Marcos Camiña Oharriz (Mi mejor viaje)

 


MI MEJOR VIAJE

 

22 de julio de 2019, un día de verano como otro cualquiera. Me levanto temprano, desayuno a las 10 y luego salgo a correr. Me voy a la piscina y me quedo relajado hasta la hora de la comida. Cuando llego a casa, ya estaban mis padres y mi hermano esperándome. Terminamos de comer, y lo que yo no sabía era que me iban a dar la mejor noticia del día y del mes, la noticia es que: ese fin de semana no lo pasaríamos en casa, sino que nos iríamos de viaje a República Dominicana. ¡Vaya notición! Sólo pienso que no puede ser verdad lo que me están diciendo. Miro la cara de mi madre, seguidamente la de mi padre y con sus sonrisas me afirman lo dicho. En ese mismo momento me siento la persona más feliz del mundo, ya que me encanta viajar y sobre todo aun más, el mundo de la aviación. Por esta razón decido escribir este relato.

 

Esa misma tarde, muy entusiasmado, empiezo a buscar información para ver que podemos hacer allí. Empiezo por el hotel, cuando paso las fotos, me quedo más impresionado con su localización y también de las vistas, en fin, impresionante.                 Empiezo a buscar acerca de las actividades o excursiones que podíamos hacer. Finalmente, no me decido por una actividad en concreto de todas las que hay; por ejemplo: pasar el día con motos de agua, conducir boogies por la playa, ir a un parque natural con tirolinas o pasar el día entero en un catamarán… son algunas de las muchas opciones que había. Pienso que la mejor forma será que lo veamos sobre la marcha una vez ya instalados allí.

 

Posteriormente me dispongo a buscar información sobre el modelo del avión en el cual íbamos a viajar. En el momento en que veo la descripción del vuelo y todos los detalles técnicos del avión aumentan las ganas de experimentar el viaje cuanto antes. El avión en el que nos íbamos a montar es el Airbus A-350, el avión más moderno y eficiente del mundo. Es una pasada de avión, silencioso, grande y espacioso. Mi avión favorito desde su inauguración en 2016. Tras una tarde de brainstorming, ya era la hora de cenar. Cenamos rápido y continúo con la búsqueda de información hasta altas horas de la madrugada a la vez que empiezo a hacer mi equipaje. ¡Estoy muy ilusionado!

 

Al día siguiente me despierto más pronto que nunca, desayuno y me voy a la piscina con mi hermano. Tengo muchas ganas de probar un nuevo accesorio que me he comprado para mi GoPro, que me ha llegado justo esta misma mañana. Con este soporte puedo hacer vídeos al nivel del agua y crear unos planos muy buenos. Hemos estado toda la mañana grabando y probando el nuevo accesorio; ¡es una pasada! El resto del día he continuado haciendo la maleta con muchas ganas. Los días pasan y la emoción sigue en aumento mientras dejo todo preparando para el viaje.

 

8:00 am del sábado, es el gran día, me levanto con muchos nervios. Preparo lo último de mi equipaje y dejo todas las cámaras preparadas para inmortalizar cada una de las experiencias de este gran viaje.

 

12:30 am Vamos dirección a la T-4 de Barajas, de camino unos nervios que solo entienden aquellos apasionados de viajar. Recién llegados al aeropuerto, facturamos las maletas y ya puedo ver por las ventanas el gran tránsito de aviones y personas provenientes de las distintas partes del mundo. Aun así me quedo embobado con mi gran pasión, los aviones.

 

15:45 pm Quedan 15 minutos para tomar rumbo al caribe y cruzar el atlántico. Ya una vez dentro del avión me impresiono al ver como es por dentro, un avión muy moderno. La azafata me saluda y me explica el camino para llegar a mi asiento, lo recuerdo como si fuera ayer mismo, asiento 25A, en la ventana. Se ven unas vistas panorámicas del ala del avión, caracterizada por ser el único ala del mercado en tener el extremo curvo para facilitar así la aerodinámica.

 

16:25 pm Motores Rolls-Royce a su máxima potencia, recorremos pista y…¡ya estamos en el aire! Sigo mirando por la ventana y veo como ascendemos más y más alejándonos de Madrid dónde a lo lejos puedo ver las emblemáticas 4 Torres del tamaño de un alfiler. En este momento pienso feliz, el viaje no ha hecho más que empezar.

 

Me esperan 8 horas por delante, tiempo de sobra y decido ver una serie. Al empezar el vuelo mi padre le pidió a la azafata; si yo pudiera pasar a ver la cabina, ya que me apasiona este mundo de la aviación. La azafata nos dijo que preguntaría a los pilotos y ya nos diría algo. Más nervios en el cuerpo!

 

Sobre las 20:00 pm horas española, estamos ya sobrevolando las Islas Azores. Y la azafata nos sorprende confirmándonos que puedo ir a ver la cabina y a los pilotos. Mi cara lo dice todo… No me lo creo! Vivir mi sueño de primera mano! Me levanto sobresaltado y mi padre y yo vamos dirección a la cabina. Tras pasar la puerta blindada a la que sólo tienen acceso los pilotos, me quedo asombrado! Una imagen que he visto mil veces en fotos, y por fin la veo en persona. ¡Alucinante! Nos presentan al comandante Daniel y a su copiloto Jesús y nos sentamos para poder hablar con ellos. ¡Cuántos botones! ¡Qué vistas! ...

 

Mi curiosidad genera que haga mil preguntas a los pilotos, los cuales, no tiene problema en responderme a lo que preguntase. Mi padre, no entiende nada de lo que estoy hablando con ellos, son términos muy técnicos que yo he intentado conocer a través de las distintas fuentes de información. ¡Me siento como en casa! El piloto me hace un dibujo del funcionamiento de la unidad de potencia auxiliar, me enseña el piloto automático , los 38.000 pies de altura a los que nos encontramos y la velocidad de 450 nudos y me explican los requisitos y la metodología de la carrera de piloto ya que les he dicho que me encantaría ser piloto, afirmación a la que me han respondido con gran alegría.

 

Miro hacia el horizonte y veo pasar las nubes del Atlántico, me imagino como si yo estuviera pilotando el avión, es una sensación inolvidable. Apenas 20 mágicos minutos hablando con los pilotos, por los que me siento muy afortunado ya que desde el 11S es imposible el acceso a la cabina por personal ajeno a la tripulación durante un vuelo. Tras despedirme de ellos y agradecerles su amabilidad, vuelvo a mi asiento y le cuento todo a mi madre y a mi hermano, no saben de lo que hablo pero se alegran mucho de que haya podido estar con los pilotos. Pasan las horas, cenamos, me pongo a leer una revista de aviación y soy incapaz de dormir porque no quiero perderme nada. Por la ventana se pueden ver más aviones que dejan sus características estelas en el aire.

 

00:00 am hora española ¡Tierra Dominicana a la vista! Y de repente escucho: ¡Bienvenidos a la República Dominicana! frase que dice la azafata por los altavoces. Nada más nos bajamos del avión puedo sentir el clima cálido y la gran humedad que hay. Que paisaje tan distinto al de Madrid, aquí todo es frondoso mientras que en Madrid destaca la sequedad. El techo del aeropuerto es de paja, quién lo diría… Tras recoger las maletas vamos directos al hotel, nos asentamos y decidimos dar una vuelta por la playa. Se hace de noche y nos vamos a dormir para descansar.

 

Ya es por la mañana y ya hemos descansado, despierto a mi hermano y a mis padres y nos vamos a desayunar. Vamos a hacer un poco de deporte y cuando acabamos nos vamos a la playa, increíble la arena; parecía harina y un color turquesa del agua que hacía innegociable el no darse un baño. ¡Nuestro paraíso durante una semana!

 

Martes: Nos levantamos y aprovechamos tiempo en la playa (ya sea jugando, haciendo snorkel, montando en kayak…). Tras una mañana sin parar, llega la hora de comer platos caribeños como: el arroz con habichuelas, las quenepas, o el marisco entre otros. Por la tarde vamos a la piscina del hotel, jugamos al ping-pong o incluso hacemos submarinismo. Por las noches cenábamos en algún restaurante y después de la cena paseábamos o veíamos uno de los espectáculos que tenía el hotel.

 

Miércoles: Hoy toca día de boogies. Tras llegar al punto de encuentro, nos explican el funcionamiento de los coches, del circuito y nos dan dos boogies y ¡comienza la aventura! Yo conduciendo con mi padre y mi hermano con mi madre. Comenzamos la travesía con unas vistas increíbles, se ven todo tipo de paisajes, atravesamos zonas de mucho barro, agua y selva a la vez que derrapas acabas lleno de barro. Llegamos a la playa de Macao, una de las más conocidas del mundo, increíble, es una de las pocas playas de la zona que no ha sido invadida por hoteles. Retomamos la travesía con los boogies hasta una plantación de cacao y también vemos la elaboración de los puros dominicanos. El resto del día decidimos pasarlo en la playa.

 

Jueves: Decidimos hacer deporte. Mi hermano y yo vamos a jugar al tenis, y tras 1 hora y la gran cantidad de humedad, preferimos hacer submarinismo a la vez que grabábamos videos con mi nuevo accesorio. El resto del día nos quedamos en la playa.

 

Viernes: Nos vamos a pasar el día en barco y a visitar la isla Catalina, una isla deshabitada, situada al sur del país. Tras una hora y media de trayecto hasta el puerto deportivo de La Romana, cogemos el barco, un catamarán enorme a motor. El capitán arranca los motores y zarpamos. De camino la fiesta está presente en el barco con mucha música y una tripulación muy divertida. Vemos una zona rocosa con agua cristalina y decidimos hacer snorkel, pudimos ver peces, corales de fuego y estrellas de mar. ¡Inolvidable!, debajo del agua se ve todo como si fuese una película. Ya en la costa, nos estaban esperando las motos de agua y los remolques elásticos. Se acerca la hora de la comida y comemos en la playa desierta y paradisiaca. Debido a la cercanía del lugar decidimos ir a conocer la Casa de Campo con unas sorprendentes vistas desde lo alto del acantilado. Tras un día agotador, volvemos al hotel, cenamos y aprovechamos para dar otro paseo.

 

Sábado por la mañana: Últimas horas antes de volver a casa. Aprovechamos para ir a la playa y a la piscina. Mi hermano y yo volvimos a hacer submarinismo. Antes de irnos comimos y nos fuimos directos al aeropuerto. Y otra vez aparecen los grandes protagonistas: los aviones. Me quedo admirando semejantes aeronaves y todo lo que conlleva. Finalmente entramos al avión y todos descansamos en el vuelo hasta que vemos tierras españolas y madrileñas. ¡Ya hemos llegado!

 

Y así es como finaliza este relato sobre mi mejor viaje familiar hasta el momento.

 

 

 


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