DÍA
DE MUDANZA
6:15 de la mañana,
todavía no ha amanecido pero ya estoy despierto. Mis 74 años pesan mucho más de
lo que recordaba.
Esta noche apenas he
podido dormir, mi peor pesadilla se ha cumplido; y eso que Halloween fue hace
ya una semana. Twitter me amenaza con
bloquear mi cuenta y los comunistas de los demócratas han ganado las elecciones.
Me aseo y me visto con
ropa de deporte; nunca un chándal, como haría el rojo de Barack; pues en
cambio, yo soy un hombre con clase.
Saludo a Keith y ambos nos
dirigimos hacia la puerta; hace mucho frío y está oscuro; pero los doctores
dicen que estoy muy gordo y que me vendría bien andar.
No suelo hacer caso a los
médicos, ya que siempre me intentan engañar. Por ejemplo, hace un par de
semanas me dijeron que estaba contagiado del virus chino y que debía quedarme
en casa, pero yo sé que lo que en realidad querían era boicotearme.
Ya llevamos andando 15
minutos y creo que me voy a desmayar; me siento en el césped y empiezo a
pensar: pienso sobre estos 4 años en los que he hecho lo que he querido, pienso
en el futuro que me espera, pienso en mi familia pero sobre todo pienso en Joe
-¿Por qué habrán votado a un hombre tan viejo y tonto?- En el debate electoral
quedó claro que yo era mucho mejor que él, y aun así él ha ganado.
De repente noto una voz
que me llama. Es Keith, que dice que va a empezar a llover y que deberíamos
ponernos a cubierto.
Entramos de nuevo a casa
y allí me encuentro a mi nieta favorita, Arabella; esperándome. La doy un
abrazo y la pregunto por el colegio; ella me responde que todo va bien; eso yo
ya lo sabía, pues la inteligencia es cosa de nuestra familia.
Aunque tengo tiempo, no
desayuno; no suelo hacerlo y hoy no será la excepción. Me marcho al salón y
abro Twitter. Miro un par de memes y por
un momento olvido que es un día triste y que hoy se cierra la etapa más importante
de mi vida.
Abro los ojos, me he
vuelto a quedar dormido. Ya es la 1, hora de comer. Me siento en la mesa del comedor,
poco después aparece el chef con la comida: un gran filete, ¡mi comida
favorita! Dejo el plato limpio en segundos, y tras tomar el postre, vuelvo al
despacho oval, sabiendo que esta será la última vez que me siente en esa gran
silla.
La melancolía me invade,
me acuerdo de la primera vez que me senté allí, por 2016; los cientos de
tratados que habré firmado, el día en el que Colin Kaepernick me desafió…
Todas estas sensaciones
me hacen recapacitar, entristezco y me pongo a llorar como un bebé, un bebé muy
grande y muy naranja.
Se hace tarde, y debo
abandonar el que ha sido mi trono estos 4 últimos años. Me tomo un par de
minutos, pero al final me levanto y salgo de la sala.
Un gran Cadillac negro me espera, subo al coche
y el chófer arranca; nos lleva al aeropuerto, donde se halla el Air Force One, este será mi último viaje
en aquel grandioso aparato. El avión despega y ya no hay vuelta atrás.
Mi chófer personal nos
recoge en el JFK; y nos lleva a la torre que lleva mi nombre en la quinta
avenida.
¡Hogar, dulce hogar!, vuelvo
a casa mucho antes de lo que yo hubiera deseado, pero aquí estoy, y sigo siendo
la misma persona que siempre he sido; al fin y al cabo, siempre seré el presidente.
De locos
ResponderEliminarJuan nos ha gustado mucho el carácter irónico y gracioso de tu relato. Sigue así...
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