Carlos Merino (Cómo tu vida puede cambiar de un día para otro)


 

CÓMO TU VIDA PUEDE CAMBIAR DE UN DÍA PARA OTRO

Me llamo Michael, tengo 7 años y vivo con mis padres en un pequeño piso en la quinta avenida del distrito de Manhattan, en Nueva York. Mi papá trabaja en un banco muy importante en una torre súper alta cerca de casa. A veces me recoge del cole andando y me lleva a su despacho para ver las vistas, se puede ver todo Nueva York desde ahí. Mi mamá es diseñadora de moda, pero no me gusta nada porque viaja mucho y casi nunca está en casa. En cuanto a mí, estoy en 3º de primaria del colegio Trinity, en Manhattan, a tan solo 4 manzanas de la oficina de mi padre, así que siempre vamos juntos al cole. La verdad es que paso mucho tiempo con mi padre y me llevo súper bien con él. Hacemos muchas cosas juntos y casi nunca se enfada conmigo, podría decir que es como mi mejor amigo.

 

 

ESTA ES MI HISTORIA…

 

 

10 de septiembre de 2001

 

 

7:30 de la mañana:  - ¡Michael es hora de levantarse! – Como cada mañana, mi padre me despierta corriendo porque llegamos tarde. Siempre nos quedamos dormidos. La verdad que somos los dos muy dormilones y nos cuesta un montón salir de la cama, sobre todo si la noche anterior nos hemos quedado viendo una película hasta tarde, algo que solemos hacer a menudo. Cuando por fin consigo levantarme de la cama, mi padre está esperándome, como cada mañana, con un desayuno con tostadas y zumo de naranja, siempre está diciendo que la naranja es muy buena porque te aporta vitamina C. En verdad, no tengo ni la menor idea de lo que es eso, pero me obliga a tomármelo.

 

 

8:00 de la mañana: Por fin salimos de casa. Siempre nos tiramos todo el trayecto de casa al cole hablando sobre la película que vimos la anoche anterior. Esta vez, la peli trataba sobre una familia de superhéroes que tenían la misión de salvar el mundo. Me encantan las películas de superhéroes, tengo mi habitación llena de juguetes de ellos. Nuestro superhéroe favorito es Superman. Mi papá me regaló por mi cumple un juguete suyo y siempre jugamos con él justo antes de irnos a dormir y siempre me quedo dormido abrazado a él.

 

 

8:15 de la mañana: - ¡Adiós Papá, te quiero! – Finalmente llegamos al cole y me despido de mi padre. Odio ese momento del día en el que me tengo que despedir de él, pero siempre me consuela diciendo que después del cole me llevará a tomar un helado a la heladería que hay al lado de casa. A los dos nos encanta el helado y es nuestra pequeña motivación para que la mañana se nos haga un poco más amena.

 

 

14:00 de la tarde: Por fin salgo de clase y como siempre, mi padre está ahí, esperándome con una sonrisa y con los brazos abiertos. Tal y como me había prometido esta misma mañana, nos pusimos en marcha a por el helado de vainilla y chocolate blanco, nuestro sabor favorito y el que, sin duda, siempre nos pedimos. Nos pusimos a andar y a hablar sin darnos cuenta de que se estaba haciendo tarde y empezaba a refrescar, así que pusimos rumbo de vuelta a casa.

 

 

6:00 de la tarde: Al llegar, lo primero que hacemos siempre son los deberes. Normas de la casa por desgracia. Cuando los terminamos, nos pegamos una ducha bien fría y mientras papá hace la cena, yo le espero viendo la tele. Hoy de cena toca pescado. No me gustaba nada el pescado del cole, pero no sé como lo hace papá que el suyo me encanta.

 

 

7:00 de la tarde: Como cada tarde después de cenar, me voy a casa de mi vecino David. Tiene mi edad y nos llevamos los dos muy bien. A él también le encantan los superhéroes y nos podemos tirar la tarde entera jugando sin parar. Mientras los dos jugamos, mi papá y Anthony, el padre de David, se tiran tantas horas charlando como nosotros jugando. Al parecer, son amigos de toda la vida y nos quieren a los dos un montón.  Siempre que me quedo solo en casa, Anthony y su mujer Elisabeth, me cuidan y me tratan como si fuera hijo suyo. Es algo que pasa a menudo ya que a veces, mi padre también tiene que hacer algún viaje por trabajo y me tengo que quedar solo.

 

 

10:00 de la noche: Después de un largo día, mi padre y yo como cada noche al volver de casa de David, nos sentamos en el sofá a ver una película hasta quedarnos dormidos.

 

 

11 de septiembre de 2001

 

 

7:30 de la mañana: - ¡Michael es hora de levantarse! -. Mi padre de nuevo despertándome y esperándome con el desayuno encima de la mesa. No podía dejar de pensar en que terminara ya el colegio. Mi padre me había prometido que me llevaría después del cole a ver las vistas desde su oficina de nuevo, un plan que solo podemos hacer cuando no está su jefe, y que me encanta pasar la tarde ahí con mi padre charlando y contándome historias de superhéroes.

 

 

8:46 de la mañana: - ¡¡BOOOM!! – Una explosión gigante invade mis oídos. - ¿Qué narices ha sido eso? – Todo el mundo en la calle empieza a gritar. No paran de pasar ambulancias y el sonido de las sirenas de los coches de policía no paran de sonar. Algo grave a tenido que ocurrir. Mi profe de mates acaba de salir corriendo para ver lo que pasaba. La verdad que desde un primer piso no se puede ver más que coches de policía, ambulancias y bomberos pasar a toda velocidad, así que toda la clase nos quedamos callados y ansiosos de saber lo que había ocurrido. 10 minutos más tarde llega la profe de mates. Cielos, me habían parecido horas desde que se fue. Está pálida, con miedo y a penas podía hablar. A duras penas acabó tranquilizándonos y diciéndonos que había ocurrido un accidente, pero nada grave. La verdad que los accidentes por esta zona se ven muy a menudo, los coches conducen como locos, sobre todo los taxis, así que seguimos con la clase como cada día.

 

 

14:00 de la tarde: ¡Por fin salimos de clase! No he podido dejar de pensar en toda la mañana en la hora de irme con mi padre a su despacho. Me dirijo hacia la puerta de salida del cole donde mi padre me espera siempre. Pero esta vez no estaba. - ¿Por qué mi padre no está aquí? -. Me dirigí a la profe de lengua que estaba justo en la puerta de salida hablando con una madre. Me dijo que entrara dentro del colegio y esperara en la clase con el resto de niños que tampoco habían venido a por ellos sus padres. No dejaba de preguntarme por qué mi padre no estaba aquí como siempre. ¿Le habrá ocurrido algo? ¿Tendrá trabajo? ¿se habrá olvidado de mi? Millones de preguntas me volaban por la cabeza, pero a ninguna conseguía responder. Sé que si mi padre hubiera tenido cualquier problema me lo habría comentado antes o a alguno de mis profes.

 

 

16:00 de la tarde: Anthony, el padre de mi amigo y vecino David, aparece por la puerta de la clase. Tiene la cara pálida. Parece asustado. No entiendo nada de lo que está pasando. ¿Se puede saber por qué ha venido Anthony a por mí al colegio?  – Michael ven conmigo, hoy te acompaño yo a casa -. Me dijo. Se dirigió a mí de una manera rara, nunca me había hablando de esa manera. Siempre está alegre, con una sonrisa en la cara y lleno de energía. - ¿Por qué no ha venido mi padre a por mí? – Le pregunté. Pero no recibí respuesta. De camino a casa veía a la gente gritar, llorar, estaba todo el mundo desesperado por las calles de Manhattan. Anthony me cogió de la mano y me llevo a su casa a trote. Me dijo que no mirara atrás y que me tapara los oídos.

 

 

16:15 de la tarde: Cuando por fin llegamos a casa de mi amigo David, Elisabeth, su madre, me abrazó muy fuerte. – Tienes que ser fuerte hijo mío. Lo que ha ocurrido hoy, te cambiará la vida para siempre. –

 

Carlos Merino Tribaldos, 04-02-2021, 2 evaluación. 1º Bachillerato B

 

 

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