Diego López (No hay mal...)




NO HAY MAL…
        
Jueves 30 de enero de 2020

Otro día más en la lujosa pero aburrida vida de la jefa ejecutiva hongkonesa Carrie Lam, que se despidió de su marido, de sus 3 hijas y por último de sus 3 serviciales criadas a las que pagaba un salario miserable, antes de salir de casa. Se dirigió, vigilada y protegida por sus guardaespaldas y su chófer, al consejo ejecutivo de este rico país que se encargaba de presidir. Carrie Lam es la primera presidenta de la historia de Hong Kong.

            Llegó a su destino, siendo recibida con exaltación y honores de reina. Cantó el himno nacional y dio por comenzada su jornada laboral. Acometió algunas de las tareas que su secretaria la había preparado y mantuvo una reunión con su partido. Tras 5 horas de duro trabajo, cerca de las 11, ya había terminado todo lo que se le había sido asignado, ya que comenzó a las tempranas 6 de la mañana. Comió en su restaurante favorito con su segundo y dio por finalizado ese jueves; tan solo le quedaban por delante 2 días para llegar a su único día de descanso, el domingo. Una vez de vuelta en su morada descansó y respondió a mensajes, sin ser ni siquiera ella la que los escribía, ya que una de sus criadas lo hacía en su lugar. Todo seguía en su línea, un día más en la vida con la que tanto tiempo había estado soñando y uno menos para acabar con su legislatura, que tanta desgana le generaba. Ya tan solo le quedaban 294 días de “reinado”.

            Todo seguía en su calmada línea, hasta que la cuidadora de sus hijas llamó al teléfono de casa. Los guardas se apresuraron a responder y colgar el teléfono por si se trataba de algún cyber-ataque; pero al escuchar la familiar voz que se encontraba al otro lado de la línea,  pusieron en contacto a la cuidadora con la recepcionista de mensajes de la familia Lam. Una facción de sobresalto, sorpresa, e incluso tristeza, se dibujó sobre el rostro de esta mujer, y la señora Carrie lo notó, lo notó e incluso se preocupó con tan solo ver la cara de Lin, que era el nombre de la secretaria.

            Carrie apresuradamente le pidió que le pasara el aparato y esta accedió. Un esbozo de llanto era notable en la cara de la ahora oyente y esto provocó un inaudito sobresalto en la “casa real”, pues era la primera vez que la veían así, incluyendo a su marido tras 37 años de feliz matrimonio. Sin ningún tipo de acto reflejo, el teléfono se resbaló de la mano de la jefa ejecutiva y cayó desfallecida sobre el limpio suelo de su luminoso salón. Alrededor suyo se creó un corro de unas 7 personas, que vieron cómo, por suerte, se despertaba justo cuando ya marcaban el número de  emergencias. Se dispuso a contarles a los presentes lo ocurrido…:

…pues bien, su hija mediana Wu, se encontraba en el hospital de Glenagles, a las afueras de la ciudad-estado. ¿Qué hace ahí, que la ha pasado?-preguntó al instante su pareja; Carrie respondió secante: Wu ha caído enferma. Dejó unos segundos de suspense al relato y explicó la situación: informó de todo lo que la habían dicho, que su joven hija de  apenas 16 años había sido infectada por el conocido como corona-virus, una hasta entonces desconocida enfermedad que al parecer había surgido en un mercado de pescado de la ciudad china de Wuhan. Ninguno de los presentes había oído hablar del virus; solo faltaba Ming, el guardaespaldas, hoy ausente al ser su día semanal de descanso.  Buscaron en internet y ahí encontraron las respuestas a sus preguntas. El corona-virus es una nueva epidemia transmitida de forma oral, por el aire, que ya se había cobrado la vida de unas 80 personas, con unos 600 infectados registrados, pero no se descartaba que hubiese más casos sin diagnosticar. Los síntomas son fiebre, fatigas y bajada de la defensas… y su lugar de origen es la provincia de Hubei. Al escuchar esto, los dos guardaespaldas presentes dijeron lo mismo, ¡de ahí es Ming!

Todos lo entendieron en ese preciso instante, ese fin de semana Ming lo había tenido libre y se había ido a visitar a su familia. Su padre era dueño de un famosísimo restaurante de sushi en la ciudad de Wuhan. Hasta el momento todo iba encajando, pero ninguno de ellos podía comprender como la construcción del puzzle del misterio del contagio de esta enfermedad vírica se desmoronaba al intentar pensar, averiguar o suponer cómo se había infectado. Fue entonces cuando, mientras todos se hallaban en silencio, entraron las otras dos hijas de Carrie, decididas a explicarle al resto lo ocurrido. Acababan de traerlas un chófer desde sus respectivos trabajos.

Ambas dieron a entender que el guardaespaldas Ming se lo había pasado a su hermana Wu, pues pese a llevarse 6 años de edad, pasaban una gran cantidad de tiempo juntos e incluso encerrados en la habitación de ella: siempre con las 2 mismas excusas, el velar por la seguridad de ella y además ayudarla con los deberes que pudiera tener. Ahora todo cuadraba, el puzle del misterio se iba completando.

Los padres de Wu estaban furiosos, y hubiesen despedido a Ming si  no llega a ser por la trágica muerte que sufrió días después de entrar al hospital debido a una fuerte neumonía.  La hija tuvo por su parte una mejor evolución, ya que gracias al seguimiento de la historia, las autoridades identificaron a Ming como el portador original de la cepa del virus y así sintetizar con base del suero de su sangre la primera vacuna contra la enfermedad. La cuidó en vida, ayudó en su educación y le salvó la vida después de muerto. Y no solo eso, sino que, tras ver a su hija al borde de la muerte y de poder haber visto morir a miles de personas,  la jefa ejecutiva de Hong Kong dejó su puesto, anunció nuevas elecciones y se dedicó desde entonces a dirigir la Fundación Ming: destinada a ayudar a las empleadas de hogar tratadas en régimen de semi-esclavitud por muchas familias de Hong Kong. A veces las vacunas no solo sanan una enfermedad, sino incluso a toda una sociedad.
(Basado en el corona-virus)
Diego López Fernández  Nº12  4ºE   Febrero de 2020

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