José Juan Domínguez Cañamares (Vida "Madura")



VIDA “MADURA”

Caracas, 1 de febrero de 2019, mi nombre es Martha, he vuelto a mi país con motivo de la boda de mi primo Sebastián y os quiero contar con gran tristeza como he encontrado a mi país después de más de 15 años fuera del mismo.
Nací en Caracas el 16 de diciembre de 1975, tras más de 40 años de bipartidismo Hugo Chávez llegó al poder en 1999, con un discurso cercano a la realidad de muchos venezolanos tras el descontento social existente al salir a la luz pública numerosos casos de corrupción. Sin embargo, cuándo tras la muerte de Chávez asumió el poder Nicolás Maduro, una de sus manos derechas, el país se encontraba en peor situación que cuando Chávez llegó al poder, y tras la llegada de Maduro todo ha ido a peor.
En la actualidad, Venezuela es un país sumergido en una grave crisis social y económica, el desabastecimiento de muchos productos en especial los de primera necesidad (alimentos, medicamentos…) han provocado que muchas familias venezolanas hayan hecho lo mismo que yo me vi obligada a hacer hace 15 años, huir hacia otros países en busca de mejores condiciones de vida.
Hoy en día han huido del país más de 5 millones de venezolanos. Yo elegí Madrid y otros miembros de mi familia se fueron a México y a Estados Unidos. Los que continúan dentro de Venezuela, en Caracas y Maturín día a día sufren el caos del país, el desabastecimiento de productos básicos y la inflación más alta de toda Sudamérica.
Mis hermanos han dejado sus trabajos de asalariados ya que no les reportaban ingresos suficientes para mantener a sus familias y han tenido que buscarse varios negocios en la venta de alimentos. Mi madre también ha tenido que reinventarse y buscar nuevas formas de supervivencia. Todos ellos además necesitan la ayuda monetaria de la parte de la familia que vivimos fuera del país.
Como yo día a día son muchos los venezolanos que salen fuera para buscar mejores oportunidades para su familia, en España ya se conoce que somos unos trescientos mil venezolanos. Yo he construido aquí mi familia, encontré aquí en España a mi marido y tenemos una niña pequeña de menos de 1 año.
Cuando llegué a vivir a España a pesar de tener muchas costumbres similares con Venezuela al estar colonizados por españoles, me resultó muy difícil comenzar, dejar atrás mi familia, mis amigos y seres queridos y mis costumbres. Si bien he conseguido una nueva familia en España que desde el primer momento me ha hecho sentir como en casa.
 Para darnos cuenta de la situación que atraviesa el país, cuando me casé en España tan solo pudieron acudir la parte de mi familia que esta fuera de Venezuela, mi hermana y mis sobrinos que viven en México y mi madre haciendo un enorme esfuerzo debido a que por la brutal inflación de los precios un pasaje de avión tiene el mismo valor que un coche en Venezuela, por lo que mi padre y el resto de mis hermanos no pudieron permitírselo.
Aunque soy feliz en España me gustaría que mi hija pudiera conocer pronto Venezuela en una situación distinta de la existente que me hizo abandonar mi tierra, ya que en esta ocasión no he tenido oportunidad de traerla por ser muy pequeña y por la difícil situación que atraviesa el país. Me gustaría que mi hija conociera la belleza de sus playas, la comida venezolana y la alegría de sus gentes, enseñarle la mejor playa del mundo “Los Roques”, con su arena blanca y aguas ultra turquesas en la que lo raro es que esté tan vacía; llevarla al Parque Nacional de Mochima, una verdadera maravilla natural que conserva una magnifica flora y fauna y que está lleno de playas, acantilados y zonas montañosas; mostrarle el impresionante Santo del Ángel, que es el salto de agua más alto del mundo con una altura de casi mil metros y declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO y enseñarle también la isla Tortuga, la segunda isla más grande de Venezuela con una extensión de más de 150 kilómetros cuadrados, llena de corales y camas habilitadas a la orilla del mar.
 Y como no degustar con ella la maravillosa cocina venezolana, el asado negro, las hallacas, el pan de jamón, las empanadas de Puerto la Cruz, el pabellón criollo y seguro que mi hija se hace fanática de los tequeños.
Además de todo esto, seguir la tradición familiar de ser seguidora del mejor equipo de beisbol del mundo “Los navegantes del Magallanes” y llevarla a presenciar como hizo mi padre conmigo cuando era pequeña un partido entre los eternos rivales Caracas-Magallanes, casi igual que un Madrid-Barcelona en España. ¡Nunca se olvida!
Espero que este sueño pueda pronto convertirse en realidad, que volver a mi país sea una alegría y no un problema, ni para mi ni para nadie, que la libertad y la democracia triunfen y con ello la gente deje de sufrir en mi país, que a pesar de todas las calamidades nunca pierda la alegría y la esperanza.
Y aunque hubiera que esperar mucho tiempo para que este sueño se materialice, conseguir que mi hija nunca pierda ni olvide sus raíces venezolanas y tenga la oportunidad de conocer y compartir con su familia venezolana los valores y enseñanzas que mis hermanos y yo hemos recibido por parte de nuestros familiares y que nos han permitido conseguir salir adelante en la vida. Recordándole la figura de mi abuela Benigna la madre de mi mamá, que desde pequeña me enseño infinidad de cosas y cada domingo me recogía en casa para llevarme a misa y desayunar.
Espero que a mi hija nunca le ocurra lo que me sucedió a mi debido a la situación actual de Venezuela, no pude asistir a los últimos momentos de la vida de mi abuela ni a su funeral para dar apoyo a mi madre y a mis tíos. No obstante, no pierdo la esperanza de que todo cambie en el país para que muchas familias puedan reunirse nuevamente. 
                                                           Pepe Domínguez Cañamares, 1ºA, noviembre 2019








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