LA
GUERRA DIFERENTE
Hoy voy a contar una
historia, una historia, de guerra en la que nada es imposible y aunque parezca
que da igual lo que hagas vas a perder la rendición no es una opción.
Todo empezó en
Australia 1929. Nuestro pueblo era numeroso, volvíamos de nuestro viaje anual
al interior de Australia a nuestro hogar. Mi nombre es difícil de decir en
vuestro idioma, pero allí, en mi idioma, me llaman Mue. Volvía como cada año por
el gran camino de primavera hacia la costa a nuestro hogar. Viajaba siempre al
lado de mi mujer Uak. Era una época feliz, comíamos frutos y pequeños roedores.
Sé que no es mucho, pero a nosotros nos parecía suficiente, fuimos felices. Por
el camino oímos hablar a los lugareños. Parecían tristes como si algo horrible
acabara de pasar. Vimos a muchos enterrar a sus hijos con trajes de negocios y
llorando “¿Por qué, hijo mío?, ¿Por qué has tenido que hacerte esto a ti mismo?”.
Nuestro pueblo había
tenido algún problema en el pasado con los lugareños, pero generalmente, debido
a que no existe pueblo más pacifico que el nuestro, nunca tomamos medidas
contra ellos. Seguimos nuestro camino y no encontrábamos casi comida ni agua por
lo que tuvimos que robar algo de las cosechas de granjeros para sobrevivir. Lo
repartimos lo mejor que pudimos, pero, inevitablemente, algunos murieron de
hambre o de sed ya que nuestro pueblo lo formábamos 20.000 habitantes. Como se
nos veía de lejos acercarnos a las granjas de los granjeros tuvimos que
dividirnos para robar. Los grupos de 3 o 4 que formamos no eran suficiente para
llevar toda la comida que necesitábamos así que el líder de nuestro pueblo Gran
Gans nos reunió y organizó una incursión mayor a una de las mayores granjas de
Australia.
El pelotón lo
formábamos un total de 200 soldados y nos reunimos una noche a las afueras de
la granja todos en formación de cuña. Nuestro pueblo era conocido por ser
realmente rápido, de modo que, el plan consistía en que 50 de nosotros
obligásemos a la cuadrilla de granjeros a arrinconarse dentro mientras los
demás robaban cuanto podían en el granero. El general Gran Gans decidió ponerme
en primera línea del grupo de 50 soldados al lado de mi compañero Vae. ¡Entonces
lo vi claro!, Gran Gans deseaba quitarme de en medio y ahora tenía la
oportunidad. Está decisión no era al azar. Gran Gans me odiaba a mí y a mi
familia debido a que mi padre derrotó al suyo por el poder del grupo. Él se
autonombró líder después de la muerte de mi padre y yo no intenté recuperar el
trono debido a que él contaba con el apoyo de la élite de nuestro pueblo. Mi
mente volvió a concentrase al escuchar el grito que definiría todo, era la
hora. Mis pies corrieron más rápido de lo que lo habían hecho nunca. Miré a la
izquierda y mi amigo Vae corría al lado junto con 48 guerreros más. Mis
músculos no se cansaban, mis ojos no veían nada porque la gran nube de polvo
que habíamos levantado impedía ver la casa, pero todos corríamos pasara lo que
pasara.
¡Entonces lo vi! Una
pequeña nube de trozos de metal salió del cañón de la escopeta de los granjeros
acompañada de un gran estruendo. En ese momento pensé que había muerto, pero
miré a mi alrededor y vi que de los guerreros que habíamos salido corriendo de
esa colina yacían en el suelo 12 y entre ellos Vae. Le miré un segundo, pero me
pareció una eternidad. En ese momento me di cuenta de que ya tendría tiempo
para llorar más tarde y que ese no era el momento. Me vi solo entre la nube de
polvo, de los 50 soldados solo quedaba yo, el resto habían huido o muerto.
En ese instante la nube
se despejó y vi a 6 granjeros disparando con las escopetas masacrando a los
nuestros. Salí corriendo hacia uno de los granjeros, no podía permitir que
mataran a mi pueblo. Mordí su escopeta arrancándosela de las manos al granjero
y en ese instante todos los demás empezaron a dispararme. Gracias a mi
velocidad podía esquivar los proyectiles. Cada ¡pum! de la escopeta hacía
temblar mi cuerpo, pero seguí corriendo hasta ver por el rabillo del ojo que
todos habían escapado. Entonces corrí hacia el poblado. Al llegar allí me
encontré con que el gobierno australiano había declarado la guerra a nuestro
pueblo. Debido a mis hazañas en la incursión de la granja contaba con el apoyo
del pueblo para ser el nuevo líder. Aunque Gran Gans seguía comandando a
nuestro pueblo las cosas estaban cambiando. Los días siguientes fueron un
infierno algunos soldados con ametralladoras dirigidos por Sir George Pierce un
militar cuyo único objetivo era darnos caza. Algunos de nuestros hombres
murieron así que ordené a mi pueblo a que se separaran en pequeños grupos, de
esa manera les costaría más acabar con nosotros.
En una de nuestras
reuniones de dirigentes de nuestro pueblo un camión armado con una
ametralladora apareció bajando por la colina empezó a disparar las balas
llovían como si de gotas de lluvia se tratase nosotros corrimos y camión se fue
quedando atrás, pero en medio de todo esto Gran Gans con un movimiento de
pierna me puso la zancadilla consiguiendo que estuviera a punto de tropezarme.
El viento me rozaba el cuerpo debido a la gran velocidad a la que íbamos
mientras las balas seguían rozándonos él y yo nos miramos los dos sabíamos que
uno de los dos iba a morir. En ese momento con nuestras miradas fijas en el
contrario ambos embestimos contra el otro. El general Pierce se asomó por la
ventanilla del camión no entendía lo que pasaba, pero disparó su revolver
igualmente. La bala atravesó el cuello de Gran Gans en una explosión de sangre.
Solo quedaba yo, el general Pierce siguió disparando sin éxito mientras
subíamos la colina al llegar a lo alto en mi último aliento no creía lo que
veía todo mi pueblo los miles de compañeros de mi pueblo se plantaron ante el
camión volcándolo y unidos picamos al general Pierce hasta que se hundió entre gritos
de venganza. Se me nombro líder como lo habría querido padre y entonces di mi
discurso ante mi pueblo “Hemos ganado la batalla, pero la Gran Guerra Emú está
lejos de terminar”.
Gran trabajo realizado, esa cabeza tiene mucha imaginación
ResponderEliminarEsa CABEZA funciona
ResponderEliminarIncreíble obra, su autor nunca defrauda
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