Madre mía que mal voy con el examen de Lengua de
mañana no he empezado ni literatura ni sintaxis, verás que nota saco mañana y
encima lo que me va a bajar la media. Yo no soy mucho de agobiarme pero es que
de esta va a ser complicado salir bien parado. Es q no me da tiempo ni ha
mirarme un vídeo antes de ponerme a estudiar, bueno voy a dejar mi móvil en el
salón que hoy no me puedo permitir distraerme ni lo mas mínimo.
A la media hora salgo de mi cuarto porque no me
concentro nada de nada y cojo el móvil para descansar y desconectar.
Qué raro tres llamadas perdidas de Jaime, él nunca
me llama siempre me manda un audio o un mensaje y seguro que no es una duda del
examen porque el ha repetido. No pude esperar ni un minuto y le llamé.
Jaime suena raro esa no es su voz, me pide un
segundo para poder hablar bien pero aún así su voz suena diferente. Yo no
estaba preparado para escuchar las cuatro palabras que dinamitarían mi mundo
por completo.
Jaime dijo: “Nacho se ha muerto’’.
Por un segundo pensé que era una broma, pero esta
idea se fue rápido de mi cabeza. Antes de poder responder como si de un mar se
tratase mis lágrimas iban bañando mi cara que se mantenía rígida como si fuera una
mismísima estatua.
Respondí a Jaime después de tomarme mi tiempo, ¿Qué
ha pasado?
Jaime me estaba contando como había sucedido todo,
lo del coche que no vio y la velocidad a la que circulaba, pero yo estaba
ausente preguntándome una y otra vez si mi buen amigo nacho había podido
desvanecerse aquella misma tarde de invierno.
Me sentí paralizado sin poder moverme de aquella
silla, mis piernas tardaron un rato en poder moverse mientras mi cabeza iba a
mil por hora con el rostro empapado de llorar.
En cuestión de minutos mi móvil no paraba de vibrar
todo el mundo se había enterado y al ser yo uno de sus más cercanos fueron a
parar a mí todas las preguntas de la gente, pero yo no me sentía con fuerza
para poder responderlas. Fugazmente cogí mi abrigo y me bajé
a la calle a fumarme un cigarro, llevaba un tiempo sin fumar, pero esto me
sobrepaso tanto que ni lo pensé.
Acordé con Jaime vernos en su casa y tan pronto como
pude pedí un cabify que me llevase a su calle. Llamé a la puerta y allí estaba
Jaime con una cara peor que la mía, nunca había visto a Jaime sin estar con su
pelo perfecto y la cara afeitada y lavada. Un fuerte abrazo era lo que
necesitaba en ese momento, el abrazo duro mucho, pero me pareció hasta escaso.
Nos sentamos en su sofá para hablar de las mil
aventuras que hemos vivido los tres y las muchas veces que nos hemos quedado a
dormir en su casa. Para su madre ya éramos uno más incluso yo creo que a veces
nos quería más que a nacho. En ese momento nos acordamos de su familia y lo mal
que lo debían de estar pasando. Ni lo pensamos y el padre de Jaime nos acercó a
casa de Nacho.
El portero nos saludó como de costumbre como si
fuésemos propietarios pues pasábamos más tiempo allí que muchos que vivían en
esa urbanización. Jaime y yo no teníamos palabras y el silencio reino en el ascensor,
su hermano nos abrió la puerta y nos saludó dándonos a entender lo mal que lo
estaba pasando. A su madre no tardamos mucho en darnos cuenta de que estaba
descompuesta, rodeada de pañuelos y una copa en la mano.
No quisimos molestar mucho y nuestra vista fue algo
corta pero muy intensa, eso comentábamos mientras fumábamos en la urbanización.
Volví a casa en autobús porque necesitaba tiempo para asimilar todo lo sucedido
en un lapso de unas horas.
No voy a mentir esa noche no dormí nada, todos los
recuerdos juntos pasaban por mi mente como si de fotos en un marco digital se
tratasen.
Mis padres me dejaron quedarme en casa ese día, pero
fue peor porque sencillamente no podía parar de pensar en él y en lo que
hubiera sido de nuestra amistad en el futuro.
Me sentía raro el día del funeral era la primera vez
que me ponía el traje para un evento triste, siempre había sido para bodas o
fiestas. Todos mis amigos estaban allí, muchos todavía con cara de afectados. Otra
vez todos los recuerdos me perseguían y mi llanto se originó en más de una
ocasión.
Esta carta te la envío porque sé que desde donde
estes la recibirás y te acordarás de mí recordando sólo los buenos ratos
manteniendo nuestra amistad como un verdadero tesoro que he sido dichoso de encontrar
y al que me temo que no volveré a toparme.
Hasta siempre mi mejor amigo.
Manuel
Chavarren, 1º B noviembre de 2019
Comentarios
Publicar un comentario