Javier Rodríguez Sanz (Buscando la Justicia)

 





                                               BUSCANDO LA JUSTICIA


Millones de almas nos encontramos en La Gran Manzana de Nueva York, la oscuridad nos circunda por doquier, hermanos, primos e incluso aquellos que son sólo compatriotas nos movemos en busca de esa libertad que haga que escapemos de la crueldad que percibimos día a día en este país.  Yo apenas soy un mero hombre que vaga en esta vida pasajera, y creo que, si no cambiamos las cosas hoy, el mundo se va a pudrir y va a acabar en el vacío. Como humanidad hemos podido crecer a lo largo de estos años, sin embargo, el ser humano no se conforma con lo que tiene, sino que sigue buscando, y como decía Luther King: “yo tengo un sueño, que mis cuatro hijos vivirán en una nación donde no se les juzgará por el color de la piel sino por sus cualidades”.

 

Me llamo Walter Frederick y soy senador por el bando demócrata y sirvo al señor Joe Biden. Mi familia se ha visto perjudicada en estos días, pues nuestro hijo Matt ha muerto en un tiroteo, llevado a cabo por la policía estadounidense. El tan sólo estaba jugando al baloncesto, con sus amigos, después de clase. La policía estaba buscando a los sujetos del reciente robo al banco, cuando se pararon a preguntar a mi hijo de tan sólo 17 años, al ver que no contestaba, le pegaron varios puñetazos en el estómago, y numerosas patadas en la pierna. Sollozando, brotando sangre por todos lados, yacía en el suelo dejando escapar los últimos minutos de su vida. Creéis que me lo merezco como padre. El dolor que tengo es inexplicable. Mi hijo era un gran deportista, de hecho, acababa de conseguir una beca deportiva para estudiar en Harvard. Quería estudiar Derecho, para defender a las personas en situaciones precarias y de abandono.

 

Cuando mi corazón muere de la vida y del cansancio, no sólo por perder a un hijo, sino un futuro abogado que podría haber cambiado la Justica de este país. Pero mi cabeza, aún vive con la esperanza de transformar las cosas. Somos una sociedad de prejuicios, por naturaleza no nos vemos igual que el de al lado, y eso es bueno hasta un punto. Ser diferentes, nos hace crear una Sociedad diversa, que tiene distintas perspectivas, con las que puede mejorar el mundo. Pero si devaluamos la capacidad de nuestro prójimo, sin tener ningún motivo, las injusticias afloran y provocan que la sociedad se corrompa. Todas las personas que lucháis por cambiar el rumbo del mundo, no paréis, y cuando las situaciones se pongan más complicadas, gritar aún más fuerte. Necesitamos mentes inquietas, que busquen más allá.

 

En estos días estoy recibiendo, insultos, y amenazas de muerte por los grupos ultraderechistas, pero no me pienso callar, da igual lo que me hagan. El discurso, que he preparado para la Asamblea, va a quedar para la historia. Gracias por apoyarme todos estos años, os prometo que no os defraudaré.

 

-Míster Trump, hay un gran número de personas que están intentando saltar la verja de la Casa Blanca, la policía no puede pararles.

 

-Llama al CSI para que investigue al promulgador de esta protesta, Estados Unidos debe estar libre de sucios negros, que viven sin vida.

 -Así haré señor.

 -Las elecciones, las vamos a perder si no paramos esto, así que matar al culpable, sin que queden evidencias de que hemos sido nosotros.

 

 

Aquel día, en el que aparentemente parecía que se acababa todo, pero sin embargo no cesó nada, me encontraba paseando con mi mujer por el lugar dónde lamentablemente falleció mi amado hijo, a pesar del dolor que me suponía, lo hice para que me diera fuerzas para el discurso de mañana, y la pelea futura que teníamos que librar yo y los demócratas. Mi corazón al aproximarse al lugar, palpitaba con más fuerza, se sentía pesado, y emitía un sonido desgarrador. El viento frío de Brooklyn que corría por mi cara, lo notaba caliente, sentía como la sangre se desprendía de mis venas, sabía que mi alma en un momento dado, iba a desprenderse de mi cuerpo, para volar a otra vida, en la que pudiera, abrazar a mi hijo, y quererlo como si nunca se hubiera ido. En ese preciso instante, un coche aparcó enfrente de nosotros. El tipo que lo conducía, escupió a mi mujer en la cara, burlándose de ella. Me sentí entonces, con una impotencia, por qué me había tocado vivir esto, por qué tengo un color diferente al resto. Yo pensaba que eso me hacía diferente, y por tanto único en el mundo, pero ya he aprendido que el mundo tan sólo quiere gente monótona e igual.

 

Tras segundos de dilema interior, mi cuerpo se desplomó con violencia en el suelo. Cuando me desperté, veía la cara del hijo esperado, al final del túnel.

 

Ya no estoy en la vida terrenal de este mundo, pero sigo esperando, la voz que establezca la Justicia en este mundo.

 

                                                                                               Javier Rodríguez Sanz 1º A

                                                                                   6 de noviembre 2020 1ª Evaluación.


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