Bárbara Alonso (Miedo)


 

MIEDO

María lleva siendo médico desde hace 20 años en el Hospital Clínico, y hoy después de tanto tiempo no va a poder ir al hospital. Tiene que estar en cuarentena 15 días y después dar negativo en la siguiente prueba del COVID. Mientras que Juan, su marido, y Carlos y Lucas, sus hijos gemelos, han dado negativo. Probablemente María se ha contagiado en el hospital cuidando a los enfermos en la UCI.

 

Después de una semana María está ansiosa por volver a trabajar y ayudar todo lo que pueda en el hospital, pero todavía le quedan unos días de estar “encerrada” y aislada. Por fin, cuando le hacen la prueba y da negativo, va directamente al hospital, pero eso sí, con triple protección, parece una astronauta. Cuando me contagié no llevábamos ni la mitad de protección, pensó enfadada.

 

Después de una semana ya yendo al hospital todos los días e incluso quedándose varias noches, María esta agotada. Tengo que seguir dándolo todo por ellos, no quiero que lo pasen como yo, o mucho peor, pensó dándose ánimos. En casa las cosas iban bastante bien, Juan trabaja en el banco Santander y está la mayor parte del tiempo en reuniones online, y Carlos y Lucas, estudian 1º Bachillerato están con clases online y mirando el correo para hacer los deberes.

 

Ya ha pasado un mes y medio desde que comenzó el desafío para superar a este virus que había comenzado meses antes en la otra punta del mundo y parecía imposible que se expandiera tan rápido hasta aquí. Ojalá se acabe esto muy pronto, se decía María mientras caminaba por los pasillos del hospital, los cuales estaban llenos de camas con contagiados porque no cabían en las salas y la UCI.

 

Cada día al volver a casa María tenía que preparar la cena y la comida del siguiente, no sin antes haberse aseado. La familia cenaba viendo el telediario que ya era demasiado repetitivo, y cada día los datos de contagiados y muertes de COVID iban a peor. Carlos y Lucas le preguntaban todos los días a su madre que cuando iba a pasar aquella pesadilla, ojalá lo supiera, contesta ella abatida.

 

Juan era el encargado de salir ha hacer la compra para tener comida para casi todo un mes, ya que se salía lo menos posible de casa. También le llevaba la compra a sus padres y suegros, que vivían cerca, y ellos no salían al ser las personas mayores de riesgo.

 

El siguiente mes fue horrible para los médicos, tenían que estar incluso dos días seguidos en el hospital, y acababan con marcas en la cara debido a todas las protecciones que tenían que llevar. Todo el mundo en los hospitales ayudaba, los especializados en aparato digestivo, los cirujanos, todos ayudaban, el hospital era un sitio en el que se estaba viviendo una situación más que horrible, como de guerra. De guerra sin cuartel.

 

Cuando ya han pasado dos meses y medio parece que la cosa va a mejor, dentro de un mes se podrá salir a la calle, con mascarilla y por horarios. Los casos y las muertes han tenido un ligero descenso y nos hospitales están algo menos colapsados.

 

Tras llevar más de tres meses confinados en casa Carlos y Lucas no aguantan más y son los primero en salir. Van a visitar a sus abuelos que les saludan desde la ventana de sus casas, e incluso durante el paseo se encuentran con algún amigo. María no tiene el lujo de poder dar paseos ya que, aunque la gente crea que ha mejorado mucho la situación, no es así, si que ha mejorado, pero hay que mantenerse muy alerta, sobre todo en el hospital.

 

Ya es verano y la situación está mucho mejor, María va al hospital dos semanas seguidas y descansa otra, Juan ya tiene vacaciones, al igual que Carlos y Lucas. Una de las semanas que María tiene libres deciden ir a la playa, a Galicia. Disfrutan mucho allí y deciden que excepto María, que tiene que volver al hospital, el resto de la familia se queda allí, en Marín, el pequeño pueblo al que han ido.

 

Al llegar a Madrid, María recibe una muy mala noticia. Carlos y Lucas han dado positivo por COVID, y han puesto en riesgo a Juan y a sus abuelos maternos, que habían ido con ellos a Galicia. Mientras María está trabajando en el hospital tiene esa incertidumbre por saber si sus padres habrán cogido o no el virus.

 

Dos días después Juan le comunica a María que efectivamente, sus padres han dado positivo también. María intenta no preocuparse mucho, pero la situación no es buena. Carlos y su padre en el hospital graves y Lucas y su madre confinados en casa. Termina la semana y María va rápidamente a Marín. La situación está mejor, su madre, Lucas y Carlos, recién salido del hospital, han dado negativo. Mientras que su padre sigue luchando por superar el virus.

 

María se acerca al hospital, y gracias a que conoce a un médico allí puede saber el estado de su padre. Ha mejorado, pero está con oxígeno, eso no es muy bueno, pero al menos no está en la UCI, piensa María. Se queda hablando un rato con el médico, que ve que la situación va mejorando poco a poco, aunque ella no está muy convencida.

 

Es la última semana de verano y la familia regresa a Madrid, con el abuelo ya recuperado, tras unas vacaciones que no quieren casi ni recordar. Carlos y Lucas se sienten culpables por haber contagiado a sus abuelos, estamos sanos y salvos, y muy felices de estar con vosotros, les dicen ellos.

 

La familia se enfrenta  ahora a un nuevo curso con muchos cambios  y dificultades, solo esperan que no se repita la situación infernal del verano.


Bárbara Alonso

 

 

 


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