Carla Sánchez-Carreras (Los giros de la vida)


LOS GIROS DE LA VIDA

Por fin, hoy voy a mi segunda casa, a lo que yo llamo libertad, diversión, paz y sobre todo familia. Dentro de dos horas me voy a montar en el coche junto a mi hermano y mi padre  e iremos rumbo a Almería, para concentrar Puerto Rey. Es donde llevo veraneando toda mi vida.

Estamos a 14 de agosto de 2010, mis ganas por llegar ya ahí y recibir a toda mi familia, aumentan, solo estoy pensando en poder ver a mi abuela y a mis primos y pegarme el baño de mi vida. Estar ahí me hace feliz y me hace sentirme querida por todos los míos.

Me quedan 10 minutos para llegar, estoy cantando con mi padre en el coche uno de sus grupos favoritos, Queen, le puedo notar que está plenamente feliz; tiene una sonrisa de oreja a oreja, me giro para ver a mi hermano y veo que está igual, creo que no hay mejor descripción de felicidad que eso.


A lo lejos ya estoy viendo a mi prima y a mi abuela, solo quiero abrazarlas y hablar con ellas horas y horas, a su derecha están mis otros primos, tíos y amigos de la familia. Después de haber comido uno de mis platos favoritos, la paella de mi abuela, hemos jugado todos a las cartas como siempre hacemos, hemos ido a la playa a ver el atardecer y he cenado en el chiringuito que hay ahí, uno de mis sitios favoritos.

 

 

Los días aquí se me hacen muy cortos, ojalá poder parar el tiempo, han pasado cinco días desde que llegamos; parece que ha sido uno, hoy me espera un día muy largo y divertido, nos vamos todos a cabo de gata, comeremos allí con un picnic y me quedaré en el agua todo el día bajo los radiantes rayos de sol.

 

 

Después de una semana hemos decidido hacer un concurso de plastilina, quien haga la figura más bonita se lleva un premio, ahora me voy a comprarla con mi padre ,hemos avisado a mi hermano Juan  y a mi prima Valentina que nos vamos y se han quedado molestos porque no podemos ir todos ya que sólo hay un bicicleta y solo cabemos dos. Mi padre y yo salimos de comprar la plastilina y a partir de aquí todo cambió.

 

 

Mientras que nosotros hacíamos nuestra compra, Juan y Valentina  vinieron por detrás de nosotros sin darnos cuenta, por lo visto mi hermano le pidió a Valentina que se fuese a casa ya que sólo tenía 5 años y no podía estar yendo sola por la carretera con él. Instantes más tarde mi hermano iba emocionado con su patinete hacia el centro comercial donde estábamos, hasta que cambió el final del verano, a Juan le atropelló un coche. La chica que conducía no pudo reaccionar a tiempo y evitar que mi hermano acabase debajo, todos las personas que estaban cerca empezaron a llegar y a decirle a Juan que no se moviera, llamaron a una ambulancia.

 

 

Mientras tanto mi padre y yo regresábamos a casa hasta que de repente vimos un barullo de gente alrededor de una persona y un coche parado a la izquierda, en ese momento mi padre me dijo “ya verás como le ha pasado algo a Juan o a Valentina”, yo le intenté tranquilizar, cuando estábamos llegando donde estaba todo el mundo, mi padre soltó la bicicleta y ahí nos dimos cuenta que era Juan el que estaba tirado en el suelo.

 

 

Nuestros corazones se pararon, yo no sabía cómo reaccionar tan sólo tenía 6 años, vi a mi hermano con un charco de sangre que venía de su cabeza y varias heridas por todo el cuerpo, pensé que se moría y se me cayó el mundo encima. No podía parar de llorar y solo quería estar a su lado, cogerle la mano para que él supiese que todo iba a salir bien. No me dejaron acercarme creían que era lo más apropiado dada mi corta edad.

 

 

Mi padre no podía parar de moverse llevándose las manos a la cabeza pidiendo a Dios que por favor no se lo llevara. Se acercó a él, le dio la mano y con un nudo en la garganta consiguió decirle que saldría de esta; tuvo que dejarlo unos minutos para ir a llamar a mi abuela y durante este periodo mi hermano sólo gritaba que quería estar con su padre.

 

 

Yo mientras tanto no podía dejar de llorar al ver todo lo que estaba ocurriendo y una chica me cogió la mano y me separó de la escena para que me tranquilizara. A pesar de mi insistencia por quedarme, me llevaron al parque donde estaba Valentina y le conté todo lo ocurrido.

 

 

Más tarde llegaron mis tíos, venían fatigados ya que al enterarse salieron corriendo a ver a Juan, en cuanto le vieron mi tía cayó redonda al suelo, la calmaron y minutos después llegó la ambulancia y mi abuela con su coche. Subieron a mi hermano a la ambulancia y mi padre fue con él dentro pues Juan no quería que le soltara la mano. Justo en ese momento, mi madre llamó para ver qué tal estábamos ya que ella estaba en Madrid trabajando, tuvo que hablar con mi abuela porque mi padre estaba muy nervioso por lo ocurrido y tenía que estar con Juan.

 

 

Les esperaba una hora de camino para llegar al hospital  y según me contó mi padre fue la peor hora de su vida, tenía que estar entreteniéndole y evitar que se durmiera porque tenía una herida profunda  en la nuca y podía empeorar.

 

 

Por fin llegaron al hospital, le hicieron todo tipo de pruebas, le operaron dos veces el hombro y le tuvieron que dar una gran cantidad de puntos en la rodilla y en la cabeza que gracias a Dios no tenía lesiones internas.

 

 

He de decir que mi hermano volvió a nacer ese día.

 

 

Mi madre llegó desde Madrid en la madrugada y pudo abrazarle y ver con sus propios ojos que su hijo estaba ahí. Después de una larga semana en el hospital Juan pudo volver a casa con alguna que otra complicación, tardó 6 días en poder andar él solo.

 

 

Esto fue una gran enseñanza para todos y sobretodo para mi hermano que a raíz del accidente se volvió más prudente y debemos de darnos cuenta que tenemos que aprovechar cada momento de nuestras vidas porque en cualquier instante todo puede cambiar.


Comentarios