PALMERAS ROJAS
Era jueves, 16 de enero
de 2013 y yo volvía de la escuela con mi hermano pequeño Bamba, siempre en el
camino hacia casa le contaba todo lo que había aprendido en la escuela y me
intentaba aprender un chiste todos los miércoles para contárselo al día
siguiente y que no se he hiciese tan pesado el camino de hora y media a casa. Al
llegar a casa mamá había preparado Pilaf que, aunque lo comíamos todos los días
era mi comida preferida, además mi madre Nala era la que mejor cocinaba de la
aldea. Mi padre era uno de los pocos hombres de la aldea que trabajaba en la
ciudad y llegaba siempre muy tarde a casa.
Esa noche escuche a mi
padre contarle a mi madre algo sobre que los militares habían dado un golpe de
estado y que había empezado una “guerra” yo no sabía lo que significaba, a la
mañana siguiente nos dijeron que recogiésemos las cosas que nos íbamos con la
abuela Sade unos días.
Todavía recuerdo el
sonido de esos coches blindados arrasando los cultivos y disparando a la gente,
papá nos cogió a Bamba y a mí y nos dejó con otros vecinos que habían
conseguido escapar y se fue a buscar a mamá, ese fue el último memento en el
que le vi. Nosotros estábamos escondidos en silencio junto a los demás, Bamba
se había caído y le sangraba el brazo.
Durante un segundo creí escuchar a mama
gritando y mi primer impulso fue correr hacia ella. En cuanto salí de esos
matorrales la encontré ahí tirada en el suelo sobre un charco de sangre, me quedé
paralizado en el sitio. No tardaron en alertarse de mí, todo paso muy rápido, en
un abrir y cerrar los ojos me encontraba en un coche de esos blindados con los
demás niños de la aldea, nos pusieron unas bolsas en la cabeza quitándonos toda
la visión, no tenía fuerzas ni sabía que iba a pasar solo sabía que un solo
movimiento brusco y estaba muerto.
Cuando los coches se
pararon nos bajaron a empujones y nos quitaron las bolsas de la cabeza, nos
encontrábamos en un pequeño valle, era la base militar del ejército. Éramos
muchos niños algunos estaban en su bando y les ayudaron a llevarnos a dentro de
ese edificio tan grande.
Al llegar nos juntaron
a todos en una sola habitación y un señor bastante grande nos empezó a hablar
sobre el gobierno y lo malo que era, nos dijeron que teníamos que estar
preparados a toda costa, En ese momento en lo único que pensaba era si Bamba
estaria bien y a salvo.
Nos pusieron a todos
mirando hacia la salida fue esa arma tan pesada en mis manos, gracias a mi
abuelo que trabajaba en el ejercito yo era consciente de que una sola bala de
ese Kalashnikov era capaz de quitar una vida. Nos hicieron contar hasta 10 y
disparar a bocajarro sin saber el objetivo. Al quitarnos las vendas vimos los
cuerpos de nuestros padres en el suelo. Los habíamos masacrado mientras
intentaban salvar sus vidas.
Nos daban de comer 1
vez al día y nos hacían tomarnos unas pastillas que nos dejaban sin fuerzas. Nos
enseñaban que los del gobierno eran los malos y que nos quitaban las libertades
y que el país estaba en guerra por su culpa. Nos quitaron nuestros nombres y
nos llamaban según números, ahí estaba yo, el 114 en el pelotón 34.
Un día nos llevaron a
Yuba, la capital del país, íbamos armados hasta los dientes. Yo sabia que se
iba a liar parda en la ciudad, yo estaba temblando del miedo, pero los demás estaban
muy tranquilos y decididos sobre lo que iba a pasar. Del pelotón 1 al 30 iban
directamente al centro de la ciudad mientras que del pelotón 30 al 37 por el
flanco izquierdo y los restantes por el derecho.
Llevábamos mas de 2
horas en el coche, ya no podía ni sujetar el fusil de lo que me temblaban las
manos Ya se empezaban a escuchar los disparos, explosiones y los walkie talkies
de los mandos mayores repitiendo la estrategia, íbamos a rodear la ciudad para así
tomarla con más facilidad rodeando al ejercito que seguía de parte del gobierno.
Ahora veía a que se refería papá con guerra. No podía parar de pensar en
ellos…. Papá, Bamba y Mamá que descanse en paz.
A menos de media hora
de nuestro destino nos topamos con un grupo de personas que se hacían llamar los
CIRC no sabia lo que significaba, pero tenían una cruz roja en la espalda, iban
acompañados de militares del gobierno y de la nada se abrió un tiroteo, me
habían enseñado a disparar y a defenderme y esos militares del gobierno no me
iban a quitar la vida. Tomé una posición elevada y empecé a disparar tal y como
me habían enseñado, nos llamaban los niños soldados. Veía como se les iba la
vida a todas esas personas con cada disparo que acertaba y lo peor de todo es
que no sentía nada.
Nos explicaron que no
podíamos dejar a nadie con vida ya que es uno menos en el bando contrario. Mi
cargador se iba vaciando con cada enemigo que caía al suelo. Se me había subido
toda la adrenalina a la cabeza y en ese momento solo pensaba en acabar con todos
ellos. El enfrentamiento duro más de 20 minutos que se me pasaron como 1 minuto
viendo mi vida acercarse a la muerte con cada disparo enemigo. Cuando acabamos
con todos los militares los supervivientes se escondieron en aquel edificio.
Era el momento de dejar esa posición e ir a demostrar lo que me habían
enseñado, eliminar la amenaza.
Al entrar en aquel
edificio la tensión y los nervios subieron. Tenía que estar atento y alerta de
cualquier movimiento, subí hasta el tercer piso donde creí ver a uno de esos
supervivientes con la cruz roja. Me acerqué a una de las habitaciones y abrí la
puerta y lo primero que hice fue disparar a todas direcciones. Al abrir los
ojos vi a ese niño de 7 años con esa herida en el brazo, no sabía que hacer me quedé
impactado, cogí el fusil, me lo puse en la sien y boom.
Nacho Iranzo. 1 bachillerato
B.
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