Manuel Chavarren (Se desvaneció)



SE DESVANECIÓ

Madre mía que mal voy con el examen de Lengua de mañana no he empezado ni literatura ni sintaxis, verás que nota saco mañana y encima lo que me va a bajar la media. Yo no soy mucho de agobiarme pero es que de esta va a ser complicado salir bien parado. Es q no me da tiempo ni ha mirarme un vídeo antes de ponerme a estudiar, bueno voy a dejar mi móvil en el salón que hoy no me puedo permitir distraerme ni lo mas mínimo.

A la media hora salgo de mi cuarto porque no me concentro nada de nada y cojo el móvil para descansar y desconectar.

Qué raro tres llamadas perdidas de Jaime, él nunca me llama siempre me manda un audio o un mensaje y seguro que no es una duda del examen porque el ha repetido. No pude esperar ni un minuto y le llamé.

Jaime suena raro esa no es su voz, me pide un segundo para poder hablar bien pero aún así su voz suena diferente. Yo no estaba preparado para escuchar las cuatro palabras que dinamitarían mi mundo por completo.

Jaime dijo: “Nacho se ha muerto’’.

Por un segundo pensé que era una broma, pero esta idea se fue rápido de mi cabeza. Antes de poder responder como si de un mar se tratase mis lágrimas iban bañando mi cara que se mantenía rígida como si fuera una mismísima estatua.

Respondí a Jaime después de tomarme mi tiempo, ¿Qué ha pasado?
Jaime me estaba contando como había sucedido todo, lo del coche que no vio y la velocidad a la que circulaba, pero yo estaba ausente preguntándome una y otra vez si mi buen amigo nacho había podido desvanecerse aquella misma tarde de invierno.

Me sentí paralizado sin poder moverme de aquella silla, mis piernas tardaron un rato en poder moverse mientras mi cabeza iba a mil por hora con el rostro empapado de llorar.
En cuestión de minutos mi móvil no paraba de vibrar todo el mundo se había enterado y al ser yo uno de sus más cercanos fueron a parar a mí todas las preguntas de la gente, pero yo no me sentía con fuerza para poder responderlas. Fugazmente cogí mi abrigo y me bajé a la calle a fumarme un cigarro, llevaba un tiempo sin fumar, pero esto me sobrepaso tanto que ni lo pensé.

Acordé con Jaime vernos en su casa y tan pronto como pude pedí un cabify que me llevase a su calle. Llamé a la puerta y allí estaba Jaime con una cara peor que la mía, nunca había visto a Jaime sin estar con su pelo perfecto y la cara afeitada y lavada. Un fuerte abrazo era lo que necesitaba en ese momento, el abrazo duro mucho, pero me pareció hasta escaso.

Nos sentamos en su sofá para hablar de las mil aventuras que hemos vivido los tres y las muchas veces que nos hemos quedado a dormir en su casa. Para su madre ya éramos uno más incluso yo creo que a veces nos quería más que a nacho. En ese momento nos acordamos de su familia y lo mal que lo debían de estar pasando. Ni lo pensamos y el padre de Jaime nos acercó a casa de Nacho.

El portero nos saludó como de costumbre como si fuésemos propietarios pues pasábamos más tiempo allí que muchos que vivían en esa urbanización. Jaime y yo no teníamos palabras y el silencio reino en el ascensor, su hermano nos abrió la puerta y nos saludó dándonos a entender lo mal que lo estaba pasando. A su madre no tardamos mucho en darnos cuenta de que estaba descompuesta, rodeada de pañuelos y una copa en la mano.

No quisimos molestar mucho y nuestra vista fue algo corta pero muy intensa, eso comentábamos mientras fumábamos en la urbanización. Volví a casa en autobús porque necesitaba tiempo para asimilar todo lo sucedido en un lapso de unas horas.

No voy a mentir esa noche no dormí nada, todos los recuerdos juntos pasaban por mi mente como si de fotos en un marco digital se tratasen.

Mis padres me dejaron quedarme en casa ese día, pero fue peor porque sencillamente no podía parar de pensar en él y en lo que hubiera sido de nuestra amistad en el futuro.

Me sentía raro el día del funeral era la primera vez que me ponía el traje para un evento triste, siempre había sido para bodas o fiestas. Todos mis amigos estaban allí, muchos todavía con cara de afectados. Otra vez todos los recuerdos me perseguían y mi llanto se originó en más de una ocasión.

Esta carta te la envío porque sé que desde donde estes la recibirás y te acordarás de mí recordando sólo los buenos ratos manteniendo nuestra amistad como un verdadero tesoro que he sido dichoso de encontrar y al que me temo que no volveré a toparme.

Hasta siempre mi mejor amigo.

Manuel Chavarren, 1º B   noviembre de 2019



Comentarios