¿DONDE
ESTÁN?
Acaba el colegio, el
día más feliz del año por fin nos dan las vacaciones, la sonrisa invade la cara de todo aquel que te cruzabas hace una
semana con cara de cansancio agobio y tristeza. Los pasillos se convierten en
el túnel de vestuarios de un equipo ganador del partido, ese abrazo efusivo
que jamás le habías dado antes, ese
abrazo que das a un compañero que nunca antes se lo habías dado, un sin fin de
gestos que introducen las vacaciones de verano.
Al terminar el colegio,
mientras caminas hacia casa pensando en todos los increíbles planes que vas a
hacer en verano, ves todo con unos ojos
diferentes, con una claridad y con una luz como si fuese el día más soleado del
año. Quedas con tus amigos y haces una
fiesta como si no hubiera un final pero todo llega, llega la hora de despedirse
ya que al día siguiente la mayoría de amigos se irán a sus sitios de veraneo.
Esa noche duermes unas
tres horas pero parece que el cansancio no pesa, te montas en el coche y
cierras los ojos intentando descansar mientras se te dibuja una sonrisa en
la cara pensando en todos los planes que
vas a hacer cuando llegues a tu casa de
veraneo.
Una vez llegado te
tumbas en la cama y respiras ese olor de verano, de felicidad, antes de darte
ni cuenta recuerdas que has quedado a cenar con esos amigos que llevas un año
sin verlos. Acabas de cenar y das una vuelta por el paseo marítimo, bajáis a la
playa, mientras escuchas un resumen con todo tipo de detalle de tus amigos con
las mil historias, rayadas y anécdotas que han vivido durante este año veis
como desaparece el sol poco a poco y como el cielo se tiñe de un color
anaranjado, en ese momento es en el que de verdad te das cuenta que el verano
ya ha comenzado.
Al día siguiente te
levantas a la hora que te plazca como si una nueva vida sin preocupaciones
y con total libertad hay comenzado. El
poco tiempo que queda de mañana bajas a la playa y llamas a tus amigos, una vez
en la playa recuerdas esos baños, esos partiditos de fútbol y
esas palas que tanto echabas de menos, llega la hora de la comida y haces un pequeño corro con tus
amigos mientras os coméis vuestros diferentes bocatas desde el de pollo hasta
el de tortilla pero lo que es igual en todos es esa sonrisa en la cara.
Tras el largo día en la playa llegas a tu casa y te
das una buena ducha y te pones cómodo, no sé cómo lo logras hacer
pero en verano es como si el cansancio
no existiese a pesar de todo lo que has hecho durante el día y haberlo
pasado todo fuera de casa solo tienes ganas y más ganas de volver a quedar con
tus amigos y pasar la noche con ellos.
Llega la noche, quedas
con ellos y a pesar de haber pasado solo dos días desde que te dieron las
vacaciones de verano ya llegó la noche de salir por ahí e ir de bar en bar hasta llegar a la discoteca. Una vez ya
adentrada la noche recuerdas ese momento de risas con tus amigos por todo,
aquella cosa que en todo el año nuca te había hecho gracia esa noche te parecía
como si te hubiesen contado el chiste más gracioso de toda tu vida. Sales de la
discoteca para tomar un poco el aire y miras el móvil para ver las historias de
tus amigos que están de fiesta allá donde quiera que estén. No puedes parar de
sonreír al darte cuenta de lo bien que te lo estás pasando tú y lo bien que se
lo están pasando las personas que más quieres en tu vida y están a tu lado día
a día, por fin te sientes feliz. Llega la hora de ir a casa, son las seis de la
mañana, te das cuenta de que llevas siete
horas de fiesta pero se te han pasado como una clase de matemáticas y
filosofía seguidas.
Te levantas por la
mañana y tumbado en la cama reflexionas sonriente, te paras a pensar en todos
los momentos buenos que has pasado en
tan solo tres días y más sonriente aún te pones cuando piensas en el mes y
medio que te queda y el sin fin de risas y buenos momentos que faltan por
llegar.
Mes y medio más tarde
te encuentras en el coche de camino a Madrid, sientes una mezcla de sensaciones
y te vas con un sabor agridulce, piensas en todos los buenos
momentos, en todas esas anécdotas nuevas que tienes que contar a tus
amigos del colegio nada más verles, en lo los días que has pasado que se te han
hecho los más felices de todo el año pero por otro lado te das cuenta que esto
se acaba, que vuelve la rutina, los
libros, los ejercicios, los exámenes,
volverse a levantar a las siete y cuarto
todos los días y no poder hacer más durante el día que estudiar y seguir
estudiando. De repente a cinco minutos de llegar a casa se te viene una
pregunta a la mente, ¿Y mi familia?.
Diego Valdés Morales, 6
de febrero
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