hay comida que venga al tanatorio cuando pueda.

Para lo que Juan era una rutina, días normales, acabo siendo un día q le marcaría por el resto de su vida. Aprendió el verdadero significado de aprovecha el tiempo porque algún día ya no estaremos aquí.      

Diego Valdés noviembre de 2019
               

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