Enrique Borrego (Dar gracias)




DAR GRACIAS


coraje
Del fr. ant. corages.
  1. m. Impetuosa decisión y esfuerzo del ánimo, valor.


Así nos define el diccionario la palabra “coraje” pero, para mí, hay veces que ciertas  personas  elevan este significado a otro nivel,  a otra vida.


Y de otra vida es lo que va a tratar este relato. Otras muchas vidas que ha cambiado un pequeño chico llamado Hugo, que de pequeño sólo tiene las dos ruedas delanteras de la silla de ruedas en la que va sentado. Voy a comenzar narrando cómo entró Hugo en mi vida, para acabar dándole un sentido completamente distinto.


Soy Enrique y tengo 15 años. El año pasado abandoné el colegio dónde había completado infantil, primaria y prácticamente la ESO. Dejé atrás años muy felices, amigos e imborrables recuerdos. Muchos de estos últimos, desgraciadamente, teñidos por tristeza, vacío y un sentimiento de necesidad de salir de allí, de esa vida, en busca de una desconocida pero la que esperaba mejor. Conseguí entrar en el colegio San Agustín, junto a mi hermano Jaime y comenzar ese nuevo capítulo que tato anhelaba.


Jaime tiene 13 años y va al mismo curso que Hugo. Un día, saliendo de clase, pude conocer a ese chico que podía ver en los recreos siempre rodeado de gente y a partir de ese momento, de conocerle, entendí lo que siempre te dicen de “vive la vida“ y aprendí a valorar cada momento, a las personas que te rodean. Sentí una conexión especial con Hugo de la cual no me puedo ni quiero desprender.


La historia de Hugo, de su vida, del apoyo incondicional de unos padres y hermanos que le quieren mucho, para mí, merece ser escrita en otro relato o ser el guión de una película que representa perfectamente valores como la valentía, superación y muchos más que desafortunadamente nuestra lengua sólo deja que sintamos, sin darnos la palabra exacta para describirlos.


Hugo, sin quererlo, ha cambiado la vida de mucha gente. Habrá personas que quizá piensen que para mal, pero no, este increíble chico  ha unido a mucha gente y sobre todo, ha dado muestra de como es y del ejemplo a seguir que representa. Sus últimos meses no han sido fáciles, pero ha sido capaz de levantar el ánimo de todos con su aparentemente inacabable felicidad e  infinita sonrisa que contagia y que a mí, por ejemplo, me ha cambiado la forma de ver todo.


Sin saber muy bien por qué, quiero mucho a Hugo. Lo digo porque tampoco conozco mucho a su familia ni a él, pero esa sensación de conexión que siento siempre que pienso o tengo la oportunidad de estar con él, diría que no la tengo con nadie. Hablar con él te reconforta  y te hace pensar que todo va a ir bien, simplemente con mirarte con esos ojos azules entre los que tanta gente se pierde.
Hugo apareció para hacerme querer más a las personas que te apoyan y me ha ayudado mucho (y no sabe él cuanto) en la nueva vida en la que él cobra el rol de gran amigo del protagonista.


Nueva vida, no obstante, en la que sigo teniendo problemas para expresar todo lo que pienso y más aún, agradecer a todas aquellas personas que me han hecho posible cambiar, avanzar y crecer. Porque si algo he podido aprender de Hugo en este poco tiempo, es que los malos tiempos se van y los mejores llegan. Y tenemos que estar listos para ellos. Es por eso que considero este relato el lugar adecuado para dejar escrito por siempre todo aquello que nunca suelo decir.


En primer lugar, dar gracias al Colegio San Agustín, profesores y compañeros a los que ya puedo llamar amigos. Verdaderos amigos en los que puedo confiar, con los que me puedo mostrar tal y como soy y a los que quiero mucho. Muchas gracias por sacar lo mejor de mí y por acogerme. Gracias.


A mi familia, que en los peores momentos estuvieron allí para apoyarme y hacerme ver que todo iba a cambiar, a ir mejor, que aquellas lágrimas de impotencia iban a ser transformadas en unas de alegría. Va por vosotros también.


Gracias, a ti Hugo, protagonista de este relato y sobre todo, de una bonita historia de superación. Nunca dejes de sonreír, porque es la luz de tu felicidad la que ilumina la de muchos otros. No cambies, porque siendo cómo eres ya has ayudado a que muchos veamos de manera distinta.


Y gracias a ti, que has tomado un poco de tu tiempo para leer aquello que se me pasa por la cabeza e intento plasmar sobre el papel. El objetivo de este relato no es otro que dar gracias por todo lo bueno que nos ocurre. Si todavía no has pensado en aquella o aquellas personas que te han ayudado a ser como eres, te invito a hacerlo y hacérselo ver, porque como dijo Melody Beattie: ”La gratitud abre la plenitud de la vida.”.


Enrique Borrego Serrano, 02/20, 4ª ESO, 2ª Eva.







                                                                                                                                                        









Comentarios