Diego Valdés (¿Dónde están?)




¿DONDE ESTÁN?

Acaba el colegio, el día más feliz del año por fin nos dan las vacaciones, la sonrisa invade la  cara de todo aquel que te cruzabas hace una semana con cara de cansancio agobio y tristeza. Los pasillos se convierten en el túnel de vestuarios de un equipo ganador del partido, ese abrazo efusivo que  jamás le habías dado antes, ese abrazo que das a un compañero que nunca antes se lo habías dado, un sin fin de gestos  que  introducen las  vacaciones de verano.

Al terminar el colegio, mientras caminas hacia casa pensando en todos los increíbles planes que vas a hacer en  verano, ves todo con unos ojos diferentes, con una claridad y con una luz como si fuese el día más soleado del año. Quedas con tus amigos  y haces una fiesta como si no hubiera un final pero todo llega, llega la hora de despedirse ya que al día siguiente la mayoría de amigos se irán a sus sitios de veraneo.

Esa noche duermes unas tres horas pero parece que el cansancio no pesa, te montas en el coche y cierras los ojos intentando descansar mientras se te dibuja una sonrisa en la  cara pensando en todos los planes que vas a  hacer cuando llegues a tu casa de veraneo.



Una vez llegado te tumbas en la cama y respiras ese olor de verano, de felicidad, antes de darte ni cuenta recuerdas que has quedado a cenar con esos amigos que llevas un año sin verlos. Acabas de cenar y das una vuelta por el paseo marítimo, bajáis a la playa, mientras escuchas un resumen con todo tipo de detalle de tus amigos con las mil historias, rayadas y anécdotas que han vivido durante este año veis como desaparece el sol poco a poco y como el cielo se tiñe de un color anaranjado, en ese momento es en el que de verdad te das cuenta que el verano ya ha comenzado.

Al día siguiente te levantas a la hora que te plazca como si una nueva vida sin preocupaciones y  con total libertad hay comenzado. El poco tiempo que queda de mañana bajas a la playa y llamas a tus amigos, una vez en la playa recuerdas esos baños, esos partiditos de  fútbol y  esas palas que tanto echabas de menos, llega la hora  de la comida y haces un pequeño corro con tus amigos mientras os coméis vuestros diferentes bocatas desde el de pollo hasta el de tortilla pero lo que es igual en todos es esa sonrisa en la  cara.

Tras el  largo día en la playa llegas a tu casa y te das una buena ducha  y  te pones cómodo, no sé cómo lo logras hacer pero en verano es como si el cansancio  no existiese a pesar de todo lo que has hecho durante el día y haberlo pasado todo fuera de casa solo tienes ganas y más ganas de volver a quedar con tus amigos y pasar la  noche con ellos.

Llega la noche, quedas con ellos y a pesar de haber pasado solo dos días desde que te dieron las vacaciones de verano ya llegó la noche de salir por ahí e ir de bar en  bar hasta llegar a la discoteca. Una vez ya adentrada la noche recuerdas ese momento de risas con tus amigos por todo, aquella cosa que en todo el año nuca te había hecho gracia esa noche te parecía como si te hubiesen contado el chiste más gracioso de toda tu vida. Sales de la discoteca para tomar un poco el aire y miras el móvil para ver las historias de tus amigos que están de fiesta allá donde quiera que estén. No puedes parar de sonreír al darte cuenta de lo bien que te lo estás pasando tú y lo bien que se lo están pasando las personas que más quieres en tu vida y están a tu lado día a día, por fin te sientes feliz. Llega la hora de ir a casa, son las seis de la mañana, te das cuenta de que llevas siete  horas de fiesta pero se te han pasado como una clase de matemáticas y filosofía seguidas.

Te levantas por la mañana y tumbado en la cama reflexionas sonriente, te paras a pensar en todos los momentos  buenos que has pasado en tan solo tres días y más sonriente aún te pones cuando piensas en el mes y medio que te queda y el sin fin de risas y buenos momentos que faltan por llegar.

Mes y medio más tarde te encuentras en el coche de camino a Madrid, sientes una mezcla de sensaciones y te vas con un sabor agridulce, piensas en todos los  buenos  momentos, en todas esas anécdotas nuevas que tienes que contar a tus amigos del colegio nada más verles, en lo los días que has pasado que se te han hecho los más felices de todo el año pero por otro lado te das cuenta que esto se acaba, que  vuelve la rutina, los libros, los ejercicios, los  exámenes, volverse a levantar a las siete y  cuarto todos los días y no poder hacer más durante el día que estudiar y seguir estudiando. De repente a cinco minutos de llegar a casa se te viene una pregunta a la mente, ¿Y mi familia?.

Diego Valdés Morales, 6 de febrero





 












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