AQUELLA
FRÁGIL NIEVE
Volvía
del comedor social cuando me cayeron los primeros copos, unos copos frágiles y
suaves que me reafirmaron en mi opinión de que esa gran nevada que anunciaban
se iba a quedar en nada tal y como había pasado en muchas otras ocasiones. Por
lo que seguí caminando hasta llegar a mi “casa itinerante” como llamaba yo a
esos cartones, esas mantas y esa mochila en la que guardaba mis pertenencias de
toda una vida, bueno las que me quedaban, ya que todo lo que tenía en la
mochila lo había intentado vender o empeñar sin éxito.
Las
rutinas desde que vivo en la calle son las mismas, y por las tardes lo que
suelo hacer es mirar a la gente pasar, sé que parece aburrido, pero cuando no
tienes otra cosa que hacer resulta de lo más entretenido. Me gusta analizar sus
expresiones, aunque ahora con lo de las mascarillas es más complicado. También
me intento imaginar la vida que tienen basándome en su forma de andar, su
vestimenta, su corte de pelo… Pero esa tarde fue más entretenida de lo normal,
ya que se respiraba una alegría contagiosa que irradiaban los niños y no tan
niños al ver como los copos de nieve iban tiñendo de blanco poco a poco las
calles de Madrid.
Estas
escenas de niños felices con la nieve removieron en mi memoria unos recuerdos
que yo daba por olvidados. Unos recuerdos en los que yo era el niño emocionado
por la nieve, ese niño que se divertía haciendo ángeles en la nieve, aquel niño
que se revolcaba en la nieve mientras su madre le decía que como se enfriase se
iba a enterar. Y como olvidar esas carreras en trineo y los muñecos de nieve
que hacíamos con tanto esmero. Poco queda en mí ya de ese niño que era inocente
y feliz, y a su vez era frágil y débil como los copos de nieve que habían caído
esa mañana. Pero ese niño había crecido y se había hecho fuerte, al igual que
aquellos copos de nieve que ahora caían con fuerza a mi alrededor mientras me
acurrucaba con mi manta preparado para pasar una noche muy fría en un Madrid
cada vez más nevado.
Así
absorto en mis pensamientos conseguí conciliar el sueño entre semejante
tormenta de nieve. Poco después me despertó la bocina de un coche que se había
quedado atascado por la nieve. Me dispuse a ir a socorrerle, aún sabiendo que
la gente no se suele tomar bien el hecho de que me acerque a ellos y les
ofrezca mi ayuda, pero supuse que en esa situación tan extraordinaria se iba a
necesitar toda la ayuda posible para conseguir desatascar el coche.
Intenté
levantarme, pero no podía, mi cuerpo no respondía. Al instante identifique lo
que me estaba ocurriendo, era un principio de hipotermia severa. No era la
primera vez desde que estaba en la calle que veía a alguien con hipotermia y la
mayoría de las veces no tenía un final agradable. Por eso supe lo que me
esperaba, una muerte lenta y dolorosa. La impotencia que sentía era brutal, al ver
como se me escapaba la vida sin poder hacer nada. Era una sensación similar a
la que había experimentado en el momento más oscuro de mi vida, eso que me
llevo a la calle, las drogas. Te van consumiendo poco a poco y cuando te
quieres dar cuenta ya es demasiado tarde y lo has perdido todo, como fue mi
caso. En estos momentos en los que aguardaba mi fin volví a sentir la
fragilidad de ese pequeño niño que aún estaba escondido en lo más recóndito de
mi ser, ese niño que nunca se podría haber imaginado los golpes que la vida
adulta le aguardaba. Mientras una simple lágrima rodaba por mis mejillas cerré
los ojos convencido de que no los volvería a abrir.
Mira por donde esta vida tan caprichosa me dio otra oportunidad. Volví a abrir los ojos otra vez tras pensar que ya los había cerrado para siempre. Y ahora mirando por la ventana del albergue me doy cuenta de lo bonita que se ve la nieve cuando la miras desde dentro.
Belén
Fdez-Ordás Caballud 1ºB Nº9
Muy bueno, enhorabuena Belén🥳🥳
ResponderEliminarGracias Teresita un abrazo a vicky😘
EliminarMe ha gustado mucho este relato ya que me parece muy emotivo y se trata de una situación que podría darse en la realidad. También me gusta el hecho de que esté inspirado en el temporal Filomena.
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